D.: Richard Kelly
I.: Cameron Diaz, James Marsden, Frank Langella, James Rebhorn
Curiosa la corta carrera del joven director norteamericano Richard Kelly, quien, con sólo tres películas en su haber, parece querer recorrer todos los estados en los que un director de cine puede ocupar en la industria de Hollywood. Convertido en automático cineasta de culto con su debut, la subyugante Donnie Darko (de la que llegó a realizar un Director's Cut), el tremendo batacazo de su siguiente film, la poderosa Southland Tales, le convirtió en un director maldito en toda regla (abucheada en su pase en Cannes, terriblemente masacrada por la crítica internacional, de los aproximados 17 millones invertidos no se llegó a recuperar ni siquiera un millón en su recorrido mundial). Ahora, en The Box, Kelly se nos presenta como director de encargo, ocupándose de la adaptación de un relato de Richard Matheson titulado Buttom, Buttom. Pero que nadie se espere un repliegue, un retroceso en sus obsesiones, en busca de un necesario éxito comercial. The Box parte de Matheson (un matrimonio americano acomodado de los años 70, Norma y Arthur, recibe una intrigante propuesta: un millón de dólares por pulsar el botón de una pequeña caja de madera; a cambio, morirá una persona que no conocen) para desplegar un mapa de su propio mundo.
Richard Kelly está obsesionado con el apocalipsis, los agujeros de gusano, los viajes en el tiempo, las puertas interdimensionales, las identidades escindidas... todo un despliegue de ciencia ficción conceptual. Visualmente, el cine de Kelly es marcadamente realista: la fotografía de The Box aborda la época retratada de manera frontal, fría y desapasionada, sin rastro alguno de sentimentalismo (subrayado por una planificación sobria y clásica, de planos calmados y calculadamente construidos que recuerdan a Stanley Kubrick). Y dentro de este marco realista, los elementos fantásticos manejados por Kelly son el virus perturbador que dinamita este supuesto clasicismo, aportando una atmósfera de extrañamiento y de tono abstracto.
Desde sus comienzos, el director de Donnie Darko ha sido comparado con David Lynch. Repasando las ideas expuestas en el principio del párrafo anterior, la comparación es fundada. Pero, en mi impresión, la cercanía del cine de Richard Kelly al del director de Cabeza borradora es una cuestión de tono, no de argumentos. Así, lo perturbador en The Box proviene ante todo de la mirada con la que su director retrata la pulsión de extrañeza que habita en el centro de nuestra cotidianidad: el vagabundo que espía a los protagonistas a través de la ventana de su casa, impertérrito ante la nevada que está cayendo; los mudos perseguidores de Arthur en la biblioteca, casi pisándole los talones, literalmente; el Papa Noel situado en medio de la carretera nevada; el deformado rostro de Arlington Steward, que le recuerda a Norma su propia deformidad; la propensión con la que las personas cercanas al matrimonio sufren hemorragias nasales).
Las referencias de The Box al cine de invasiones extraterrestre de los años 50 (con guiños directos a, entre otras, La invasión de los ladrones de cuerpos) supone un apunte irónico que densifica el tono melodramático de las posturas éticas que conforman el final del film: la cíclica exterminación de la raza humana es una consecuencia de una mezcla de egoismo y sacrificio, una combinación contradictoria que sólo podría darse en el ser humano.
Richard Kelly está obsesionado con el apocalipsis, los agujeros de gusano, los viajes en el tiempo, las puertas interdimensionales, las identidades escindidas... todo un despliegue de ciencia ficción conceptual. Visualmente, el cine de Kelly es marcadamente realista: la fotografía de The Box aborda la época retratada de manera frontal, fría y desapasionada, sin rastro alguno de sentimentalismo (subrayado por una planificación sobria y clásica, de planos calmados y calculadamente construidos que recuerdan a Stanley Kubrick). Y dentro de este marco realista, los elementos fantásticos manejados por Kelly son el virus perturbador que dinamita este supuesto clasicismo, aportando una atmósfera de extrañamiento y de tono abstracto.
Desde sus comienzos, el director de Donnie Darko ha sido comparado con David Lynch. Repasando las ideas expuestas en el principio del párrafo anterior, la comparación es fundada. Pero, en mi impresión, la cercanía del cine de Richard Kelly al del director de Cabeza borradora es una cuestión de tono, no de argumentos. Así, lo perturbador en The Box proviene ante todo de la mirada con la que su director retrata la pulsión de extrañeza que habita en el centro de nuestra cotidianidad: el vagabundo que espía a los protagonistas a través de la ventana de su casa, impertérrito ante la nevada que está cayendo; los mudos perseguidores de Arthur en la biblioteca, casi pisándole los talones, literalmente; el Papa Noel situado en medio de la carretera nevada; el deformado rostro de Arlington Steward, que le recuerda a Norma su propia deformidad; la propensión con la que las personas cercanas al matrimonio sufren hemorragias nasales).
Las referencias de The Box al cine de invasiones extraterrestre de los años 50 (con guiños directos a, entre otras, La invasión de los ladrones de cuerpos) supone un apunte irónico que densifica el tono melodramático de las posturas éticas que conforman el final del film: la cíclica exterminación de la raza humana es una consecuencia de una mezcla de egoismo y sacrificio, una combinación contradictoria que sólo podría darse en el ser humano.
2 comentarios:
Teniendo en cuenta lo machacadísima que ha sido esta pobre cinta, resulta agradable ver que al menos tú das un paso adelante para defenderla...
Que entre que parece que cada vez hay más arrepentidos de "Donnie Darko" y que parece que a nadie le gusta ni "Southland Tales" ni "The Box" pues... El pobre Rich Kelly ya me da hasta lástima.
Y me la dá por que aunque sólo puedo hablar por "Southland Tales", sólo por esa película este hombre merece al menos que se le respete. Alucinante. En serio.
3 películas en 8 años. Creo que es reflejo del estado de las cosas: parece que hoy en día el público no está por la labor de dar una oportunidad a personalidades tan personales y a contracorriente como la de Kelly.
También que se ha perdido la inquietud por ver, descubrir cine (y esto es especialmente triste entre los críticos profesionales). Se entra en la sala con una idea preconcebida de como tiene que ser la peli y si no concuerda con esa idea, se ataca directamente. Parece que la inocencia no se lleva hoy en día, todos quieren ser los más listos, los que más saben.
Otros ejemplos pueden ser M. Night Shyamalan quien, aunque sí ha probado las mieles del éxito, a medida que su cine se ha ido radicalizando ha perdido el favor del público. Empiezo a pensar que si David Lynch hiciera hoy CABEZA BORRADORA no sé si volveríamos a oir hablar de él.
Un saludo.
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