USA/Nueva Zelanda/Alemania, 2003. 251m. C.
D.: Peter Jackson P.: Peter Jackson, Barrie M. Osborne & Fran Walsh G.: Fran Walsh, Philipa Boyens & Peter Jackson, basado en el libro de J.R.R. Tolkien I.: Sean Austin, Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen F.: 2.35:1
El prólogo con el que se inica la tercera entrega de la colosal (y elefantiásica) adaptación de la mítica obra de J.R.R. Tolkien no sirve sólo como muestra de lo que podríamos llamar el origen de Gollum, sino que concentra en sus imágenes tanto la representación del mundo en el que habitan los protagonistas como la amenaza que se cierne sobre él. Una idílica estampa de Smeagol y un amigo pescando subidos en una barca que descansa plácidamente en un cristalino lago rodeados de una radiante y hermosa vegetación. El encuentro del anillo no sólo cambia radicalmente a su propietario, sino que varía, degrada, su entorno, confinándole a un hábita oscura y rocosa, en suma, estéril. Un camino que resume la estructura que ha seguido la propia película (la suma de sus partes): desde aquellas bucólicas imágenes que nos describían la vida en La Comarca hasta desembocar en el pedregoso camino que lleva hasta la Grieta del Destino. Precisamente en esa imagen, la de dos pequeñas figuras avanzando con dificultad a través de un gigantesco terreno hostil, reside la clave del éxito de la película.
A pesar de que nombrar El Señor de los Anillos supone hablar de una obra de grandiosa espectacularidad, y las primeras escenas que nos viene a la mente son planos aéreos de masas de ejércitos enfrentándose, la auténtica fuerza del film reside en las pequeñas historias o, mejor dicho, en las historias individuales que son el motor dramático de la gran épica. Así, lo emocionante de la intensa batalla que se libra en Minas Tirith no reside en los planos de la cámara siguiendo el vuelo de las enormes rocas lanzadas contra los muros de la fortaleza; ni en las horrendas criaturas voladoras que arrastran con sus afiladas garras filas y filas de soldados. La fuerza de esta larga (y sí, espectacular) escena se concentra en esos planos de Eowyn y Merry esperando, junto al resto de soldados, para atacar. En sus rostros se manifiesta el cúmulo de sensaciones previas a una batalla decisiva: miedo por la posibilidad de morir y euforia por lograr la victoria; y que explota en el vibrante enfrentamiento entre Eowyn y el Rey Brujo. O el heróico sacrificio de Faramir, quien siente en sus hombros tanto la sombra de su hermano muerto como el desprecio de su padre.
Es por todo esto que la última hora de El Señor de los Anillos. El retorno del Rey me parece lo mejor de las tres entregas juntas. La entrega más apocalíptica (la Tierra Media está al borde del abismo y los héroes que la defienden se ven superados por las fuerzas del mal a las que se enfrentan), tenebrosa (la lucha con Ella-Laraña, el segmento más atmosférico del film; el ejército de almas errantes, con esa imagen tan poderosa como tétrica de los héroes nadando en un océano formado por calaveras) y física (la imagen de Frodo con el torso desnudo, marcado por cicatrices que suponen un mapa del accidentado camino que ha recorrido) y que culmina con dos hobbits que hace tiempo que dejaron su fuerza atrás y que sólo les mueve la voluntad arrastrándose hacia un destino que les duele pero que no pueden evitar, mientras un Rey y un ejército son asediados, pendientes de las heróicas hazañas de dos seres que nos les llegan ni a la cintura.
De ahí la pertinencia de la conclusión del relato, tan discutida como, me temo, incomprendida. El regreso de los cuatro hobbits a La Comarca, que se ha mantenido al margen de todo lo que ha ocurrido, supone un bloque tan hermoso como triste. En él comprobamos por lo que han arriesgado sus vidas (la posibilidad de Sam de formar una familia y criar a sus hijos en un mundo seguro y radiante, símbolo de todo un mundo que vuelve a vivir), pero también el enorme sacrificio que han tenido que acarrear (Frodo ha sido marcado por las tinieblas, que se han quedado con una parte de él, y ya no pertenece a la tierra que él mismo salvó). Resumen de los ingredientes necesarios a la hora de escribir una gran aventura épica.
