sábado, 22 de mayo de 2010

Meatball Machine


(Meatball Machine)
Japón, 2005. 90m. C.
D.: Yûdai Yamaguchi & Jun'ichi Yamamoto P.: Yukihiko Yamaguchi G.: Junya Kato I.: Issei Takahashi, Aoba Kawai, Kenichi Kawasaki, Shôichirô Masumoto F.: 1.85:1

Meatball Machine es un nuevo ejemplo de lo vivas que están las enseñanzas de los (ya viejos) maestros de la Nueva Carne en el cine de consumo de bajo presupuesto del cine japonés. A lo largo de su metraje y espoleados por sus impactantes imágenes, no podemos por menos que acordarnos de nombres como David Cronenberg (o, al menos, del Cronenberg más primigenio: el de los universos virulentos e infecciosos de Vinieron de dentro de o Rabia) o Brian Yuzna (especialmente, los efectos especiales surrealistas, como él mismo los denominaba, de Screaming Mad George para películas como Society o La novia de Re-Animator). Y ya mirando para casa, es inevitable mencionar el nombre de Shinya Tsukamoto cuya trilogía ferozmente cyberpunk (Tetsuo: El hombre de hierro, Tetsuo II: El cuerpo de martillo y la reciente Tetsuo: The Bullet Man) es la base no sólo de la película que nos ocupa, sino de buena parte del cine de ciencia ficción más extremo y gore japonés (como, por ejemplo, The Machine Girl o Samurai Princess). Tanto el diseño de los necroborgs en general -seres humanos convertidos en mechas biomecánicos controlados por unas repulsivas criaturas que anidan en su interior- como en escenas concretas en particular -el brazo taladro de una de las criaturas o el enorme cañón que surge del pecho del protagonista- beben de las inolvidables imágenes de los films de Tsukamoto.

Pero si hemos de buscar una personalidad detrás de Meatball Machine no es en el nombre de sus directores, sino en Yoshihiro Nishimura, creador de efectos especiales, artista conceptual del látex más viscoso, quien en Meatball Machine vuelve a dar rienda suelta a su enfermiza imaginación, combinando las más atroces simbiosis hombre-máquina con un universo de erotismo retorcido y grotesco. El extraño y perturbadoramente arácnido ente metálico que infecta a las desdichadas víctimas que caen bajo sus tentáculos podría haber sido concebido por la oscura mente de H.R. Giger. La escena en la cual la criatura posee a la protagonista, violándola literalmente, parece surgida de un lascivo y abisal cruce entre La cosa, El almuerzo desnudo, de Cronenberg, y el hentai tentacular mas extremo.

En este mundo terriblemente físico sólo el sentimiento humano más ilógico a la vez que el más arrebatador, el amor, puede abrir una fisura por la cual se cuele la esperanza de una relación en un universo afectado de deficiencia afectiva. El protagonista, Yôji, es un joven tímido, enamorado en la distancia de una chica a la que ve todos los días durante la hora del descanso en la fábrica en la que trabaja, y con la que es incapaz de mantener una relación de proximidad. Por su parte, esta chica, Sachiko, también se ha fijado en él, pero un trauma de la infancia que la ha marcado tanto psíquica como físicamente le impide entregarse. Dos seres solitarios e incapaces de relacionarse, cuyos sentimientos compartidos se abrirán paso a través de la carne, la sangre y el metal, en un brutal enfrentamiento final en el que cada golpe, cada mutilación, tiene la intensidad, la pasión y la desesperación de un encuentro sexual tan deseado como refrenado.


2 comentarios:

Txema SG dijo...

ufff,tiene pinta de ser un pelin desagradable, no obstante le echaremos un vistazo.

Gracias!

José M. García dijo...

Está claro que estamos en un terreno claramente extreme (y muy bizarre), pero el abundante gore es tan excesivo e irreal que más que el asco, busca el impacto (y, a veces, la risa... aunque no es el caso concreto).

Si te sirve de acicate, en algunos momentos me daba la impresión de ver una grotesca película de súper-héroes (especialmente, el enfrentamiento final).

Un saludo.