
USA, 1999. 136m. C.
D.: George Lucas P.: Rick McCallum G.: George Lucas I.: Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman, Jake Lloyd F.: 2.35:1

Que dieciséis años después del estreno de El retorno del Jedi se estrene una nueva entrega con la misma cabecera de presentación (a modo del opening de una serie de TV) supone para el público potencial lo más parecido a una prodigiosa crema rejuvenecedora: nada ha cambiado, todo sigue igual. Pero, a los pocos minutos, la realidad se impone: la cámara desciende y enfoca una nave espacial la cual supone la descendiente moderna de la maqueta con forma de Crucero Imperial que inauguraba la original La guerra de las galaxias: su forma virtual resulta todo un certificado de nacimiento.
Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma podría haberse subtitulado perfectamente "Misión imposible"desde el momento en el que la materialización física del universo Star Wars (esto es, en un nuevo film) se tenía que enfrentar a la idealización mental (y sentimental) del aficionado, para quien los tres episodios anteriores no eran tanto películas como la parte central de un universo en contínuo estado de expansión. Quizás consciente de esto, y de tener entre manos un éxito financiero asegurado, George Lucas plantea este "Episodio I" como una pequeña pieza de un engranaje que todavía estar por ver (los futuros "Episodio II" y "Episodio III"). Por tanto, al contrario que sus hermanas mayores, Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma no funciona tanto como película independiente como parte de un proyecto común.
Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma luce desde sus primeras imágenes su condición de entrega-piloto, de inicio de todo. Lo colores terrosos de su fotografía, en contraste con los ángulos rectos y colores blancos de la trilogía original, nos sitúan en la prehistoria de un universo en el que aún no han nacido Luke Skywalker, Leia Organa y Han Solo, y en el que Darth Vader todavía es un inocente niño que se preocupa en ayudar desinteresadamente a los demás. La puesta en escena clásica de la que hace gala Lucas subraya el aspecto retro del film: su rechazo al montaje corto imperante en el cine de acción/espectáculo coetáneo supone toda una declaración de principios de su estatus como creador de una cosmogonía personal que se ha convertido en credo universal.
Consciente de la dificultad que supone sustituir una serie de personajes icono por un elenco nuevo y desconocido, Lucas centra Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma en lo que en los anteriores títulos suponía el segundo plano: el cartografiar con todo lujo de detalles infográficos el (los) mundo(s) en el que transcurren los sucesos. Los escenarios y las diferentes razas espaciales que se mueven por ellos acaban teniendo más importancia que los personajes protagonistas, los cuales basan su carisma en su condición de sombras. La épica de Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma no surge de su propio contenido, sino de la relación que este establece con el futuro: en el momento en el que el caballero Jedi Qui-Gon Jinn presenta a Anakin Skywalker a su joven aprendiz Obi-Wan Kenobi la memoria del espectador se dispara hacia las funestas y trágicas consecuencias que este nimio momento deparará; cuando Obi-Wan se ve obligado a la condición de observador del enfrentamiento entre su maestro y el Sith Darth Maul está siendo testigo de su propia muerte; la inocente sonrisa que la reina Amidala le brinda a Anakin es el preámbulo de un romance tangencial para el futuro de toda la galaxia.
Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma está lejos de ser una película perfecta (en el debe podemos anotar la irritante presencia de Jar Jar Binks; los modelitos que luce la reina Amidala, empeñada en convertirse en la Björk de las galaxias; unos diálogos que combinan lo insustancial de su contenido con la gravedad de su enunciado con resultados irrisorios y, en general, un tono excesivamente blando) pero no debemos tampoco minusvalorar la capacidad de Lucas para recuperar (o, al menos, intentarlo) el sentido de la maravilla de sus espectadores -haciéndoles viajar a planetas desconocidos, conocer razas nunca antes vistas- en unos tiempos nada dados a la inocencia (ese mismo año se estrenaba la "oscura" y cyberpunk Matrix) y, en suma, para continuar su gran obra década y media después y hacerlo con una película que, no nos engañemos, difícilmente podía haber sido mejor pero sí mucho peor.
