USA, 2012. 143m. C.
D.: Joss Whedon P.: Kevin Feige G.: Joss Whedon, basao en una idea de Zak Penn & Joss Whedon, basada en los personajes creados por Stan Lee, Jack Kirby & Joe Simon I.: Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth
Resulta difícil ver, y valorar, Los Vengadores como lo que es o debería ser: una propuesta cinematográfica. Esto es, una película, a la cual analizar por sus propios valores intrínsicamente fílmicos. Y resulta difícil porque desde sus propios productores, esto es, Marvel Studios en alianza con Paramount Pictures, se ha vendido como algo más: un triunfo industrial como en su momento lo fuera la trilogía de El Señor de los Anillos o la serie consagrada a Harry Potter. Estamos, por tanto, ante un nuevo intento por ensanchar y llevar más lejos las posibilidades industriales de Hollywood como sistema capaz de levantar las más espectaculares y apasionantes propuestas, siempre un paso más allá de lo conocido. En el caso que nos ocupa, a la hora de fabricar un sistema solar superheróico, con Los Vengadores como fuerza central alrededor de la cual giran una serie de títulos asumidamente menores que le prestan su energía para poder seguir funcionando.
Esto, de entrada, aporta al film de Whedon un discurso metalingüístico sumamente revelador: durante la primera mitad del metraje, los supuestos superhéroes, convocados para salvar al planeta Tierra de la conquista de una raza extraterrestre encabezada por el villano asgardiano Loki, se enzarzan en una serie de enfrentamientos entre ellos, ya sea a nivel físico -la pelea a tres bandas entre Iron Man, Thor y el Capitán América en medio de un bosque que, lógicamente, quedará arrasado- o dialéctico -las contínuas discusiones una vez reunidos en la fortaleza voladora de S.H.I.E.L.D., cada uno defendiendo su propio punto de vista-. No hay que hacer mucho esfuerzo para ver a los representantes de cinco películas diferentes -esto es, El increíble Hulk, Capitán América. El primer vengador, Thor y las dos entregas de Iron Man- defendiendo individualmente sus propios intereses. En este sentido, Los Vengadores entona un sincero mea culpa -no podemos asegurar si premeditado o no, o por parte de quien- reconociendo la escasa entidad de una serie de títulos cuya existencia ha venido condicionada como camino para llegar a un objetivo establecido de antemano: la película en la cual están integradas ahora. El hecho de que sea un suceso trágico -la muerte de un personaje recurrente en la serie- el que les una, concienciándoles de la necesidad de formar una sola unidad para detener un mal mayor subraya la condición de divertimentos de los productos que les preceden: ahora, sí que es serio.
A raíz de lo expuesto, ¿podemos llegar a la conclusión de que Los Vengadores sólo nos puede aportar un interés puramente industrial/histórico? En absoluto. Los Vengadores se erige en un impecable producto bien fait, al que difícilmente podemos encontrarle alguna pega desde un punto de vista técnico. Y no hablamos de técnica en relación a las labores de producción -es decir, del equipo de efectos visuales, fotografía, montaje o sonido, la cual se le presupone a una superproducción de este tipo- sino al sentido de la téchne, esto es, de la elaboración de un discurso cinematográfico/artístico a través de la aplicación del conocimiento práctico, del oficio, (1) cualidades generalmente atribuidas a lo que conocemos como "artesanos": aquellos creadores capaces de desempeñar hábilmente su trabajo -hacer películas- y carentes de la fuerza del genio. Desde este punto, Los Vengadores está construida con una estudiada dosificación de sus ingredientes - comenzamos con una espectacular escena, de las mejores diseñadas y ejecutadas de toda la película, con el derrumbamiento de la base subterránea de S.H.I.E.L.D.- pasando, a continuación, a una serie de momentos muertos en los cuales se intentan presentar y desarrollar los elementos de la trama, salpicados de algún instante de impacto cuyo objetivo supone el calentar los motores de cara a la grand finale.
Se le puede acusar a Los Vengadores de un exceso de prudencia, de una claudicación a los estándares más reconocibles del cine de acción/aventuras, pero no precisamente de no saber manejar los elementos que la conforman: destaquemos la fluidez con la que consigue fusionar diferentes formas genéricas: desde cine de espionaje -los interrogatorios protagonizados por Natasha Romanoff- al de terror -la angustiosa escena en la cual Natasha huye de un encolerizado Hulk en el interior de los oscuros y angostos pasillos de la nave en la que viajan y que conecta con las formas de la monster movie-, pasando por agradables apuntes humorísticos, hasta desembocar en el pirotécnico clímax final en el que los Vengadores, formando un sólo equipo, se enfrentan a un interminable ejército de criaturas acompañadas por gigantescos y pavorosos seres voladores en medio de Manhattan.
Es aquí donde Los Vengadores muestra sus mejores armas en su intento de traducir el entrañable sentido de la maravilla de los cómics en los que se basa a través de un sucesivo despliegue de impactantes portadas y splash pages reformuladas con los códigos de la era digital. Pletórico de imágenes para el recuerdo (especialmente las protagonizadas por Hulk, imponiéndose el instante en que logra detener a uno de los inabarcables monstruos voladores de un solo golpe) y de un contagioso sentido de la épica y del heroísmo (al que se añade alguna afortunada fuga poética: la imagen de Iron Man perdiendo toda la energía de su armadura y dejándose caer rodeado por la oscuridad y el silencio de una galaxia de otra dimensión).
Es aquí donde Los Vengadores muestra sus mejores armas en su intento de traducir el entrañable sentido de la maravilla de los cómics en los que se basa a través de un sucesivo despliegue de impactantes portadas y splash pages reformuladas con los códigos de la era digital. Pletórico de imágenes para el recuerdo (especialmente las protagonizadas por Hulk, imponiéndose el instante en que logra detener a uno de los inabarcables monstruos voladores de un solo golpe) y de un contagioso sentido de la épica y del heroísmo (al que se añade alguna afortunada fuga poética: la imagen de Iron Man perdiendo toda la energía de su armadura y dejándose caer rodeado por la oscuridad y el silencio de una galaxia de otra dimensión).
Finalmente podemos sintetizar las virtudes y las insuficiencias que resumen el resultado final de Los Vengadores con uno de sus planos más celebrados: el virtuoso plano secuencia que sigue a los diferentes miembros del equipo mientras combaten contra sus enemigos. Un momento que ejemplifica por sí mismo las posibilidades evasivas de un espectáculo bigger than life, la consolidación de una nueva mitología en la que volcar nuestros sueños, deseos y miedos; pero cuyo alcance, a la vez, se ve menguado por su envoltura de fría virtualidad, de perfección numérica, carente del vértigo y el escalofrío que nos producen aquellas obras que nos empujan al filo del abismo y nos obligan a asomarnos a él. Habrá que esperar a la pertinente continuación para comprobar si Joss Whedon y Marvel Studios están dispuestos a sumergirse en el interior de su reluciente máquina para deslumbrarnos a todos con el resplandor de su alma.
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(1) Asalto al tren Pelham 1 2 3. Suspense y "Morality Play", por Antonio José Navarro. Dirigido por nº391, julio-agosto 2009. Págs 38-39.
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(1) Asalto al tren Pelham 1 2 3. Suspense y "Morality Play", por Antonio José Navarro. Dirigido por nº391, julio-agosto 2009. Págs 38-39.