USA, 1980. 95m. C.
D.: Sean S. Cunningham P.: Sean S. Cunningham G.: Victor Miller I.: Betsy Palmer, Adrienne King, Jeannine Taylor, Kevin Bacon F.: 1.85:1
He de confesar que siento una mezcla entre frustración e incapacidad a la hora de escribir estas líneas, porque sé que, por mucho que me esfuerce, por muchas líneas que malgaste en el intento, nadie me creerá cuando digo que Viernes 13 no es una mala película. Al igual que otras compañeras, como La noche de los muertos vivientes, Viernes 13 se ha convertido en un título mítico, en el sentido más literal. No tanto una película (buena o mala) sino en un icono, no ya de una saga, sino de todo un género e, incluso, de una época: estrenada en los comienzos de la década, la película de Cunningham inaugura una época dorada para el cine de terror de vocación más comercial. Esto, sumado a la prolongada vida de la franquicia (nueve secuelas en su haber, más un crossover con Pesadilla en Elm Street y un reciente remake) ha hecho que todo el mundo sepa de qué estamos hablando cuando invocamos el nombre de Viernes 13, pero que pocos sabrán asociarlo a unas imágenes en concreto.
Viernes 13 es una versión hardcore de la seminal La noche de Halloween, aunténtica iniciadora del subgénero psychokiller, que sustituye la frialdad y la abstracción de la obra maestra de John Carpenter por la carnalidad y la fisicidad. Si Carpenter retrataba el Mal en estado puro en la figura de Michael Myers, Viernes 13 nos muestra los diversos grados de corrupción de la belleza del cuerpo adolescente. De ahí que podamos considerar como auténtico autor de la película no a su director y productor, sino a Tom Savini, el mago de los efectos especiales gore, quien aquí consigue el que sea posiblemente junto a Zombi uno de sus trabajos más icónicos: inolvidables la muerte del personaje de un jovencísimo Kevin Bacon (con esa flecha que traspasa su garganta desde atrás), el tremendo hachazo en plena cara de una de las monitoras o la decapitación final.
Pero vista hoy en día, Viernes 13 destaca por su mesura, al menos comparado con todo lo que veremos posteriormente. Si, como hemos visto en el párrafo anterior, no faltan los asesinatos truculentos y retorcidos, éstos están más espaciados de lo habitual. Los jóvenes protagonistas son menos odiosos de lo que se suele decir y escapan a su condición de mera carnaza. A lo largo de la primera mitad del metraje, Cunningham se preocupa de crear un cierto clima de inquietud: el silencio y las miradas de los clientes de la cafetería a la que llega la cocinera preguntando por el campamento sangriento; las apocalípticas advertencias del viejo loco del pueblo; el perturbador sueño que cuenta una de las chicas, toda una premonición de su sangriento destino y el de sus compañeros. Un ambiente que explotará en la última media hora del film: un inquietante juego del gato y el ratón entre la última superviviente y el asesino. La constante aparición de los cuerpos de sus compañeros, horriblemente masacrados, sumado a la inquietante voz infantil de su cazador convierte al campamento en un oscuro laberinto de pesadilla.
Pero si por algo debería pasar a la historia esta película es por los cinco minutos del final. Lo planos encadenados de la protagonista en medio de un bucólico paisaje, combinado con los planos generales de la policía en la orilla, ambientado con el precioso tema creado por Harry Manfredini que otorga a todo el conjunto un sugestivo clima onírico, y que culmina con uno de los mejores sustos finales del género, demuestran que en Viernes 13, mal que pese, hay cine.
Viernes 13 es una versión hardcore de la seminal La noche de Halloween, aunténtica iniciadora del subgénero psychokiller, que sustituye la frialdad y la abstracción de la obra maestra de John Carpenter por la carnalidad y la fisicidad. Si Carpenter retrataba el Mal en estado puro en la figura de Michael Myers, Viernes 13 nos muestra los diversos grados de corrupción de la belleza del cuerpo adolescente. De ahí que podamos considerar como auténtico autor de la película no a su director y productor, sino a Tom Savini, el mago de los efectos especiales gore, quien aquí consigue el que sea posiblemente junto a Zombi uno de sus trabajos más icónicos: inolvidables la muerte del personaje de un jovencísimo Kevin Bacon (con esa flecha que traspasa su garganta desde atrás), el tremendo hachazo en plena cara de una de las monitoras o la decapitación final.
Pero vista hoy en día, Viernes 13 destaca por su mesura, al menos comparado con todo lo que veremos posteriormente. Si, como hemos visto en el párrafo anterior, no faltan los asesinatos truculentos y retorcidos, éstos están más espaciados de lo habitual. Los jóvenes protagonistas son menos odiosos de lo que se suele decir y escapan a su condición de mera carnaza. A lo largo de la primera mitad del metraje, Cunningham se preocupa de crear un cierto clima de inquietud: el silencio y las miradas de los clientes de la cafetería a la que llega la cocinera preguntando por el campamento sangriento; las apocalípticas advertencias del viejo loco del pueblo; el perturbador sueño que cuenta una de las chicas, toda una premonición de su sangriento destino y el de sus compañeros. Un ambiente que explotará en la última media hora del film: un inquietante juego del gato y el ratón entre la última superviviente y el asesino. La constante aparición de los cuerpos de sus compañeros, horriblemente masacrados, sumado a la inquietante voz infantil de su cazador convierte al campamento en un oscuro laberinto de pesadilla.
Pero si por algo debería pasar a la historia esta película es por los cinco minutos del final. Lo planos encadenados de la protagonista en medio de un bucólico paisaje, combinado con los planos generales de la policía en la orilla, ambientado con el precioso tema creado por Harry Manfredini que otorga a todo el conjunto un sugestivo clima onírico, y que culmina con uno de los mejores sustos finales del género, demuestran que en Viernes 13, mal que pese, hay cine.
3 comentarios:
Esta es otra película que quiero revisionar, la tengo buen recuerdo y además que acojones me pegué con ella viendola un viernes de madrugada hace muuuuuchos años.
Creo que en el ciclo de alucine de la dos.
Mira, a Alucine sí que le saqué mucho partido. No recuerdo si echaron esta, pero sí que emitieron casi toda la saga de Jason: al menos, de la IV a la VIII. Yo aún las tengo grabadas en VHS.
La 1ª parte la ví en VHS en casa de un amigo siendo bastante canijo y me inquietó sobre todo la parte final. También la cara de tontos que nos quedó al ver que no salía el famoso Jason (a pesar de que la foto de la portada sí le encluía).
Y aunque en la reciente edición en DVD 2 discos también han puesto la famosa máscara de hockey en la portada, no se dejen engañar: ¡no sale Jason! Ténganlo muy en cuenta, será importante si un asesino con máscara les llama a medianoche para hacerles un trivial mortal sobre cine de terror.
Un saludo.
jajaja, genial referencia a Scream.
Dentro de poco haré yo un repaso de esa saga.
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