USA/Malta/UK, 2004. 196m. C.
D.: Wolfgang Petersen P.: Wolfgang Petersen, Diana Rathbun & Colin Wilson G.: David Benioff, inspirado en el poema La Ilíada, de Homero I.: Brad Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom, Diana Kruger F.: 2.35:1
El primer ser vivo que vemos en Troya es un perro que recorre un camino en el que podemos observar los restos de una cruenta batalla: escudos rotos, lanzas clavadas en la tierra y cadáveres que son pasto de los cuervos. Un ruido le alerta. Cuando se dirige al origen del sonido se encuentra con dos ejércitos preparados para combatir. Este punto de vista a ras del suelo, por parte de un testigo imparcial de tan espectaculares acontecimientos, es la tónica dominante de una película que sin renegar de su envoltorio de blockbuster calculadamente épico es capaz de ofrecer un ligero aliento elegíaco, consiguiendo sublimar su condición de aparatosa superproducción para alcanzar el terreno de lo lírico.
A pesar de que en el comienzo de la película se nos muestra un mapa sobre el cual se nos relata las divisiones entre los diferentes reinos que lo forman y las hostilidades entre ellos, Troya nos cuenta una historia protagonizada por seres humanos. A lo largo de su metraje se escuchan contínuamente palabras como "honor", "patria" o "imperio", pero no son más que términos de compromiso, vacíos de sentido, porque todos los personajes se mueven por sus instintos más humanos los cuales, en realidad, no tienen nada que ver con la Historia: el suceso que desata el enfrentamiento entre el reino de Esparta y el de Troya no es una ambición territorial o de poder, sino las ansias de venganza de un marido humillado: el capricho amoroso del joven príncipe Paris por la reina de Esparta, Helena, pondrá en jaque a su pueblo.
Esta perspectiva sentimental contagia al resto de personajes: su hermano Héctor, primogénito del rey Príamo y considerado el mejor guerrero del ejército troyano, tiene la oportunidad de solucionar el conflicto entregando la vida de su hermano, pero no será capaz de hacerlo. Igualmente Aquiles, superdotado dios de la guerra de habilidades combativas casi sobrehumanas y cuyo recio y luminoso porte parece estar siempre posando para ser inmortalizado, no pone su brazo al servicio de ningún reino; su objetivo es perpetuar su nombre más allá de su propia existencia. Tras una vida sanguinaria poblada de enemigos muertos, cuya sangre tiñe de rojo oscuro sus sueños más profundos, será en el inmaculado rostro de la inocencia donde encontrará el auténtico sentido a su vida.
Con el cada vez más avanzado desarrollo de las técnicas digitales, las cuales permiten la creación de entornos fabulosos así como su población con unas dosis de realismo nunca antes vistas, la industria hollywoodiense ha recuperado una serie de géneros de vocación colosalista casi olvidados para desnaturalizarlos a través de la fría magia digital. Así, productos como la trilogía de Piratas del Caribe o la celebrada Gladiator no suponen la puesta al día del cine de piratas y del pepulm respectivamente, sino la utilización de una serie de elementos e iconos propios de dichos géneros para adornar, dándole un toque exótico, a productos de acción comparables a sus compañeros generacionales, sustituyendo las gabardinas de cuero y las pistolas por espadas, sandalias o barcos pirata.
El elemento humano anteriormente citado desmarca a Troya de esta corriente dominante, como si su director quisiera llegar a un pacto de no agresión entre el pasado y el presente. Troya no reniega de los grandes planos elaborados tanto para enmudecer al público como para lucir su fastuoso presupuesto y que se han convertido en marcas de fábrica (las panorámicas aéreas combinadas con travelling que nos muestra el avance de enormes ejércitos formados por soldados infográficos) pero no tiene miedo de penetrar en el ojo del huracán del campo de batalla, recogiendo la fisicidad de los golpes (los siseos de las espadas al cortar el aire; las flechas que atraviesan las piernas descubiertas de los guerreros; los torsos empalados por las lanzas de madera; los cuellos cercenados de los que no para de salir sangre sin que sus dueños no puedan hacer nada, excepto esperar la llegada de su último estertor) ni de dar la espalda a lo explícito para abrazar la sutilidad de la sugerencia (el acercamiento del enorme ejército griego es anunciado por el retumbar de sus pasos en la tierra y por la polvareda que levantan al caminar).
