D.: Jack Sholder
I.: Mark Patton, Kim Myers, Robert Rusler, Clu Gulager
La primera secuela de las hazañas sanguinolientas de Freddy Krueger es considerada por muchos aficionados como un tropiezo en la serie. Posiblemente, a la hora de elegir sus entregas preferidas, pocos se acordarán de ella e, incluso, hay quienes preferirían olvidar su existencia para pasar a la tercera entrega, a la cual consideran la "verdadera" segunda parte del clásico de Craven. No deja de resultar curiosa esta postura porque, sin negar su condición de rara avis en la serie, Pesadilla en Elm Street 2. La venganza de Freddy sólo tiene sentido como secuela del film de Craven, pues todo lo que acontece en ella está condicionado por lo visto en la entrega anterior.
Han pasado cinco años y una nueva familia se ha instalado en la casa de Nancy. Jesse (Mark Patton), el hijo adolescente, tiende a sufir todas las noches horribles pesadillas en las cuales siempre aparece un horrible hombre que lleva su mano enfundada con un guante con cuchillas. La primera diferencia con Pesadilla en Elm Street, consiste en el carácter individual de esta segunda entrega, en contraposición al colectivo de aquella. Aquí ya no tenemos a un grupo de adolescentes que comparten pesadillas, sino que parece que sólo Jesse sueña con Freddy. De hecho, Krueger ha perdido sus poderes y, tras haber sido vencido por Nancy, su espíritu ha quedado prisionero de la casa donde vivía ésta, sólo pudiendo aparecer en los sueños de los que la habitan. Jesse será utilizado como receptáculo, única manera para que Krueger pueda matar. De esta manera, en Pesadilla en Elm Street 2. La venganza de Freddy se abandona el miedo a dormir, pues ya no es necesario que sus víctimas estén dormidas, sino que, al parecer, sólo Jesse, quien sería utilizado como una especie de marioneta, en versión sonámbula, por Freddy (en una escena vemos a Jesse tomando unas pastillas para mantenerse despierto, único instante donde se recupera, tímidamente, el espíritu del film original). De hecho, ha sido muy criticado todo el tramo final, cuando Freddy hace su irrupción en una fiesta juvenil en la que todo el mundo está despierto (incluido el propio Jesse). En realidad, aunque, como vemos, argumentalmente esta entrega deriva por caminos argumentales muy diferentes a los de su antecesora, en el fondo, su estructura es la misma: si en Pesadilla en Elm Street a medida que se iba deshaciendo de los jóvenes hijos de los vecinos de Elm Street, Krueger imponía su presencia incluso fuera del mundo de los sueños, aquí ocurre los mismo: Krueger cada vez encuentra menos resistencia por parte de Jesse y, al igual que en la novela de Stevenson llegaba un momento que Jekyll podía transformarse en Hyde sin necesidad de tomar su poción, Jesse puede convertirse en Freddy sin necesidad de estar dormido, pues éste prácticamente, ya le ha poseído del todo.
Pero si la falta de sueño y, por tanto, la desorientación que povoca, era el arma que se utilizaba en la película de Craven, aquí será la confusión personal y, sobre todo, la identidad sexual. En la secuencia que abre la película, Jesse viaja en un autobús escolar. Está rodeado de compañeros de colegio pero, aún así, está aislado, no parece formar parte de ese mismo entorno. Cuando se han marchado todos, se queda a solas con dos chicas quienes se rien de él. Poco después, aparece Freddy. Cuando se despierta, con un alarido que helaría la sangre a la protagonista de la original King Kong, Jesse se levanta de la cama con el cuerpo sudado y en calzoncillos. Esta imagen se repetirá varias veces a lo largo del metraje. En una de las escenas clave del film, Jesse se encuentra con su profesor de gimnasia en un club gay. Éste va vestido de cuero negro y se lleva a Jesse al gimnasio del colegio. Allí, mientras el joven se ducha, el entrenador parece estar preparando los utensilios para una sesión sado, la cual se realizará finalmente, pero no como él preveía: atado con cuerdas para saltar la comba y desnudado, primero será golpeado con toallas en el trasero para, después, ser rematado por Freddy.
