USA, 2004. 115m. C.
D.: Brad Bird P.: John Walker G.: Brad Bird I.: Craig T. Nelson, Holly Hunter, Samuel J. Jackson, Jason Lee F.: 2.35:1
Aunque pasaron más de veintidós años entre la publicación de la serie limitada Watchmen y su adaptación oficial cinematográfica, cuando por fin ésta se hizo realidad de la mano de Zack Snyder llegaba tarde: la obra magna escrita por Alan Moore y dibujada por Dave Gibbons ya había sido llevada a la gran pantalla con Los increíbles cinco años antes con unos resultados paradójicamente más fieles en cuanto a espíritu a la página impresa que la, con todo, estimable Watchmen.
Durante su primer tercio Los increíbles refleja con meridiana lucidez que no está reñida con su aspecto más lúdico (esto es, ofrecer un producto de entretenimiento disfrutable para toda la familia) la difícil compatibilidad entre una vida dedicada a combatir el crimen y proteger al inocente con la necesidad personal de crear un espacio individual en el que desarrollar una vida íntima. La serie de peligros que se interponen en el camino de Mr. Increíble y que casi le impiden llegar a su propia boda nos muestra la figura del superhéroe no como una solución a los problemas, sino más bien como un punto de atracción: su propia existencia reclama la necesidad de un peligro al que combatir: si no hay villano, no hay héroe (en el momento en el que los superhéroes deciden, por obligación, dejar su oficio superheróico a un lado, dejan de existir esas amenazas más-grandes-que-la-vida, como si ambas figuras fueran componentes de una equilibrada balanza: la manera en la que Síndrome pretende presentarse como el protector oficial de la ciudad es creando primero una devastadora arma que la ponga en peligro).
Pero de igual manera que los principales protagonistas de Watchmen -como Dan Dreiberg o Laurie Juspeczyk, identidades públicas de Búho Nocturno II y Espectro de Seda II respectivamente- se veían sumidos en una existencia aburrida e insatisfecha bajo la perpétua sombra de sus logros pasados como vigilantes, Los increíbles también demuestra que el hábito no es más que una convención del monje: el superhéroe no es su traje, sino esa necesidad por hacer el bien que les quema en sus entrañas: en su gris trabajo como oficinista en una despiadada compañía de seguros, Mr. Increíble -ahora transmutado como Bob Parr- no puede evitar ayudar a sus clientes, incluso poniendo en peligro su propio puesto de trabajo; sus hijos también sienten que han sido elegidos para un logro mayor que el de asistir día a día a la escuela y sacar buenas notas (las travesuras de Dash y la timidez de Violeta son muestras de la necesidad de canalizar sus poderes en la vida cotidiana).
Si Alan Moore partió de los personajes preexistentes de la editorial Charlton Comics para crear el elenco protagonista de Watchmen, Brad Bird va más lejos en sus intenciones y, en su intento de reflexionar a la vez que actualizar la figura icónica del superhéroe- toma como referente el punto fundacional de éste: la "familia" que formaban Los 4 Fantásticos, creada por Stan Lee y Jack Kirby en 1961, cuyos miembros sirven de modelo para la familia Parr -Mr. Increíble sería un sosias de La Cosa; Elastigirl toma los poderes de Mr. Fantástico; su hija Violeta, los de la Mujer Invisible- enriquecido con apuntes a otros títulos nacidos en la canónica editorial Marvel Comics -Frozone es la variante afroamericana del Hombre de Hielo de la original La Patrulla X- siendo Dash, heredero de la velocidad de Flash, representante de la compañía rival de Marvel, DC Comics.
Esta fusión entre el origen de la figura del superhéroe y su representación a través de las más actuales técnicas de animación digital es la que hace de Los increíbles una de las indagaciones más penetrantes acerca de la viabilidad del arquetipo a través de los tiempos, adelantando a las recientes adaptaciones en imagen real de figuras tan conocidas como Batman, Spider-Man o Iron Man desde el momento en el que la creación de un héroe original, nacido del molde de sus referentes pero conservando su propia personalidad, no sólo ofrece una libertad de la que no pueden presumir sus célebres compañeros, sino que resulta más eficaz a la hora de mostrar la pervivencia de esa figura primigenia en nuestros más modernos y tecnificados tiempos.
