USA, 2011. 132m. C.
D.: Matthew Vaugh P.: Gregory Goodman, Simon Kinberg, Lauren Shuler Donner & Bryan Singer G.: Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman & Mathew Vaughn, basado en una idea de Sheldon Turner & Bryan Singer I.: James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, Rose Byrne
Por su propia definición, los comic-books de la Marvel suponen una continuación del modelo serial de los folletines decimonónicos o las novelas por entregas, haciendo de esta cualidad el motor de su mitología. Nos encontramos ante un universo en contínua expansión cuya leyenda surge del todo que se ha ido construyendo con la minuciosa suma de sus partes (esto es, de cada número mensual). Ante esto, puede resultar lógico que a la hora de adaptar ese universo infinito al formato cinematográfico se piense no tanto en un producto aislado como en el levantamiento y consolidación de una franquicia. Un detalle que afecta al título en cuestión tanto en su origen como en sus perspectivas de futuro: la importancia individual en detrimento de su colocación en una (con suerte) larga cadena de montaje.
X-Men. Primera generación resulta un claro exponente de lo dicho. La decisión de convertir la quinta entrega basada en la Patrulla-X creada por Stan Lee y Jack Kirby en una precuela no responde al interés de los desarrolladores del film de profundizar en los orígenes y las bases sobre las que se han asentado las otras películas, sino que se trata de un intento por revitalizar una saga que con sus últimos títulos (la mediocre X-Men. La decisión final y X-Men Orígenes. Lobezno), a pesar de sus estupendos rendimientos en taquilla, parecía haberse estancado en la fórmula eficazmente aplicada por Bryan Singer en los dos primeros títulos. Por tanto, a la hora de construir la acción (tanto a nivel dramático como espectacular) la mirada no está puesta tanto en los resultados idiosincrásicos del film, sino en su situación en la serie en general y sus consecuencias en caso de éxito.
Con todo, durante su primera media hora, X-Men. Primera generación parece contagiarse de la frescura de sus jóvenes protagonistas, logrando una atmósfera distendida y de transparente diversión que recuerda, en su concepto, a lo logrado por J.J. Abrams en la entretenida Star Trek. La ubicación de la acción en los años 60 permite apuntar directamente a los films de espías a lo James Bond, con sus elemento de pseudo-ciencia-ficción (los mad doctor, submarinos equipados con alta tecnología) y su enternecedora ingenuidad (la disparatada -pero simpática- manera con la cual la agente de la CIA Moira MacTaggert se infiltra en un casino de Las Vegas). Si a esto le sumamos un acercamiento de comedia romántica a los personajes (Xavier utilizando sus poderes para ligar con una chica y despertando los celos de su amiga Raven, futura Mística) obtenemos un producto que hace de la ligereza su mayor virtud.
Una ligereza que, inevitablemente, choca con la desmedida duración del film. La utilización de la crisis de los misiles cubanos como suceso real cohesionador de la ficción introduce un tibio elemento irreverente al reescribir la Historia oficial a través de los mecanismos del blockbuster, pero, a la vez, disipa los elementos más joviales en favor de un enfoque más, pretendidamente, complejo. Esta imposible combinación (las distendidas reuniones entre los mutantes adolescentes enseñandose sus poderes contra las estrategias geopolíticas del malvado Sebastian Shaw) acaba restándole entidad al film, que se conforma con ir colocando sus piezas (la búsqueda de los nuevo mutantes; su entrenamiento; la confrontación final) como si fuera restando una serie de tareas pendientes escritas en una hoja de papel antes de llegar a la conclusión.
En uno de los documentales que forman parte de los extras del DVD de Señales, M. Night Shyamalan explica que en la mayoría de las producciones comerciales del cine norteamericano actual se disimula con un elaborado montaje las deficiencias de una narración plana. Algún día habría que comentar detenidamente la forma con la que el buen hacer de los directores de fotografía y los montadores de las grandes superproducciones consiguen maquillar la endeble labor de sus realizadores. Así, aparentemente X-Men. Primera generación hace gala de un seductor envoltorio, potenciado por los efectos especiales y la enfática banda sonora. Pero a poco que nos fijemos, el director Matthew Vaughn parece echar mano del libro de estilo de cómo-dirigir-una-película-de-superhéroes dando lugar a una puesta en escena tan llamativa como convencional (la entrada de Magneto en la mansión en la que se encuentra Emma Frost, acabando con los guardias que se interponen en su camino) interrumpida por breves momentos de inspiración (el plano general que muestra a Magneto utilizando su poder para apuñalar a un enemigo; aquel en el que hace emerger un submarino; el travelling que nos muestra la muerte del villano).
Cuando el espectador llega al final de X-Men. Primera generación tiene la misma impresión que al visualizar las escenas post-créditos de otros títulos basados en los comics de la Marvel: que todo el metraje precedente no es más que una excusa para llegar a ese instante concreto que sirve de enlace para futuras producciones. El subgénero superheróico parece haber asimilado los modos y maneras de los episodios pilotos televisivos como único camino hacia su propia supervivencia comercial.
