domingo, 2 de enero de 2011

Posesión alucinante

(Silent Night, Deadly Night III: Better Watch Out!)
USA, 1989. 90m. C.
D.: Monte Hell P.: Arthur Gorson G.: Carlos Lazlo, basado en una idea de Carlos Lazlo, Arthur Gorson & Monte Hellman I.: Samantha Scully, Bill Moseley, Richard Beymer, Eric DaRe F.: 1.85:1

Resulta difícil, y aventurado, comprender los motivos por los cuales los distribuidores españoles, en no pocas ocasiones, deciden cambiar los títulos originales de determinados títulos para sacarse de la manga secuelas no existentes (verbigracia, House III -cuyo título original es The Horror Show- o Phantasma II -la adaptación de Tobe Hooper de El misterio de Salem's Lot, de Stephen King, sin relación alguna con la película original de Don Coscarelli). Con Posesión alucinante nos encontramos ante un caso diferente: no sólo porque aquí la situación se invierte, ocultando al espectador que se encuentra ante la tercera entrega de la saga iniciada con Noche de paz, noche de muerte, sino porque las razones para este cambio se nos presentan más claras: Posesión alucinante poco tiene que ver con las entregas anteriores, más allá de que nos digan que el asesino es el mismo de la anterior parte y la inclusión de los inevitables flashbacks que recuperan metraje del film original. Como si el frustrar las expectativas de sus seguidores fuese el motor original de la saga, Posesión alucinante se desmarca casi por completo del género slasher al que supuestamente pertenece para ofrecer un popurrí genérico compuesto por poderes parapsicológicos, mad doctor, psychokiller y ayudas desde el más allá, sin que el psicópata se moleste ya ni siquiera en vestirse de Santa Claus.

El punto de partida del film propone una paradoja irónica harto interesante: Laura, la protagonista, es ciega y posee una serie de habilidades extrasensoriales que le permite abrir un tercer ojo a través del cual sí puede ver: el desarrollo de este sexto sentido parece ser una medida evolutiva para compensar la falta del sentido de la vista, sustituyéndolo. Una habilidad que, a la vez, le permite conectarle con la mente apagada de Ricky, en estado de coma tras ser abatido a tiros al final de Noche de paz, noche de muerte 2, despertándole convertido en una criatura de Frankenstein, con su cerebro visible a través de una burbuja de plexiglás colocada en su cabeza, obsesionada con quien le ha devuelto a la vida (una idea que cuatro años después retomará Maniac Cop 3 con los roles cambiados, con Matt Cordell "enamorándose" de una policía en coma tras un tiroteo).

Ante el cúmulo de despropósitos que conforman el metraje de Posesión alucinante (diálogos desopilantes, personajes absurdos, interpretaciones irrisorias, montaje aleatorio, escasa o nula coherencia) sería tan lógico como fácil el llegar a la conclusión de encontrarnos ante una mala película. Pero hay un detalle que puede iluminarnos el camino: que entre los principales protagonistas de Posesión alucinante hallemos a tres actores que posteriormente trabajarán con David Lynch (Richard Beymer y Eric DaRe en la televisiva Twin Peaks y Laura Harring en Mulholland Drive) no puede ser una casualidad.

Una de las características narrativas más llamativas de la película consiste en su ritmo lento producto de un montaje sonámbulo en el que da la impresión de que todos los planos durán más de lo necesario. De esta manera, Posesión alucinante adquiere un desarrollo lacio que imita a los andares lentos de su asesino. Esta lentitud aporta un tono casi surrealista a las escenas pretendidamente terroríficas, con los personajes manteniendo una actitud serena y estática incluso en los momentos más peligrosos, como si supieran que están dentro de una pesadilla (la ausencia de música en algunas secuencias potencia la atmósfera onírica). O como si, en realidad, no estuviéramos presenciando los hechos "reales", sino la interpretación que Laura hace a través de su particular percepción (unida, no lo olvidemos, a la deteriorada mente de Ricky). Por tanto, la galopante psicotronía de la que hace gala Posesión alucinante adquiere plena coherencia: después de todo, nos hallamos ante el fruto de la combinación de un trastornado cerebro que acaba de despertar de un largo coma y la distorsionada visión parapsicológica de una ciega.


2 comentarios:

Stranno dijo...

Ese casillero de estrellas no sube, menuda sesión de pestiños que te estás pegando

Ya solo el título -en Español claro- es para fustigar a alguien, la segunda parte se llamará 'Flipa colega que posesión' mínimo

José M. García dijo...

Estoy preparando mi organismo para afrontar el visionado de "Drácula 3000".

El título no deja de ser una variación, desconozco si intencionada o no, del poderoso "Posesión infernal".