Pero nada de lo expuesto hasta ahora pasaría de una reflexión más o menos sesuda de esas que pueden llenar cientos de páginas de un tocho de tapa dura si no fuera por la portentosa habilidad de los animadores del estudio Pixar quienes, una vez más, demuestran que su objetivo no es alcanzar la cima del cine de animación (de una montaña que ellos mismos hacen crecer con cada trabajo) sino colocar su bandera en la cúspide del cine en general a través de la utilización exhaustiva, agotándolas a la vez que creando nuevas, de todas las soluciones estéticas y formales inherentes a la animación -desarrollando un timing exclusivo incompatible con el cine de imagen real- sin perder la perspectiva ni del humor ni de la espectacularidad, logrando la hazaña de hacer parecer fácil lo difícil tal es la fluidez y naturalidad con la que representan las mayores proezas técnicas. Los resultados de este esfuerzo son ejemplares en el balance final de Los increíbles: desarrollar un modélico estudio sobre el icono del superhéroe a la vez que ofrecer una de las mejores y más divertidas muestras del cine superheróico vistas hasta la fecha.
Durante su primer tercio Los increíbles refleja con meridiana lucidez que no está reñida con su aspecto más lúdico (esto es, ofrecer un producto de entretenimiento disfrutable para toda la familia) la difícil compatibilidad entre una vida dedicada a combatir el crimen y proteger al inocente con la necesidad personal de crear un espacio individual en el que desarrollar una vida íntima. La serie de peligros que se interponen en el camino de Mr. Increíble y que casi le impiden llegar a su propia boda nos muestra la figura del superhéroe no como una solución a los problemas, sino más bien como un punto de atracción: su propia existencia reclama la necesidad de un peligro al que combatir: si no hay villano, no hay héroe (en el momento en el que los superhéroes deciden, por obligación, dejar su oficio superheróico a un lado, dejan de existir esas amenazas más-grandes-que-la-vida, como si ambas figuras fueran componentes de una equilibrada balanza: la manera en la que Síndrome pretende presentarse como el protector oficial de la ciudad es creando primero una devastadora arma que la ponga en peligro).
Pero de igual manera que los principales protagonistas de Watchmen -como Dan Dreiberg o Laurie Juspeczyk, identidades públicas de Búho Nocturno II y Espectro de Seda II respectivamente- se veían sumidos en una existencia aburrida e insatisfecha bajo la perpétua sombra de sus logros pasados como vigilantes, Los increíbles también demuestra que el hábito no es más que una convención del monje: el superhéroe no es su traje, sino esa necesidad por hacer el bien que les quema en sus entrañas: en su gris trabajo como oficinista en una despiadada compañía de seguros, Mr. Increíble -ahora transmutado como Bob Parr- no puede evitar ayudar a sus clientes, incluso poniendo en peligro su propio puesto de trabajo; sus hijos también sienten que han sido elegidos para un logro mayor que el de asistir día a día a la escuela y sacar buenas notas (las travesuras de Dash y la timidez de Violeta son muestras de la necesidad de canalizar sus poderes en la vida cotidiana).
Si Alan Moore partió de los personajes preexistentes de la editorial Charlton Comics para crear el elenco protagonista de Watchmen, Brad Bird va más lejos en sus intenciones y, en su intento de reflexionar a la vez que actualizar la figura icónica del superhéroe- toma como referente el punto fundacional de éste: la "familia" que formaban Los 4 Fantásticos, creada por Stan Lee y Jack Kirby en 1961, cuyos miembros sirven de modelo para la familia Parr -Mr. Increíble sería un sosias de La Cosa; Elastigirl toma los poderes de Mr. Fantástico; su hija Violeta, los de la Mujer Invisible- enriquecido con apuntes a otros títulos nacidos en la canónica editorial Marvel Comics -Frozone es la variante afroamericana del Hombre de Hielo de la original La Patrulla X- siendo Dash, heredero de la velocidad de Flash, representante de la compañía rival de Marvel, DC Comics.