X-Men. Primera generación resulta un claro exponente de lo dicho. La decisión de convertir la quinta entrega basada en la Patrulla-X creada por Stan Lee y Jack Kirby en una precuela no responde al interés de los desarrolladores del film de profundizar en los orígenes y las bases sobre las que se han asentado las otras películas, sino que se trata de un intento por revitalizar una saga que con sus últimos títulos (la mediocre X-Men. La decisión final y X-Men Orígenes. Lobezno), a pesar de sus estupendos rendimientos en taquilla, parecía haberse estancado en la fórmula eficazmente aplicada por Bryan Singer en los dos primeros títulos. Por tanto, a la hora de construir la acción (tanto a nivel dramático como espectacular) la mirada no está puesta tanto en los resultados idiosincrásicos del film, sino en su situación en la serie en general y sus consecuencias en caso de éxito.
Con todo, durante su primera media hora, X-Men. Primera generación parece contagiarse de la frescura de sus jóvenes protagonistas, logrando una atmósfera distendida y de transparente diversión que recuerda, en su concepto, a lo logrado por J.J. Abrams en la entretenida Star Trek. La ubicación de la acción en los años 60 permite apuntar directamente a los films de espías a lo James Bond, con sus elemento de pseudo-ciencia-ficción (los mad doctor, submarinos equipados con alta tecnología) y su enternecedora ingenuidad (la disparatada -pero simpática- manera con la cual la agente de la CIA Moira MacTaggert se infiltra en un casino de Las Vegas). Si a esto le sumamos un acercamiento de comedia romántica a los personajes (Xavier utilizando sus poderes para ligar con una chica y despertando los celos de su amiga Raven, futura Mística) obtenemos un producto que hace de la ligereza su mayor virtud.
Una ligereza que, inevitablemente, choca con la desmedida duración del film. La utilización de la crisis de los misiles cubanos como suceso real cohesionador de la ficción introduce un tibio elemento irreverente al reescribir la Historia oficial a través de los mecanismos del blockbuster, pero, a la vez, disipa los elementos más joviales en favor de un enfoque más, pretendidamente, complejo. Esta imposible combinación (las distendidas reuniones entre los mutantes adolescentes enseñandose sus poderes contra las estrategias geopolíticas del malvado Sebastian Shaw) acaba restándole entidad al film, que se conforma con ir colocando sus piezas (la búsqueda de los nuevo mutantes; su entrenamiento; la confrontación final) como si fuera restando una serie de tareas pendientes escritas en una hoja de papel antes de llegar a la conclusión.
En uno de los documentales que forman parte de los extras del DVD de Señales, M. Night Shyamalan explica que en la mayoría de las producciones comerciales del cine norteamericano actual se disimula con un elaborado montaje las deficiencias de una narración plana. Algún día habría que comentar detenidamente la forma con la que el buen hacer de los directores de fotografía y los montadores de las grandes superproducciones consiguen maquillar la endeble labor de sus realizadores. Así, aparentemente X-Men. Primera generación hace gala de un seductor envoltorio, potenciado por los efectos especiales y la enfática banda sonora. Pero a poco que nos fijemos, el director Matthew Vaughn parece echar mano del libro de estilo de cómo-dirigir-una-película-de-superhéroes dando lugar a una puesta en escena tan llamativa como convencional (la entrada de Magneto en la mansión en la que se encuentra Emma Frost, acabando con los guardias que se interponen en su camino) interrumpida por breves momentos de inspiración (el plano general que muestra a Magneto utilizando su poder para apuñalar a un enemigo; aquel en el que hace emerger un submarino; el travelling que nos muestra la muerte del villano).
Cuando el espectador llega al final de X-Men. Primera generación tiene la misma impresión que al visualizar las escenas post-créditos de otros títulos basados en los comics de la Marvel: que todo el metraje precedente no es más que una excusa para llegar a ese instante concreto que sirve de enlace para futuras producciones. El subgénero superheróico parece haber asimilado los modos y maneras de los episodios pilotos televisivos como único camino hacia su propia supervivencia comercial.
9 comentarios:
muy buena crítica, de una peli que aún no ví, por cierto. Uno tu opinión a la cantidad de comentarios (muy divididos, por cierto) que estosdías he leído sobre la peli.
Sólo me animo a escribirte, por tanto, para hacer una acotación a tu intro: "Por su propia definición, los comic-books de la Marvel (o de cualquier otra editorial) suponen una continuación del modelo serial de los folletines decimonónicos o las novelas por entregas"
El "problema" está en el paréntesis. El modelo folletín es evidentemente contemplado y desarrollado en Marvel, y en empresas posteriores (así como en la competencia, DC, tras el fulminante éxito del modelo Stan Lee) Pero en realidad atribuir a "cualquier otra editorial" de comic-book esa cualidad es erróneo. Si te das cuenta, la DC (años 30-40-50) no usa el modo serial, salvo en tanto que acumulación. Y EC cómics 8así como su infinidad de competidores) tampoco.
