viernes, 14 de enero de 2011

Aullidos

(The Howling)
USA, 1981. 91m. C.
D.: Joe Dante P.: Jack Conrad & Michael Finnell G.: John Sayles & Terence H. Winkless, basado en la novela de Gary Brandner I.: Dee Wallace, Patrick Macnee, Dennis Dugan, Christopher Stone F.: 1.66:1

Los primeros minutos de Aullidos suponen todo un certificado de nacimiento de la película dirigida por Joe Dante. La noche de Los Angeles vista a través de las calles iluminadas por los cartelenes luminosos de los sex-shop, las marquesinas de las salas dedicadas al cine porno, los peep-shows y las discotecas de alterne. Las calles pobladas por una fauna que sólo sale una vez que se ha puesto el sol y que forma parte natural del paisaje. Un escenario habitual del cine comercial de los 80 en su clave más genérica (y de bajo presupuesto) pero que en el caso de Aullidos no sólo funciona para situar al espectador en un momento concreto en un lugar señalado, sino que sirve como anticipo (y resumen) de las intenciones del film.

Recién iniciada la década de los 80 y con el desarrollo de las nuevas técnicas en efectos especiales de maquillaje con el látex como ingrediente principal, el cine fantástico echó la mirada atrás con la intención de actualizar los iconos del cine de terror clásico. Aullidos forma parte de esta iniciativa, pero la modernización que propone de la figura del hombre lobo no se limita a las espectaculares y visionarias transformaciones licantrópicas sino que profundiza en su misma esencia. La protagonista, la periodista Karen White, recorre las calles descritas en el primer párrafo en busca de un asesino en serie llamado Eddie que ha sembrado de cadáveres de mujeres esas mismas calles, con quien se encontrará en el interior de una cabina en un local erótico. El hecho de que dicho asesino sea en realidad un hombre lobo que se camufla de serial killer evidencia cómo lo legendario ya no tiene espacio en la actualidad.

Estas primeras imágenes (nocturnas y llenas de luces brillantes y parpadeantes) contrastan con la fotografía luminosa con la que se retrata el ambiente rural en el que Karen intenta superar el trauma producido por su encuentro con Eddie. Los rayos de luz que se filtran a través de los árboles, la ligera niebla que cubre el suelo, el intenso color verde de la hierba y las plantas dotan a los bosques en los que trascurre la acción un elemento féerico que intensifica el aspecto irreal del conjunto. Que La Colonia sea una comunidad compuesta íntegramente por licántropos no sólo supone la nota irónica del guión (la protagonista huye de un hombre lobo para refugiarse en un nido lleno de ellos) sino que le sirve a Dante para levantar una frontera entre lo real (la ciudad) y lo fantástico (La Colonia) o, lo que es lo mismo, cómo los iconos del cine fantástico clásico se han visto desplazados de los entornos urbanos -y pretendidamente realistas- del cine moderno.

En cada uno de sus planos, Aullidos revela que es un film realizado por un cinéfago. El pasado como crítico de cine especializado en cine fantástico del director de Piraña hace que su acercamiento a la figura del hombre lobo sea respetuoso con la tradición al mismo tiempo que abraza la modernidad. Si por un lado el método de contagio de la maldición es el habitual por el cual una víctima de un ataque se convierte a su vez en hombre lobo y la única manera de eliminarlos es utilizando balas de plata, por otro los licántropos que nos muestran en Aullidos están lejos de ser las víctimas atormentadas que buscan una curación. Los hombres lobos que nos presenta Dante son unas criaturas enormes y poderosas, orgullosas de lo que son y que se transforman a voluntad propia.

La imponente presencia de estas criaturas es testimonio de la remarcada fisicidad de la que hace gala Aullidos. La larga y detallada escena en la que se nos muestra con todo lujo de detalles la transformación de Eddie frente a una aterrorizada Karen sirve, por un lado, como reflejo del extraordinario talento del maquillador Rob Bottin como, por otro, para inaugurar la era de la Nueva Carne. Las transparencias de las películas de la Universal son sustituidas por la piel que se estira, las uñas que crecen, el pelo que surge, el rostro que se deforma... Una transformación intensamente cárnica y que tiene su continuación en el brazo cortado del hombre lobo que acosa a la amiga de Karen y que se vuelve humano delante de sus propios ojos o el rostro desfigurado de Eddie después de ser bañado en ácido por Karen (podemos ver el hueso de la calavera a través de la piel quemada).

La sexualidad industrializada de las primeras escenas de Aullidos (en la cabina en la que Karen se encuentra con Eddie están proyectando una película pornográfica en la que se escenifica una violación) tiene su contrapartida en el erotismo salvaje que recorre el ambiente campestre de La Colonia. Tras su encuentro con Eddie, Karen es incapaz de mantener relaciones sexuales con su marido, Bill. Lo cual será aprovechado por Marsha, habitante de La Colonia con fama de ninfómana, quien le seducirá. La transformación de los dos en lobo mientras copulan en medio del bosque al calor de una fogata en plena noche resume el mensaje de Aullidos: a pesar del avance de la tecnología y el desarrollo de los efectos especiales la esencia del cine fantástico sigue siendo el mismo: los instintos más primarios del ser humano (la violencia, el sexo, el miedo a la muerte) como base oscura de lo maravilloso.

2 comentarios:

fer1980 dijo...

Mira esta si la he visto cuando me dió por ver peliculas de hombres lobos y me gusto mucho la verdad, de las que vi la que esta y Un hombre lobo americano en Londres fueron las que más me gustaron.

José M. García dijo...

Sin duda, Aullidos y Un hombre lobo americano en Londres posiblemente sean los títulos más populares del cine de licántropos. Por otro lado, recordemos que fueron los primeros títulos candidatos al Oscar a los mejores efectos especiales de maquillaje, premio que se llevó Rick Baker por la película de Landis. Un premio sin duda merecido, pero no del todo justo en mi opinión.