Esta fusión entre el origen de la figura del superhéroe y su representación a través de las más actuales técnicas de animación digital es la que hace de Los increíbles una de las indagaciones más penetrantes acerca de la viabilidad del arquetipo a través de los tiempos, adelantando a las recientes adaptaciones en imagen real de figuras tan conocidas como Batman, Spider-Man o Iron Man desde el momento en el que la creación de un héroe original, nacido del molde de sus referentes pero conservando su propia personalidad, no sólo ofrece una libertad de la que no pueden presumir sus célebres compañeros, sino que resulta más eficaz a la hora de mostrar la pervivencia de esa figura primigenia en nuestros más modernos y tecnificados tiempos.
Pero nada de lo expuesto hasta ahora pasaría de una reflexión más o menos sesuda de esas que pueden llenar cientos de páginas de un tocho de tapa dura si no fuera por la portentosa habilidad de los animadores del estudio Pixar quienes, una vez más, demuestran que su objetivo no es alcanzar la cima del cine de animación (de una montaña que ellos mismos hacen crecer con cada trabajo) sino colocar su bandera en la cúspide del cine en general a través de la utilización exhaustiva, agotándolas a la vez que creando nuevas, de todas las soluciones estéticas y formales inherentes a la animación -desarrollando un timing exclusivo incompatible con el cine de imagen real- sin perder la perspectiva ni del humor ni de la espectacularidad, logrando la hazaña de hacer parecer fácil lo difícil tal es la fluidez y naturalidad con la que representan las mayores proezas técnicas. Los resultados de este esfuerzo son ejemplares en el balance final de Los increíbles: desarrollar un modélico estudio sobre el icono del superhéroe a la vez que ofrecer una de las mejores y más divertidas muestras del cine superheróico vistas hasta la fecha.
6 comentarios:
Me encanta es de mis pelis de animación favoritas, como bien dices no solo es buena como película de animación sino que es una gran película en general.
Si, magnifica pelicula sin duda, problamente la mejor de superhéores que al menos yo haya visto.
Parece que, por una vez, y sin que sirva de precedente, hemos llegado a un consenso. Sin duda, eso sólo lo puede lograr Pixar.
Esta película es una demostración de que usando arquetipos del género de superhéroes se puede ser más fiel a las fuentes originales que las adaptaciones con nombres y apellidos. Teniendo esta cinta no me importa que nunca se haga una adaptación decente de los 4F.
Es una película extraordinaria. Su primera parte, a pesar de su aparente simpleza tiene un montón temas tocados en profundidad -la necesidad de los justicieros, el remedo del McCarthismo, la responsabilidad de los superhéroes ante las víctimas, y sobre todo la hipocresía de "parecer" normal, de homogeneizarse con lo ordinario sin dar cabida a la gente que es es excepcional, cuyos meritos deben ser siempre mitigados. Una idea que también aparece en la también imprescindible Ratatouille de Brad Bird.
Pero además de todo esto Los Increibles es una película superdivertida, con un ritmo en hora y media que para sí quisieran todos los blockbusters de la década, y con unas soluciones imaginativas de las que deberían aprender TODOS los directores de películas de superhéroes. (apuntar que no estaría mal aplicar el experimento ludovico con imágenes de los Increibles a Tim Story y todos los hacedores de las películas de los cuatro fantástico. Yo voto que sí)
Javier: Ahí reside el secreto del éxito de Los Increíbles: el manejar arquetipos reconocibles pero, a la vez, con personalidad propia. De ahí que se pueda considerar tanto una adaptación de Watchmen como de Los 4 Fantásticos.
El Cautivo: Brad Bird (en cuyo currículum también tenemos la recomendable El gigante de Hierro) parece ser el director que finalmente se va a encargar de la 4ª entrega de Misión Imposible. Veremos si todas las virtudes que usted señala las puede extrapolar al cine de imagen real.
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