lunes, 28 de diciembre de 2009

Senderos de gloria

(Paths of Glory) USA, 1957. 87m. B/N.
D.: Stanley Kubrick
I.: Kirk Douglas, Ralph Meeker, Adolphe Menjou, George Macready

La noche anterior al ataque suicida contra un puesto alemán que les ha sido encomendo, dos soldados franceses del regimiento a cargo del coronel Dax discuten acerca de las diferentes maneras de caer en combate bajo el fuego enemigo: las balas de las metralletas del enemigo, la explosión de una granada; ¿qué es más doloroso, el impacto en la cabeza o en el trasero? O, quizás más importante, ¿con cual se tarda más en morir? Sólo quien vive rodeado de la muerte, a la que ve día a día, que se ha convertido en una compañera inseparable, puede llegar a este tipo de disquisiciones. Pero lo que está claro es que, de una manera o de otra, todos van a morir.

Tras el frustrado ataque, el general Mireau pide responsabilidades del fracaso a la hora de conquistar una posición enemiga. Según su opinión, los soldados actuaron con cobardía, negándose a obedecer las ordenes de atacar y replegándose en sus trincheras. La única manera de salvaguardar el honor del ejército francés es una medida disciplinar: el fusilamiento. En el momento en el que el general Mireau regatea la cifra de soldados a condenar a una muerte institucional, lamentándose de que su petición de 100 muertes se quede en sólo 12, queda claro que su concepto de la muerte es diferente del de los soldados anteriores.

En Senderos de gloria, posiblemente una de las películas más ferozmente antibelicistas de la historia, el campo de batalla es un tablero de ajedrez en el que las únicas piezas en juego son peones: los soldados son símbolos, carne de cañón anónima que es lanzada a la muerte y cuya única valía es la de servir de escudo humano para el resto de piezas. Los jugadores mueven las piezas observándolas desde las alturas, desde la lejanía: en las escenas de ataque predominan los planos generales, con cientos de soldados arrastrándose en conjunto, formando un único cuerpo. No son individuos, sino una masa. No son hombres, sino un solo cuerpo que va siendo desmembrado poco a poco.

Deciamos que Senderos de gloria es considerado un film antibelicista. Hay quienes , matizan, lo ven como una película antimilitarista. Para mí, Senderos de gloria es un ejemplo más de la visión pesimista que Stanley Kubrick tenía acerca del ser humano. Los dos escenarios es los que transcurre la acción de la película son: el cuartel general en el que se reunen los generales y se celebra el juicio; y las trincheras, donde malviven los soldados. El primero, decorado a modo de un palacio, es mostrado casi siempre con la cámara colocada a ras de suelo y en ligero contrapicado, remarcando la majestuosidad del decorado. En cambio, las trincheras son retratadas mediante contínuos travellings que nos sitúa en el interior mismo de éstas, rodeados de suciedad, de desesperación y de muerte. Ambos decorados son productos del hombre y la puesta en escena de Kubrick en cada uno diferencia claramente las diferencias entre los que mandan y los que obedecen.

El final resultará especialmente significativo. En una taberna en la que un grupo de soldados se divierten antes de volver al frente es humillada una joven alemana. La joven comenzará a cantar intentando apaciguar los gritos y las burlas de los soldados. Pero éstos, subyugados tanto por las lágrimas de la joven como por su voz, acabarán llorando y cantando a su vez. Por un instante, las nacionalidades no existen. Francia y Alemania no son más que nombres sin contenido que pretenden diferenciar un todo común: el ser humano. Un instante de lucidez que se borrará en cuanto los soldados pisen de nuevo el frente y tengan que matar a sus semejantes para no ser, a su vez, asesinados.

2 comentarios:

Javier dijo...

Difícil quedarse con una película de Kubrick, pero sin duda en una selección rigurosa ésta tendría que estar en mi lista.

Además de demostrar que este director podía trabajar en obras de encargo sin perder sus señas de identidad (el virtuosismo técnico está ahí); logra un retrato de la guerra y de sus artífices realmente demoledor (contradiciendo la "frialdad" que le achacan algunos).


Espero que en el futuro caiga algún revisionado más de la filmografía de este director, Mr. Int.

José M. García dijo...

Bueno, precisamente uno de los proyectos de este blog es repasar toda la filmografía de Kubrick, un director siempre polémico, y del que tenía ganar de realizar una visión conjunta.

Yo sí estoy de acuerdo con la frialdad de Kubrick. Ya desde el inicio de su carrera mantiene una visión muy pesimista del ser humano, pero a partir de 2001, esta visión se mezclará con su obsesión por la perfección técnica, y de ahí surgirá esa frialdad.

Un saludo para usted y los suyos, y por supuesto desearles a todos unas felices fiestas.