A pesar de que nombrar El Señor de los Anillos supone hablar de una obra de grandiosa espectacularidad, y las primeras escenas que nos viene a la mente son planos aéreos de masas de ejércitos enfrentándose, la auténtica fuerza del film reside en las pequeñas historias o, mejor dicho, en las historias individuales que son el motor dramático de la gran épica. Así, lo emocionante de la intensa batalla que se libra en Minas Tirith no reside en los planos de la cámara siguiendo el vuelo de las enormes rocas lanzadas contra los muros de la fortaleza; ni en las horrendas criaturas voladoras que arrastran con sus afiladas garras filas y filas de soldados. La fuerza de esta larga (y sí, espectacular) escena se concentra en esos planos de Eowyn y Merry esperando, junto al resto de soldados, para atacar. En sus rostros se manifiesta el cúmulo de sensaciones previas a una batalla decisiva: miedo por la posibilidad de morir y euforia por lograr la victoria; y que explota en el vibrante enfrentamiento entre Eowyn y el Rey Brujo. O el heróico sacrificio de Faramir, quien siente en sus hombros tanto la sombra de su hermano muerto como el desprecio de su padre.
Es por todo esto que la última hora de El Señor de los Anillos. El retorno del Rey me parece lo mejor de las tres entregas juntas. La entrega más apocalíptica (la Tierra Media está al borde del abismo y los héroes que la defienden se ven superados por las fuerzas del mal a las que se enfrentan), tenebrosa (la lucha con Ella-Laraña, el segmento más atmosférico del film; el ejército de almas errantes, con esa imagen tan poderosa como tétrica de los héroes nadando en un océano formado por calaveras) y física (la imagen de Frodo con el torso desnudo, marcado por cicatrices que suponen un mapa del accidentado camino que ha recorrido) y que culmina con dos hobbits que hace tiempo que dejaron su fuerza atrás y que sólo les mueve la voluntad arrastrándose hacia un destino que les duele pero que no pueden evitar, mientras un Rey y un ejército son asediados, pendientes de las heróicas hazañas de dos seres que nos les llegan ni a la cintura.
De ahí la pertinencia de la conclusión del relato, tan discutida como, me temo, incomprendida. El regreso de los cuatro hobbits a La Comarca, que se ha mantenido al margen de todo lo que ha ocurrido, supone un bloque tan hermoso como triste. En él comprobamos por lo que han arriesgado sus vidas (la posibilidad de Sam de formar una familia y criar a sus hijos en un mundo seguro y radiante, símbolo de todo un mundo que vuelve a vivir), pero también el enorme sacrificio que han tenido que acarrear (Frodo ha sido marcado por las tinieblas, que se han quedado con una parte de él, y ya no pertenece a la tierra que él mismo salvó). Resumen de los ingredientes necesarios a la hora de escribir una gran aventura épica.
3 comentarios:
Personalmente le hubiera puesto 5 estrellas solo por lo colosal de la película, independientemente de otros factores, ESDLA es un manual de como llevar a cabo una super-producción, una aventura de proporciones épicas. No creo que ninguna otra película de la historia se le acerque en cuanto a lo puesto en escena, y no creo que sea la más cara
Además deja clara una cosa, que los paisajes reales nunca podrán ser suplantados por paisajes hechos por ordenador. Ves las increíbles imágenes de Nueva Zelanda y luego te entra la risa al contemplar lo visto en Pandora (Avatar)
Hace poco vi la versión extendida de las 3 películas y aunque decían que les añadían 30, 50, chorrocientos minutos; sinceramente no encontré tantos minutos nuevos respecto de la original. O me inventé que esas escenas las vi o algo falla xD
Pues a pesar de la disparidad en la puntuación, estoy prácticamente de acuerdo contigo en todo: ESDLA es un ejemplo de cómo acometer una superproducción inteligente y personal (se nota la mano de Jackson) y los escenarios son impresionantes. Y cierto, entre que se rodaron las tres juntas y el equipo neozelandés, se puede decir que costaron una miseria (300 millones las tres).
En lo que sí no estoy de acuerdo es en las ediciones extendidas, sobre todo en este caso: EL RETORNO DEL REY es la que más cambia y la más beneficiada. Sólo por enterarnos de qué ocurre con Saruman y cómo los héroes se apoderan del barco enemigo la hacen más interesante que la estrenada en cines. Lo que no quita que me parezca demasiado larga.
PD.: No puedo despegar las manos de la PSP. Eso sólo podía conseguirlo Kojima.
Estoy de acuerdo con el primer comentario, de verdad que es una producción colosal la de El Señor de los Anillos, yo vi en hbo go la peli de Las Dos Torres y creo que es la mejor de las tres, tiene mucha acción y ves lo complejo de los personajes.
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