USA, 1988. 84m. C.
D.: John Carl Buechler P.: Iain Paterson G.: Daryl Haney & Manuel Fidello I.: Susan Blu, La Park-Lincoln, Terry Kiser, Kevin Spirtas F.: 1.85:1
Lo más interesante a la hora de seguir una saga tan longeva como la que nos ocupa (aparte de poner a prueba la resistencia de nuestra salud mental) es que sirve de ejemplo de las variantes a las que se ve sometida una franquicia cuando ésta pretende renovarse para no perder a su público. Es decir, estar siempre de moda. Así, a lo largo de siete films, la saga de Viernes 13 ha pasado por falsos finales y no menos falsos nuevos comienzos, coqueteado con las "nuevas" tecnologías en busca de una mayor espectacularidad (las 3D) e, incluso, caído en la autoparodia referencial (amable, eso sí). En la entrega que nos ocupa, entramos de lleno en la mezcolanza subgenérica y Viernes 13 7ª Parte: La película podría haberse subtitulado "Jason Voorhees meets Carrie".
Cuando aún era una niña, Tina fue testigo de como sus incontrolados poderes telekinéticos causaban la muerte de su padre. Convertida en una guapa adolescente pero todavía traumatizada por ese suceso, vuelve al mismo escenario donde sucedió la tragedia, una cabaña lindante con Crystal Lake, junto con su madre y un psicólogo de oscuras intenciones para curarse. La introducción de un personaje atormentado por unos poderes que no comprende ni controla y que, además, son la causa de la resurrección de Jason podía haber proporcionado un contrapunto dramático y sobrenatural a la habitual galería de atrocidades, pero, en cambio, sólo sirve de excusa para un despliege de efectos especiales de cosas que se mueven solas y bombillas que explotan. Eso sí, al menos se consigue alegrar el enfrentamiento final entre Jason y la protagonista, al utilizar esta última sus poderes en vez de limitarse a correr huyendo de su mortífero perseguidor.
Pero lo más importante de Viernes 13 7ª Parte: La película consiste en que por primera vez se hace cargo de la dirección un especialista en efectos especiales, en este caso, John Carl Buechler en cuyo currículum encontramos títulos como Re-Animator y La novia de Re-Animator, Re-Sonator, la segunda y tercera entrega de Ghoulies, Pesadilla en Elm Street 4 o algunas entregas de la saga Halloween. Como no podía ser de otra manera, esto repercute positivamente en el apartado de efectos especiales del film, pero no en los asesinatos (más bien al contrario, son los menos gráficos de la saga) sino en la construcción del Jason más impresionante visto hasta el momento. Interpretado por primera vez por Kane Hodder quien, a partir de aquí, se convertiría en el Jason oficial, nos encontramos con una putrefacta mole de imponente envergadura, con una herrumbrosa cadena enrollada al cuello, con la ropa hecha jirones a través de los cuales se distinguen partes de su estructura ósea y que luce, es un decir, su mejor maquillaje facial. De deforme a zombie, finalmente Jason Voorhees se ha convertido en todo un monstruo.
Por lo demás, poco bueno podemos decir de la labor como director de Buechler, quien es evidente está más interesado en el terreno en el que es un especialista, dando lugar a un film monótono, con un grupo de adolescentes cuya condición de carnaza es más obvia que nunca (eso sí, muy promiscuos), tristes persecuciones por el bosque y un gato saltando del interior de un armario. Destaquemos tan sólo una imagen (un personaje cruza una sala que está completamente a oscuras y en la que parece que no hay nadie. Un relámpago muestra fugazmente a Jason colocado en una esquina) y un final que si no fuera tan ridículo hasta podríamos tildar de freudiano.
Cuando aún era una niña, Tina fue testigo de como sus incontrolados poderes telekinéticos causaban la muerte de su padre. Convertida en una guapa adolescente pero todavía traumatizada por ese suceso, vuelve al mismo escenario donde sucedió la tragedia, una cabaña lindante con Crystal Lake, junto con su madre y un psicólogo de oscuras intenciones para curarse. La introducción de un personaje atormentado por unos poderes que no comprende ni controla y que, además, son la causa de la resurrección de Jason podía haber proporcionado un contrapunto dramático y sobrenatural a la habitual galería de atrocidades, pero, en cambio, sólo sirve de excusa para un despliege de efectos especiales de cosas que se mueven solas y bombillas que explotan. Eso sí, al menos se consigue alegrar el enfrentamiento final entre Jason y la protagonista, al utilizar esta última sus poderes en vez de limitarse a correr huyendo de su mortífero perseguidor.
Pero lo más importante de Viernes 13 7ª Parte: La película consiste en que por primera vez se hace cargo de la dirección un especialista en efectos especiales, en este caso, John Carl Buechler en cuyo currículum encontramos títulos como Re-Animator y La novia de Re-Animator, Re-Sonator, la segunda y tercera entrega de Ghoulies, Pesadilla en Elm Street 4 o algunas entregas de la saga Halloween. Como no podía ser de otra manera, esto repercute positivamente en el apartado de efectos especiales del film, pero no en los asesinatos (más bien al contrario, son los menos gráficos de la saga) sino en la construcción del Jason más impresionante visto hasta el momento. Interpretado por primera vez por Kane Hodder quien, a partir de aquí, se convertiría en el Jason oficial, nos encontramos con una putrefacta mole de imponente envergadura, con una herrumbrosa cadena enrollada al cuello, con la ropa hecha jirones a través de los cuales se distinguen partes de su estructura ósea y que luce, es un decir, su mejor maquillaje facial. De deforme a zombie, finalmente Jason Voorhees se ha convertido en todo un monstruo.
Por lo demás, poco bueno podemos decir de la labor como director de Buechler, quien es evidente está más interesado en el terreno en el que es un especialista, dando lugar a un film monótono, con un grupo de adolescentes cuya condición de carnaza es más obvia que nunca (eso sí, muy promiscuos), tristes persecuciones por el bosque y un gato saltando del interior de un armario. Destaquemos tan sólo una imagen (un personaje cruza una sala que está completamente a oscuras y en la que parece que no hay nadie. Un relámpago muestra fugazmente a Jason colocado en una esquina) y un final que si no fuera tan ridículo hasta podríamos tildar de freudiano.
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