USA/UK, 1995. 121m. C.
D.: Joel Schumacher P.: Tim Burton & Peter Mcgregor-Scott G.: Lee Batchler, Janet Scott Batchler & Akiva Goldsman I.: Val Kilmer, Tommy Lee Jones, Jim Carrey, Nicole Kidman F.: 1.85:1
Si la ciudad de Gotham City no sólo es un escenario, sino que sus esquinadas formas y laberínticas calles son una prolongación de la torturada psique de su defensor enmascarado, podemos diferenciar las particulares versiones que, hasta el momento, se han ofrecido del personaje creado por Bob Kane a través de la configuración estética de dichos escenarios. Si Tim Burton construyó un Gotham City que le debía tanto a las influencias (el ambiente noir y expresionista) como a sí mismo (con su goticismo retorcido de influencias circenses y féericas), en Batman Forever, Joel Schumacher construye una gigantesca discoteca, llena de colores, luces y ruidos. Una interminable fiesta que resume a la perfección el tono desenfadado de las nuevas aventuras de Batman. Algo que queda claro desde el mismo comienzo: si la aproximación de Burton minimizaba la importancia del súper-héroe en contraste con el carisma de sus enemigos, en esta ocasión el film arranca con los planos detalles de Batman colocándose el traje, para terminar con un travelling de aproximación a un Batman posando junto a su coche. A continuación, asistiremos a una aparatosa y larga escena de acción que contrasta con los comienzos de los anteriores films. El mensaje está claro: Batman Forever es puro espectáculo.
Y como espectáculo que es, Batman Forever ponte el acento en el aspecto más físico de la acción. Mientras para los protagonistas de los films de Burton las difíciles relaciones sentimentales eran consecuencia directa de sus problemas anímicos, Batman Forever es un film fuertemente erotizado, tanto en los comportamientos de los personajes como en su propia presencia. La relación entre Bruce Wayne/Batman y la psicóloga Chase Meridian, lejos de la frialdad con la que se retrataban las anteriores conquistas, construida a base de coqueteos y directa seducción, exuda sexualidad por todos los poros: la escena en que ambos se conocen y empiezan a flirtear tiene una tensión física más potente que el posterior combate de Batman con los secuaces de Dos-Caras; o la escena en que Batman visita a Chase en su alcoba, envuelta ella con las blancas sábanas que se pegan a su figura, abriendo la puerta que da al balcón donde la espera su pretendiente con capa, y que parece sacada de un cuento de Las mil y una noche (o del no menos erótico Drácula de Bram Stoker, dirigido por Francis Ford Coppola).
En este terreno entra también la presencia de Chris O'Donnell como Robin: un adolescente guapo y engreído, de atractiva presencia física y que introduce el elemento juvenil del film. O la presencia como villanos de unos sobreactuados Tommy Lee Jones (aunque lejos de su desfasadísima interpretanción en el Asesinos natos de Oliver Stone) y Jim Carrey (haciendo de Jim Carrey), más que un dúo de la maldad, una pareja de hecho a quienes lo que realmente parece molestarles no son las contínuas interferencias de Batman en sus planes, sino la irritante ambigüedad sexual de éste. De ahí que, en el climax final, enfrenten a Batman a su más personal dilema: tener que elegir entre Robin y Chase, o lo que es lo mismo, si ya está preparado para salir del armario o seguir ocultando su auténtica personalidad en ceñidos trajes de cuero de marcado acento fetichista.
Y como espectáculo que es, Batman Forever ponte el acento en el aspecto más físico de la acción. Mientras para los protagonistas de los films de Burton las difíciles relaciones sentimentales eran consecuencia directa de sus problemas anímicos, Batman Forever es un film fuertemente erotizado, tanto en los comportamientos de los personajes como en su propia presencia. La relación entre Bruce Wayne/Batman y la psicóloga Chase Meridian, lejos de la frialdad con la que se retrataban las anteriores conquistas, construida a base de coqueteos y directa seducción, exuda sexualidad por todos los poros: la escena en que ambos se conocen y empiezan a flirtear tiene una tensión física más potente que el posterior combate de Batman con los secuaces de Dos-Caras; o la escena en que Batman visita a Chase en su alcoba, envuelta ella con las blancas sábanas que se pegan a su figura, abriendo la puerta que da al balcón donde la espera su pretendiente con capa, y que parece sacada de un cuento de Las mil y una noche (o del no menos erótico Drácula de Bram Stoker, dirigido por Francis Ford Coppola).
En este terreno entra también la presencia de Chris O'Donnell como Robin: un adolescente guapo y engreído, de atractiva presencia física y que introduce el elemento juvenil del film. O la presencia como villanos de unos sobreactuados Tommy Lee Jones (aunque lejos de su desfasadísima interpretanción en el Asesinos natos de Oliver Stone) y Jim Carrey (haciendo de Jim Carrey), más que un dúo de la maldad, una pareja de hecho a quienes lo que realmente parece molestarles no son las contínuas interferencias de Batman en sus planes, sino la irritante ambigüedad sexual de éste. De ahí que, en el climax final, enfrenten a Batman a su más personal dilema: tener que elegir entre Robin y Chase, o lo que es lo mismo, si ya está preparado para salir del armario o seguir ocultando su auténtica personalidad en ceñidos trajes de cuero de marcado acento fetichista.
2 comentarios:
Atroz, y para colmo fue la única que llegue a ver en el cine de las cuatro "originales".
Mala hasta decir basta, creo que lo único decente fue el papel de Carrey.
Yo en cine sólo he visto las de Burton.
Yo de BF valoro la personalidad de Schumacher. Puede gustar o no, pero la tiene. Por lo demás, un film muy aburrido.
Y sí, lo mejor un Jim Carrey haciendo lo que se le da mejor y una Nicole Kidman más guapa que nunca.
Un saludo.
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