USA, 1986. 99m. C.
D.: John Carpenter P.: Larry J. Franco G.: Gary Goldman & David Z. Weinstein, adaptado por W.D. Richter I.: Kurt Russell, Kim Cattrall, Dennis Dun, James Hong F.: 2.35:1
El prólogo de Golpe en la pequeña China presenta al personaje del anciano Egg Shen, perfectamente trajeado, en un escenario de marcado realismo: un despacho cubierto de sombras en el que un abogado le interroga acerca del paradero de Jack Burton. Ante el escepticismo del abogado ante el relato fantasioso de Egg -escepticismo subrayado por el ambiente anodino del lugar-, este decide ofrecerle una prueba: junta sus manos, haciendo que una descarga eléctrica salga de ellas y rompiendo la sobriedad del que hacía gala la escena. Una breve escena que como prólogo resulta impecable, pues sirve de resumen del viaje de lo real a lo fantástico que supone la película en su conjunto.
Un viaje que no se realiza de golpe, sino de manera gradual, distorsionando poco a poco los escenarios por los que se mueven los personajes. Así, tras los créditos que sirven de introducción al mencionado Jack Burton, le vemos jugando con su amigo, Wang Chi, con un grupo en una mesa improvisada en medio de la calle. Carpenter incide en la atmósfera cotidiana, casi sórdida: el perro que husmea buscando comida entre la basura; los tenderetes que forman el mercado levantado en un callejón; los compradores y los vendedores bajo la lluvia. Las discusiones por el dinero entre Jack y Wang les aleja de la imagen limpia y desinteresada del héroe. Si Jack acompaña a Wang al aeropuerto donde les espera la prometida del segundo no es por hacer un favor a su amigo, sino para asegurarse de que no huya sin pagarle lo que le debe.
Es en este lugar, el aeropuerto, donde empiezan los problemas para los protagonistas, que les llevará desde un escenario tan poco fascinante como pueda ser una estación a internarse en las cavernas subterráneas que recorren Chinatown tratando de salvar el mundo. Pero como decíamos, este contraste no se da de manera brusca. Carpenter realiza un repaso a los peligros habituales del cine de evasión oriental, desde lo terrenal a lo sobrenatural: todo comenzará con una trama de trata de blancas, con un grupo mafioso secuestrando a la novia de Wang para venderla posteriormente a un burdel. La persecución de éste y Jack tras los secuestradores les llevará a toparse con una película de artes marciales, con dos grupos antagónicos peleando en medio de un funeral (nuestros protagonistas serán meros testigos del enfrentamiento desde la seguridad de la cabina del camión de Jack, como dos espectadores sentados en un cine y el parabrisas fuera una pantalla). La aparición de los Tormentas -guerreros mágicos de poderes sobrehumanos capaces de controlar los elementos: son Trueno, Lluvia y Relámpago- y su amo, Lo Pan -preso de una maldición milenaria que le ha convertido en un fantasma-, sumerge, definitivamente, a Golpe en la pequeña China en el territorio de la fantasía.
La utilización como guía del relato de un héroe como Jack Burton -tan fanfarrón y bravucón como torpe- aporta un elemento de ironía que da lugar a un punto de vista distanciador que es utilizado por Carpenter para realizar un repaso al cine artes marciales oriental más desprejuiciado, combinando la acción y la socarronería del cine americano con la iconografía mitológica oriental: si Jack Burton parece una variación "realista" del Snake Plissken interpretado por el propio Kurt Russell y Gracie Law hace las veces de la inevitable figura del periodista, los personajes orientales, amigos y enemigos, tienen su clara inspiración en el mítico Fu Manchú creado por el escritor pulp Sax Rohmer (en el caso de Lo Pan), los guerreros ninja con poderes mágicos (los Tormenta o el propio Wang) o el sabio sacerdote que guía a las fuerzas del bien (Egg Shen).
Todo un popurrí de influencias que son dotadas de personalidad propia, evidenciando su origen a la vez que reafirmando su singularidad gracias tanto a la mirada irónica del conjunto como al respeto con el que son integrados en el relato, hasta el punto de que han servido de no poca inspiración para producciones posteriores: las diferentes personalidades de Lo Pan, como terrenal viejo decrépito o rejuvenecido en su aspecto sobrenatural, sin duda fueron tenidas en cuenta por Francis Ford Coppola para su particular versión del Drácula de Bram Stoker; por no mencionar el evidente pirateo que la compañía Midway hizo de Relámpago a la hora de diseñar a Rayden, personaje del popular vídeojuego Mortal Kombat.
Con un ritmo trepidante, matizado por la clásica puesta en escena de Carpenter (destacar las limpias e impecables coreografías de los combates), Golpe en la pequeña China es un producto tan sencillo como irresistiblemente divertido, cuya única aspiración, plenamente lograda, es trasladar al espectador moderno a las salas de cine de barrio donde el entretenimiento, la emoción y la humildad eran la tónica dominante de las sesiones de los sábados por la tarde. Quizás Quentin Tarantino tendría que tomar nota.