Jesse está viviendo una historia de amor con Lisa (Kim Myers), relación que parece hacerle fuerte contra Freddy y único medio por el cual vencerlo. ¿Es quizás por eso que Krueger intenta romper esa relación, confundiendo a Jesse con respecto a su orientación sexual? En este camino parece orientada la relación que mantiene el protagonista con Ron (Robert Rusler): recordemos que la escena en que se conocen, durante un partido de baseball, Ron le baja los pantalones a Jesse delante de todo el mundo para, a continuación, enzarzarse en una pelea, revolcándose por la tierra. En la escena de la fiesta, Jesse se enrolla con Lisa por primera vez. Pero, mientras se besan, la presencia de Freddy se hace notar (Jesse saca una enorme y repulsiva lengua, lo cual recuerda a la escena del teléfono de la primera entrega). Asustado, Jesse acude a la habitación de Ron, donde se siente seguro. Allí es donde Freddy, por fin, accede al mundo real (la escena de la transformación es impresionante y participa de la escuela de la Nueva Carne de los 80, al estilo de Aullidos o El beso de la pantera). De nuevo, el objetivo de Freddy parece consistir en alejar al protagonista del sexo femenino y, en cambio, acercarlo a comportamientos homosexuales (Jesse le dice a Ron que está sintiendo "algo" en su interior que desconoce y que intenta salir; a lo que Ron responde: "sí, es una chica que te está esperando, y tú quieres dormir conmigo"). Pero que nadie se confunda, no hay que ver en esta actitud una postura reaccionaria, sino, nás bien, como un intento de aislar a Jesse, de confundirle, para hacerle más vulnerable (en el hogar se utilizan otras tácticas y sus padres creen que está loco o se droga).
Como vemos, Pesadilla en Elm Street 2. La venganza de Freddy es una secuela tan peculiar como heterodoxa. En ocasiones, el espectador tiene la sensación de no encontarse ante una entrega de la saga Elm Street, sino ante un film diferente con apariciones especiales del protagonista de aquélla, casi un spin off. Pero en realidad, la película dirigida por Jack Sholder (autor de la genial Hidden (Oculto)) sirve de puente entre la primera película y la tercera (y fundamental) entrega y, de hecho, aporta varios elementos que formarán parte de la mitología intrínseca de Freddy Krueger: la utilización de la casa de Nancy como territorio de Freddy; la variación de la nana que se cantaba en la primera entrega para saltar a la comba, aquí una versión en la cual Krueger es la estrella de la canción; las pesadillas como auténticas performances, espectaculares puestas en escena por parte de Freedy (la impactante pesadilla del comienzo) o un final en el que Lisa se tiene que adentrar en el mundo de Freddy (y no a la inversa), repleto de criaturas monstruosas, para acabar con él (y en el que se encuentran algunas de las mejores ideas de planificación de la película: Sholder utiliza el corte de montaje para mostrar las alucinaciones que sufre Lisa; en cambio, cuando ésta se da cuenta de la realidad se utiliza un movimiento de cámara).
Han pasado cinco años y una nueva familia se ha instalado en la casa de Nancy. Jesse (Mark Patton), el hijo adolescente, tiende a sufir todas las noches horribles pesadillas en las cuales siempre aparece un horrible hombre que lleva su mano enfundada con un guante con cuchillas. La primera diferencia con Pesadilla en Elm Street, consiste en el carácter individual de esta segunda entrega, en contraposición al colectivo de aquella. Aquí ya no tenemos a un grupo de adolescentes que comparten pesadillas, sino que parece que sólo Jesse sueña con Freddy. De hecho, Krueger ha perdido sus poderes y, tras haber sido vencido por Nancy, su espíritu ha quedado prisionero de la casa donde vivía ésta, sólo pudiendo aparecer en los sueños de los que la habitan. Jesse será utilizado como receptáculo, única manera para que Krueger pueda matar. De esta manera, en Pesadilla en Elm Street 2. La venganza de Freddy se abandona el miedo a dormir, pues ya no es necesario que sus víctimas estén dormidas, sino que, al parecer, sólo Jesse, quien sería utilizado como una especie de marioneta, en versión sonámbula, por Freddy (en una escena vemos a Jesse tomando unas pastillas para mantenerse despierto, único instante donde se recupera, tímidamente, el espíritu del film original). De hecho, ha sido muy criticado todo el tramo final, cuando Freddy hace su irrupción en una fiesta juvenil en la que todo el mundo está despierto (incluido el propio Jesse). En realidad, aunque, como vemos, argumentalmente esta entrega deriva por caminos argumentales muy diferentes a los de su antecesora, en el fondo, su estructura es la misma: si en Pesadilla en Elm Street a medida que se iba deshaciendo de los jóvenes hijos de los vecinos de Elm Street, Krueger imponía su presencia incluso fuera del mundo de los sueños, aquí ocurre los mismo: Krueger cada vez encuentra menos resistencia por parte de Jesse y, al igual que en la novela de Stevenson llegaba un momento que Jekyll podía transformarse en Hyde sin necesidad de tomar su poción, Jesse puede convertirse en Freddy sin necesidad de estar dormido, pues éste prácticamente, ya le ha poseído del todo.
