(The Killing) USA, 1956. 85m. B/N.
D.: Stanley Kubrick
I.: Sterling Hayden, Coleen Gray, Vince Edwards, Jay C. Flippen
Uno de los componentes del grupo protagonista de Atraco perfecto se llama Maurice: es un hombre de presencia imponente y que se dedica a participar en algún que otro combate de boxeo cuando necesita dinero. Se le adivina un pasado delictivo. De entrada, presenta todas las características habituales del estereotipo de personaje rudo, violento, con poco cerebro, pero mucha masa. En cambio, Kubrick nos lo sitúa en medio de una partida de ajedrez y, además, nos muestra su tendencia a filosofar a las primeras de cambio. Esta mezcla (¿podríamos decir simbiosis?) entre un tópico de la más directa literatura pulp con una mirada intelectual es la base de Atraco perfecto.
El plan para dar un golpe a un hipódromo cuya recompensa son dos millones de dólares que pone en marcha un pobre atajo de perdedores no está movido por la codicia, sino por la necesidad de poner en orden una vida que se ha ido por el desagüe. Johnny quiere empezar una nueva vida con su novia tras pasar cinco años en prisión; Mike tiene a su mujer enferma, postrada en una cama; George cree que puede conseguir el respeto de su esposa si le da una vida llena de lujos; Randy, agente de policía, necesita saldar sus deudas y salir de la bancarrota; Marvin relaciona el dinero con los sentimientos secretos que alberga en sus interior. Todos ellos actúan movidos por sus pasiones y su desesperación, por lo tanto no es extraño que, finalmente, sean los sentimientos quienes se imponga a las matemáticas.
En la nueva incursión de Stanley Kubrick en el cine negro tras El beso del asesino, el director de El resplandor oficia la labor de demiurgo. No sólo observa los avances de los personajes, sino que parece mover los hilos del destino que, inevitablemente, les irá cerrando el paso poco a poco, hasta arrinconarles en un callejón sin salida. En Atraco perfecto ya está concentrado la mirada pesimista de Kubrick hacia el ser humano. La estructura fragmentada del film expone los calculados esfuerzos de unos seres cuyos empeños chocan contra unas fuerzas superiores: el destino y la fortuna se juegan a los dados el porvenir de tan insignificantes criaturas.
D.: Stanley Kubrick
I.: Sterling Hayden, Coleen Gray, Vince Edwards, Jay C. Flippen
Uno de los componentes del grupo protagonista de Atraco perfecto se llama Maurice: es un hombre de presencia imponente y que se dedica a participar en algún que otro combate de boxeo cuando necesita dinero. Se le adivina un pasado delictivo. De entrada, presenta todas las características habituales del estereotipo de personaje rudo, violento, con poco cerebro, pero mucha masa. En cambio, Kubrick nos lo sitúa en medio de una partida de ajedrez y, además, nos muestra su tendencia a filosofar a las primeras de cambio. Esta mezcla (¿podríamos decir simbiosis?) entre un tópico de la más directa literatura pulp con una mirada intelectual es la base de Atraco perfecto.
El plan para dar un golpe a un hipódromo cuya recompensa son dos millones de dólares que pone en marcha un pobre atajo de perdedores no está movido por la codicia, sino por la necesidad de poner en orden una vida que se ha ido por el desagüe. Johnny quiere empezar una nueva vida con su novia tras pasar cinco años en prisión; Mike tiene a su mujer enferma, postrada en una cama; George cree que puede conseguir el respeto de su esposa si le da una vida llena de lujos; Randy, agente de policía, necesita saldar sus deudas y salir de la bancarrota; Marvin relaciona el dinero con los sentimientos secretos que alberga en sus interior. Todos ellos actúan movidos por sus pasiones y su desesperación, por lo tanto no es extraño que, finalmente, sean los sentimientos quienes se imponga a las matemáticas.
En la nueva incursión de Stanley Kubrick en el cine negro tras El beso del asesino, el director de El resplandor oficia la labor de demiurgo. No sólo observa los avances de los personajes, sino que parece mover los hilos del destino que, inevitablemente, les irá cerrando el paso poco a poco, hasta arrinconarles en un callejón sin salida. En Atraco perfecto ya está concentrado la mirada pesimista de Kubrick hacia el ser humano. La estructura fragmentada del film expone los calculados esfuerzos de unos seres cuyos empeños chocan contra unas fuerzas superiores: el destino y la fortuna se juegan a los dados el porvenir de tan insignificantes criaturas.
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