(Joshikyôei hanrangun)
Japón, 2007. 78m. C.
D.: Kôji Kawano P.: Yôji Hirako & Masami Teranishi G.: Satoshi Ôwada I.: Sasa Handa, Yuria Hidaka, Ayumu Tokitô, Mizuka Arai F.: 1.85:1
El comienzo de esta película resulta de lo más desconcertante. El escenario: la piscina cubierta de un instituto. La protagonista: una joven dispuesta a hacer unos largos enfundada en su traje de baño. Mientras ésta realiza unos ejercicios de calentamiento (y no sólo destinados a ella, atención al plano detalle de los pezones de la muchacha marcados en el ajustado traje) se intercalan una serie de planos subjetivos de "algo" que aguarda bajo el agua. La chica se zambulle y empieza a nadar hasta que nota que hay alguien que la está vigilando (unos planos desde su punto de vista, entrando y saliendo del agua, preparan la atmósfera para el golpe de efecto) hasta que, de repente, un rostro aparece enfrente suyo para, al instante, desvanecerse. Una vez se ha recobrado del susto, la chica descubre, horrorizada, que su mano está llena de unos largos y húmedos cabellos. Lo desconcertante de esta escena, que podría perfectamente pertenecer a cualquier secuela de The Ring, es que no tiene absolutamente nada que ver con el resto del metraje ni nunca se volverá a hacer mensión de ella. Es más, descoloca el tono sobrenatural de la misma en un film tan marcadamente físico.
En cambio, hacia el final del film hallamos una imagen que, al contrario que el comienzo, sí que nos sirve de resumen del contenido, y las intenciones, de esta simpática, aunque decididamente mediocre, película: un plano general, levemente picado, de la protagonista, completamente desnuda y tumbada en la hierba, con las piernas abiertas y cubierta toda ella de sangre. Enfrente suyo, esparcidos por el suelo, los restos de un cuerpo atrozmente desmembrado. El punto de partida de The Girls Rebel Force of Competitive Swimmers (una vacuna que convierte a la mayoría de alumnas y parte del profesorado de un instituto japonés en maníacos zombies homicidas) no es más que una excusa para un cúmulo de escenas en el que el cuerpo (femenino, por supuesto) es el protagonista, ya sea por su sangrienta mutilación o lujuriosa exhibición.
Pero al contrario que otros productos de este tipo (producciones de muy bajo presupuesto de salida directa al mercado doméstico) en las cuales los desnudos sirven para calentar lo que no es más que un catálogo de atrocidades, en The Girls Rebel Force of Competitive Swimmers el componente erótico pasa al primer plano desde el momento en el que prácticamente cualquier escena es una excusa para introducir una escena de este tipo: las dos protagonistas se conocen cuando una de ellas lanza a la otra a la piscina. Mientras sus ropas se secan, las dos se ducharán juntas; el oscuro pasado de la protagonista, adiestrada para convertirse en una máquina de matar, y convertida en una esclava sexual de su maestro; o la escena en la que las dos amigas conversan en la cocina, que empieza con un detalle de entrañable romanticismo naïf (una de ellas dice a su compañera herida que la va a alimentar, sorbe una cucharada de sopa y, a continuación, besa suavemente sus labios) y que termina en una larga y muy explícita escena de lesbianismo (y de trasfondo incestuoso).
Por otro lado, estas escenas subidas de tono es lo único mínimamente serio del film. Las variadas escenas gore (que incluye decapitamientos, destripamientos, miembros cercenados, canibalismo en primer plano y, no podía faltar, motosierras) son enfocadas desde una perspectiva cómica, para nada terrorífica. Es este tono despreocupado y absurdo precisamente el medio para disfrutar, dentro de unos límites, de un film que técnica y narrativamente resulta, siendo suaves, muy pobre y, siendo honestos, una chapuza. Como las escenas de acción (con ese grupo de nadadoras convertidas en una superheroínas con traje de combate y todo), los giros de guión que retuercen más allá de lo risible la historia o la nulidad interpretativa del reparto, empezando por la propia protagonista, capaz, eso sí, de compensar sus limitaciones con su poderío pectoral.
En cambio, hacia el final del film hallamos una imagen que, al contrario que el comienzo, sí que nos sirve de resumen del contenido, y las intenciones, de esta simpática, aunque decididamente mediocre, película: un plano general, levemente picado, de la protagonista, completamente desnuda y tumbada en la hierba, con las piernas abiertas y cubierta toda ella de sangre. Enfrente suyo, esparcidos por el suelo, los restos de un cuerpo atrozmente desmembrado. El punto de partida de The Girls Rebel Force of Competitive Swimmers (una vacuna que convierte a la mayoría de alumnas y parte del profesorado de un instituto japonés en maníacos zombies homicidas) no es más que una excusa para un cúmulo de escenas en el que el cuerpo (femenino, por supuesto) es el protagonista, ya sea por su sangrienta mutilación o lujuriosa exhibición.
Pero al contrario que otros productos de este tipo (producciones de muy bajo presupuesto de salida directa al mercado doméstico) en las cuales los desnudos sirven para calentar lo que no es más que un catálogo de atrocidades, en The Girls Rebel Force of Competitive Swimmers el componente erótico pasa al primer plano desde el momento en el que prácticamente cualquier escena es una excusa para introducir una escena de este tipo: las dos protagonistas se conocen cuando una de ellas lanza a la otra a la piscina. Mientras sus ropas se secan, las dos se ducharán juntas; el oscuro pasado de la protagonista, adiestrada para convertirse en una máquina de matar, y convertida en una esclava sexual de su maestro; o la escena en la que las dos amigas conversan en la cocina, que empieza con un detalle de entrañable romanticismo naïf (una de ellas dice a su compañera herida que la va a alimentar, sorbe una cucharada de sopa y, a continuación, besa suavemente sus labios) y que termina en una larga y muy explícita escena de lesbianismo (y de trasfondo incestuoso).
Por otro lado, estas escenas subidas de tono es lo único mínimamente serio del film. Las variadas escenas gore (que incluye decapitamientos, destripamientos, miembros cercenados, canibalismo en primer plano y, no podía faltar, motosierras) son enfocadas desde una perspectiva cómica, para nada terrorífica. Es este tono despreocupado y absurdo precisamente el medio para disfrutar, dentro de unos límites, de un film que técnica y narrativamente resulta, siendo suaves, muy pobre y, siendo honestos, una chapuza. Como las escenas de acción (con ese grupo de nadadoras convertidas en una superheroínas con traje de combate y todo), los giros de guión que retuercen más allá de lo risible la historia o la nulidad interpretativa del reparto, empezando por la propia protagonista, capaz, eso sí, de compensar sus limitaciones con su poderío pectoral.
2 comentarios:
ah! por cierto mi blog.
http://asianmoviesclan.blogspot.com/
;)
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