Pero si la falta de sueño y, por tanto, la desorientación que povoca, era el arma que se utilizaba en la película de Craven, aquí será la confusión personal y, sobre todo, la identidad sexual. En la secuencia que abre la película, Jesse viaja en un autobús escolar. Está rodeado de compañeros de colegio pero, aún así, está aislado, no parece formar parte de ese mismo entorno. Cuando se han marchado todos, se queda a solas con dos chicas quienes se rien de él. Poco después, aparece Freddy. Cuando se despierta, con un alarido que helaría la sangre a la protagonista de la original King Kong, Jesse se levanta de la cama con el cuerpo sudado y en calzoncillos. Esta imagen se repetirá varias veces a lo largo del metraje. En una de las escenas clave del film, Jesse se encuentra con su profesor de gimnasia en un club gay. Éste va vestido de cuero negro y se lleva a Jesse al gimnasio del colegio. Allí, mientras el joven se ducha, el entrenador parece estar preparando los utensilios para una sesión sado, la cual se realizará finalmente, pero no como él preveía: atado con cuerdas para saltar la comba y desnudado, primero será golpeado con toallas en el trasero para, después, ser rematado por Freddy.
Jesse está viviendo una historia de amor con Lisa (Kim Myers), relación que parece hacerle fuerte contra Freddy y único medio por el cual vencerlo. ¿Es quizás por eso que Krueger intenta romper esa relación, confundiendo a Jesse con respecto a su orientación sexual? En este camino parece orientada la relación que mantiene el protagonista con Ron (Robert Rusler): recordemos que la escena en que se conocen, durante un partido de baseball, Ron le baja los pantalones a Jesse delante de todo el mundo para, a continuación, enzarzarse en una pelea, revolcándose por la tierra. En la escena de la fiesta, Jesse se enrolla con Lisa por primera vez. Pero, mientras se besan, la presencia de Freddy se hace notar (Jesse saca una enorme y repulsiva lengua, lo cual recuerda a la escena del teléfono de la primera entrega). Asustado, Jesse acude a la habitación de Ron, donde se siente seguro. Allí es donde Freddy, por fin, accede al mundo real (la escena de la transformación es impresionante y participa de la escuela de la Nueva Carne de los 80, al estilo de Aullidos o El beso de la pantera). De nuevo, el objetivo de Freddy parece consistir en alejar al protagonista del sexo femenino y, en cambio, acercarlo a comportamientos homosexuales (Jesse le dice a Ron que está sintiendo "algo" en su interior que desconoce y que intenta salir; a lo que Ron responde: "sí, es una chica que te está esperando, y tú quieres dormir conmigo"). Pero que nadie se confunda, no hay que ver en esta actitud una postura reaccionaria, sino, nás bien, como un intento de aislar a Jesse, de confundirle, para hacerle más vulnerable (en el hogar se utilizan otras tácticas y sus padres creen que está loco o se droga).
Como vemos, Pesadilla en Elm Street 2. La venganza de Freddy es una secuela tan peculiar como heterodoxa. En ocasiones, el espectador tiene la sensación de no encontarse ante una entrega de la saga Elm Street, sino ante un film diferente con apariciones especiales del protagonista de aquélla, casi un spin off. Pero en realidad, la película dirigida por Jack Sholder (autor de la genial Hidden (Oculto)) sirve de puente entre la primera película y la tercera (y fundamental) entrega y, de hecho, aporta varios elementos que formarán parte de la mitología intrínseca de Freddy Krueger: la utilización de la casa de Nancy como territorio de Freddy; la variación de la nana que se cantaba en la primera entrega para saltar a la comba, aquí una versión en la cual Krueger es la estrella de la canción; las pesadillas como auténticas performances, espectaculares puestas en escena por parte de Freedy (la impactante pesadilla del comienzo) o un final en el que Lisa se tiene que adentrar en el mundo de Freddy (y no a la inversa), repleto de criaturas monstruosas, para acabar con él (y en el que se encuentran algunas de las mejores ideas de planificación de la película: Sholder utiliza el corte de montaje para mostrar las alucinaciones que sufre Lisa; en cambio, cuando ésta se da cuenta de la realidad se utiliza un movimiento de cámara).
2 comentarios:
Tendría que volver a verla, pero en su día me acojonó completamente la muy puta.
Pesadilla 2 todavía era una película de terror. Ya con la siguiente nos adentraremos en el terreno de lo que podríamos denomimar dark fantasy, y la cuarta ya es puro terror de discoteca. Pero eso lo iremos viendo con calma.
Un saludo.
Publicar un comentario