Un viaje que no se realiza de golpe, sino de manera gradual, distorsionando poco a poco los escenarios por los que se mueven los personajes. Así, tras los créditos que sirven de introducción al mencionado Jack Burton, le vemos jugando con su amigo, Wang Chi, con un grupo en una mesa improvisada en medio de la calle. Carpenter incide en la atmósfera cotidiana, casi sórdida: el perro que husmea buscando comida entre la basura; los tenderetes que forman el mercado levantado en un callejón; los compradores y los vendedores bajo la lluvia. Las discusiones por el dinero entre Jack y Wang les aleja de la imagen limpia y desinteresada del héroe. Si Jack acompaña a Wang al aeropuerto donde les espera la prometida del segundo no es por hacer un favor a su amigo, sino para asegurarse de que no huya sin pagarle lo que le debe.
Es en este lugar, el aeropuerto, donde empiezan los problemas para los protagonistas, que les llevará desde un escenario tan poco fascinante como pueda ser una estación a internarse en las cavernas subterráneas que recorren Chinatown tratando de salvar el mundo. Pero como decíamos, este contraste no se da de manera brusca. Carpenter realiza un repaso a los peligros habituales del cine de evasión oriental, desde lo terrenal a lo sobrenatural: todo comenzará con una trama de trata de blancas, con un grupo mafioso secuestrando a la novia de Wang para venderla posteriormente a un burdel. La persecución de éste y Jack tras los secuestradores les llevará a toparse con una película de artes marciales, con dos grupos antagónicos peleando en medio de un funeral (nuestros protagonistas serán meros testigos del enfrentamiento desde la seguridad de la cabina del camión de Jack, como dos espectadores sentados en un cine y el parabrisas fuera una pantalla). La aparición de los Tormentas -guerreros mágicos de poderes sobrehumanos capaces de controlar los elementos: son Trueno, Lluvia y Relámpago- y su amo, Lo Pan -preso de una maldición milenaria que le ha convertido en un fantasma-, sumerge, definitivamente, a Golpe en la pequeña China en el territorio de la fantasía.
La utilización como guía del relato de un héroe como Jack Burton -tan fanfarrón y bravucón como torpe- aporta un elemento de ironía que da lugar a un punto de vista distanciador que es utilizado por Carpenter para realizar un repaso al cine artes marciales oriental más desprejuiciado, combinando la acción y la socarronería del cine americano con la iconografía mitológica oriental: si Jack Burton parece una variación "realista" del Snake Plissken interpretado por el propio Kurt Russell y Gracie Law hace las veces de la inevitable figura del periodista, los personajes orientales, amigos y enemigos, tienen su clara inspiración en el mítico Fu Manchú creado por el escritor pulp Sax Rohmer (en el caso de Lo Pan), los guerreros ninja con poderes mágicos (los Tormenta o el propio Wang) o el sabio sacerdote que guía a las fuerzas del bien (Egg Shen).
Todo un popurrí de influencias que son dotadas de personalidad propia, evidenciando su origen a la vez que reafirmando su singularidad gracias tanto a la mirada irónica del conjunto como al respeto con el que son integrados en el relato, hasta el punto de que han servido de no poca inspiración para producciones posteriores: las diferentes personalidades de Lo Pan, como terrenal viejo decrépito o rejuvenecido en su aspecto sobrenatural, sin duda fueron tenidas en cuenta por Francis Ford Coppola para su particular versión del Drácula de Bram Stoker; por no mencionar el evidente pirateo que la compañía Midway hizo de Relámpago a la hora de diseñar a Rayden, personaje del popular vídeojuego Mortal Kombat.
Con un ritmo trepidante, matizado por la clásica puesta en escena de Carpenter (destacar las limpias e impecables coreografías de los combates), Golpe en la pequeña China es un producto tan sencillo como irresistiblemente divertido, cuya única aspiración, plenamente lograda, es trasladar al espectador moderno a las salas de cine de barrio donde el entretenimiento, la emoción y la humildad eran la tónica dominante de las sesiones de los sábados por la tarde. Quizás Quentin Tarantino tendría que tomar nota.
6 comentarios:
Yo guardo un grandísimo recuerdo de esta película. Así me gustan a mí, sí señor.
Y hablando de recuerdos, aquí uno muy grato de mi infancia. Cada vez que el pequeño BJ veía esto por la tele, se ponía como una moto.
Tremendo aporte el suyo, BizarroJoe.
¿De verdad hay alguien que no crea que este hombre es una de las mejores cosas que le ha pasado al cine?
Lo que sí puede resultarnos inverosímil es que esta película fuese en su momento un fracaso comercial. Lo que daríamos hoy por ver algo así en nuestras salas...
Yo también guardo un grato recuerdo de la peli, me encantaba verla y hoy en día me sigue divirtiendo mucho
Sin lugar a dudas, pocas películas ofrecen tantas garantías de diversión asegurada como "Golpe en la pequeña China".
Esta película es una de mis favoritas de cuando era niño. Pero no me atrevo a volver a verla, supongo que aguanta bastante bien, pero miedo me da traicionar esos recuerdos.
Como mola la chulería del Russell de los ochenta.
Pues no se preocupe y revísela las veces que se quiera: el buen cine, como los vinos, no sólo no pierde con el paso del tiempo, sino que mejora. Y, desde luego, "Golpe en la pequeña China" lo es.
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