El modelos serial está perfectamente aplicado a Marvel, que es lo que nos interesa para el caso (X Men) pero no es exacto extrapolarlo a toda la industria del comic book :)
Pues fíjate que el paréntesis lo puse in extremis para guardarme las espaldas. Gracias por la puntualización y, como de todas formas no me gustaba como quedaba el paréntesis, lo quito y queda en el comentario la versión original. Ay, es lo que tiene moverse por un terreno en el que uno no tiene mucha confianza en sus conocimientos.
En cuanto a la recepción de la película, en general muy positiva, si te sirve como estadística fuimos un grupo de tres a verla al cine y las reacciones fueron de lo más variada: a uno le entusiasmó enormemente; a otro le gustó bastante; y a un servidor, como indico en la reseña, no le convenció demasiado.
Un saludo.
El tema esta en los comics-books. Yo lo he interpretado como superhéroes y así no chirría nada. Yo creo que podrías matizar poniendo superhéroes modernos al lado de comics-books y ya.
Pues sí que ha dado que hablar el paréntesis. Efectivamente, Lord, me refería al cómic de superhéroes tal y como lo conocemos hoy en día y pensé, como tu dices, matizarlo, pero como no me convencía nada lo del paréntesis (que siempre ralentizan la lectura) finalmente he decidido quitarlo.
bueno, te hubiera escrito un mail privado, int, pero no lo encuentro... no quiero insistir en algo tan secundario en un post de cine en un blog de cine, pero es que no. No es tan sencillo como restringir lo folletinesco a los Sh. DC existe desde los 30, durante los 40, 50 y parte de los 60 NO aplica el continuará ni el sentido de universo de Marvel (esa sí, Marvel aplica técnicas de folletín y los lleva más allá incluso) Y al rebufo de batman y Super (que como mucho compartían aventuras en cabeceras como The World's finest, o se arrejuntaban en la LJA... pero en cuadernillos de aventuras autoconclusivas y sin "memoria") hubo muchas otras editoriales compitiendo en el mercado de los pijamas, tanto USA como GB, y no hacían material folletinesco, no en el sentido que estáis pensando, que es el de Marvel.
Así que el folletín, la continuidad, los cruces, la 'memoria'... eso nace (y es gloria de) con Marvel. Que luego, claro, en los sesenta y más en los setenta y hasta hoy, todas las editoriales la imitaron. Bien.
Y repito, me fastidia insistir en el tema, no es el lugar, creo, pero no hacerlo es no aclarar una verdad.
Todo este embrollo se explica muy bien, por dar una fuente que es fácil adquirir a día de hoy, en el tomo 3 de la enciclopedia "Del tebeo al manga" dirigida por Antoni Guiral (ed. Panini), subtitulado "el comik-book de Sh y otros géneros", que analiza el nacimiento del formato previo a la época gloriosa de Marvel)
De fastidio nada, sus aportaciones son valiosísimas y bienvenidas. Y sí, este es un blog de cine, pero ante una reseña sobre una peli de superhéroes estas puntualizaciones son necesarias. Sobre todo a la hora de dar al César lo que es del César, en este caso, a Marvel.
Me resulta muy interesante lo que indicas, porque recientemente he estado leyendo la etapa de Grant Morrison en Batman aprovechando los recopilatorios en tapa dura (que a mí me parece ejemplar a pesar de las críticas que ha recibido) y ese intento de Morrison por dar coherencia y continuidad a los 70 años de vida del hombre murciélago ahora me resulta aún más admirable.
Un saludo y ante cualquier error o despiste de un servidor no se corte en corregirme.
Yo por culpa de mi frikismo salí entusiasmado con la película.
No me esperaba unas caracterizaciones tan buenas de Magneto y Xavier, Bacon me gustó bastante y el toque a lo james bond y villanos con planes grandilocuentes me encantó.
Tampoco sabía que fuera tan precuela y esperaba más bien un reboot. NO me importo que los mutantes elegidos fueran de tercera y cuarta fila porque el resultado ha estado por encima de estos detalles.
en mi opinión se nota y mucho la mano de Singer.
Un saludo
Pues no sabría que decirte con lo de toque Synger. Está claro que dió la espalda de mala manera a la saga después del buen hacer de X-Men 2 -al final, para nada- pero no estoy seguro que su mano sea tan definitoria en esta ocasión.
La película tiene cosas buenas, desde luego, pero sigue fastidiándome (es un decir) que este tipo de películas (como Thor) se conformen con ser episodios eficaces y no tengan ninguna ambición cinematográfica.
Mmmm es muy entretenida, me alegra que salga January Jones de Mad Men, luce muy bonita y es una gran actriz.
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