(Die Hard) Usa, 1988. 131m. C.
D.: John McTiernan
I.: Bruce Willis, Bonnie Bedelia, Reginald VelJohnson, Alan Rickman
D.: John McTiernan
I.: Bruce Willis, Bonnie Bedelia, Reginald VelJohnson, Alan Rickman
Ver hoy Jungla de cristal produce cierta consternación. En estos tiempos en que estamos viviendo, en el que el cine de gran espectáculo está remitiendo al cinematógrafo a ese espectáculo de barraca de feria del que surgió, lleno de luces de colores y música atronadora con los que embelesar (casi me atrevería a decir embobar) a los espectadores, una película como la dirigida por John McTiernan en 1988 parece producto de una época muy, muy lejana (y sólo han pasado 21 años. No nos enganémos, los 80 todavían están a la vuelta de la esquina).
Jungla de cristal fue el blockbuster de 1988, al igual que 2012 o G.I. Joe lo son de 2009. Una superproducción cuyo objetivo es el entretenimiento de su público, despertar su emoción y asombro. Pero lo hace con unas técnicas hoy olvidadas en la mayoría del cine de acción: tomándose su tiempo para retratar tanto a los personajes como el espacio por el que se mueven. McTiernan hace gala de una puesta en escena tan clásica como estilizada, sumamente elegante, acorde con el lujoso escenario en el que transcurre la acción. Pero sin escatimar la fisicidad necesaria en este tipo de cine: los personajes sudan y sangran, la violencia es cruda y directa. Una de las grandes paradojas del cine actual (al menos en su vertiente más comercial) es como en tiempos de alta definición, las imágenes son cada vez menos reales.
Jungla de cristal es, por otro lado, un ejemplo de cine de acción postmoderno. La ironía que exuda el film no proviene sólo de la actitud de John McLane, sino que es el corazón mismo de la película. McLane no es un héroe de acción, sino el tipo de persona que acostumbra a ver este tipo de productos en la tv de su casa (a lo largo del film se hace mención explícita de estrellas del género como John Wayne o el mismo Schwarzenegger) que se ve metido en una situación que no controla y de la que tendrá que salir haciendo uso de sus instintos. La policía, con su aparatoso despliegue de medios nada podrá contra un enemigo igualmente tecnificado. Sólo un hombre reducido al más puro instinto de supervivencia, en un medio hostil (en las escenas finales, el moderno edificio Nakatomi se transformará en un territorio selvático) podrá plantarles cara. Al igual que ante el poder de la infografía que nos asola hoy, solo una película de acción a la antigua usanza puede despertar nuestra emoción.
Jungla de cristal fue el blockbuster de 1988, al igual que 2012 o G.I. Joe lo son de 2009. Una superproducción cuyo objetivo es el entretenimiento de su público, despertar su emoción y asombro. Pero lo hace con unas técnicas hoy olvidadas en la mayoría del cine de acción: tomándose su tiempo para retratar tanto a los personajes como el espacio por el que se mueven. McTiernan hace gala de una puesta en escena tan clásica como estilizada, sumamente elegante, acorde con el lujoso escenario en el que transcurre la acción. Pero sin escatimar la fisicidad necesaria en este tipo de cine: los personajes sudan y sangran, la violencia es cruda y directa. Una de las grandes paradojas del cine actual (al menos en su vertiente más comercial) es como en tiempos de alta definición, las imágenes son cada vez menos reales.
Jungla de cristal es, por otro lado, un ejemplo de cine de acción postmoderno. La ironía que exuda el film no proviene sólo de la actitud de John McLane, sino que es el corazón mismo de la película. McLane no es un héroe de acción, sino el tipo de persona que acostumbra a ver este tipo de productos en la tv de su casa (a lo largo del film se hace mención explícita de estrellas del género como John Wayne o el mismo Schwarzenegger) que se ve metido en una situación que no controla y de la que tendrá que salir haciendo uso de sus instintos. La policía, con su aparatoso despliegue de medios nada podrá contra un enemigo igualmente tecnificado. Sólo un hombre reducido al más puro instinto de supervivencia, en un medio hostil (en las escenas finales, el moderno edificio Nakatomi se transformará en un territorio selvático) podrá plantarles cara. Al igual que ante el poder de la infografía que nos asola hoy, solo una película de acción a la antigua usanza puede despertar nuestra emoción.
7 comentarios:
¡Por fin una peli que he visto!, que grande La Jungla, que grande, la mejor pelicula de accón que he visto jamás, todavía hoy despues de haberla visto cienes y cienes de veces me pone la piel de gallina, eso es cine de entretenimiento, eso y no cosas como las dos Trasnformers o 2012.
¡Bienvenido! Jungla de cristal es de esas películas que, como Tiburón, cada vez que la pasaban por la tele se veía. Daba igual las veces que fuera. Y siempre se disfrutaba igual. Y, como digo en el post, es un cine de acción que ya no se hace. En cierto modo, Transformers es la sublimación del tipo de cine espectáculo de hoy día.
Espero que, al menos, el blog te sirva para descubrir nuevas películas. ¡Un saludo!
Con esta película podría estar hablando horas y horas. Y es que ya no sólo es especial para mí por su indiscutible calidad, si no que el momento concreto en que la ví en el cine (después de una mala racha en los estudios) me consiguió levantar el ánimo de tal forma que, para mí, siempre significará mucho más. Podría decirse que fué algo catártico.
Tengo la tradición de verla todos los años el día de nochebuena (otros ven "¡Qué Bello es Vivir!, yo veo ésta), así que ya me queda poco para mi re-visionado número... puf, ya he perdido la cuenta.
Gracias por esta magnífica reseña, Mr.Int.
Bonita costumbre y aún más bonita anécdota.
Por supuesto, Mclane volverá a aparecer en este blog, aunque seguro que con más polémica. Y habá otras entradas que seguro también le tocarán alguna tecla emocional, sr. Javi.
Un saludo.
Hago otra parada en esta reseña ya que como el amigo Fer es de lo poco que conozco, es cierto que esta peli siempre que la ves te gusta, no así la 2, en la 3 recupere la fe en mclane y por mucho que critiquen la 4 disfrute como un enano viendo otra vez a willis diciendo frases estupidas pero inolvidables mientras se lleva por delante a todos los malos que se le cruzan.
Si la 4 mola mucho, y Mclane no dice frases estupidas, dice verdades como puños, ya que al final todo lo que dice acaba pasando, xd.
Es curioso, porque la segunda entrega dirigida por Renny Harlin sí suele estar muy apreciada. No he visto aún la cuarta y he de reconocer que, de entrada, no me atrae nada, me da cierta pereza. Quien sabe, a lo mejor me llevo una sorpresa.
En lo que respecta a la 3, bueno, es que ahí vuelve el amigo McTiernan y eso ya es toda un agarantía.
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