Es por esto que Troya vuela alto cuando se centra en lo individual (el combate entre Héctor y Aquiles) y desciende cuando se ve obligada a elevarse sobre lo colectivo (la descripción del desarrollo del caballo de Troya así como el consiguiente asedio a la ciudad). En suma, cuando consigue lucir que su origen reside en la epopeya, olvidándose de sus miles de soldados clónicos creados para morir y recordándonos a los espectadores que los auténticos protagonistas de lo épico son individuos con rostro y con un pasado que defender y un futuro por el que luchar.
A pesar de que en el comienzo de la película se nos muestra un mapa sobre el cual se nos relata las divisiones entre los diferentes reinos que lo forman y las hostilidades entre ellos, Troya nos cuenta una historia protagonizada por seres humanos. A lo largo de su metraje se escuchan contínuamente palabras como "honor", "patria" o "imperio", pero no son más que términos de compromiso, vacíos de sentido, porque todos los personajes se mueven por sus instintos más humanos los cuales, en realidad, no tienen nada que ver con la Historia: el suceso que desata el enfrentamiento entre el reino de Esparta y el de Troya no es una ambición territorial o de poder, sino las ansias de venganza de un marido humillado: el capricho amoroso del joven príncipe Paris por la reina de Esparta, Helena, pondrá en jaque a su pueblo.
Esta perspectiva sentimental contagia al resto de personajes: su hermano Héctor, primogénito del rey Príamo y considerado el mejor guerrero del ejército troyano, tiene la oportunidad de solucionar el conflicto entregando la vida de su hermano, pero no será capaz de hacerlo. Igualmente Aquiles, superdotado dios de la guerra de habilidades combativas casi sobrehumanas y cuyo recio y luminoso porte parece estar siempre posando para ser inmortalizado, no pone su brazo al servicio de ningún reino; su objetivo es perpetuar su nombre más allá de su propia existencia. Tras una vida sanguinaria poblada de enemigos muertos, cuya sangre tiñe de rojo oscuro sus sueños más profundos, será en el inmaculado rostro de la inocencia donde encontrará el auténtico sentido a su vida.
Con el cada vez más avanzado desarrollo de las técnicas digitales, las cuales permiten la creación de entornos fabulosos así como su población con unas dosis de realismo nunca antes vistas, la industria hollywoodiense ha recuperado una serie de géneros de vocación colosalista casi olvidados para desnaturalizarlos a través de la fría magia digital. Así, productos como la trilogía de Piratas del Caribe o la celebrada Gladiator no suponen la puesta al día del cine de piratas y del pepulm respectivamente, sino la utilización de una serie de elementos e iconos propios de dichos géneros para adornar, dándole un toque exótico, a productos de acción comparables a sus compañeros generacionales, sustituyendo las gabardinas de cuero y las pistolas por espadas, sandalias o barcos pirata.
El elemento humano anteriormente citado desmarca a Troya de esta corriente dominante, como si su director quisiera llegar a un pacto de no agresión entre el pasado y el presente. Troya no reniega de los grandes planos elaborados tanto para enmudecer al público como para lucir su fastuoso presupuesto y que se han convertido en marcas de fábrica (las panorámicas aéreas combinadas con travelling que nos muestra el avance de enormes ejércitos formados por soldados infográficos) pero no tiene miedo de penetrar en el ojo del huracán del campo de batalla, recogiendo la fisicidad de los golpes (los siseos de las espadas al cortar el aire; las flechas que atraviesan las piernas descubiertas de los guerreros; los torsos empalados por las lanzas de madera; los cuellos cercenados de los que no para de salir sangre sin que sus dueños no puedan hacer nada, excepto esperar la llegada de su último estertor) ni de dar la espalda a lo explícito para abrazar la sutilidad de la sugerencia (el acercamiento del enorme ejército griego es anunciado por el retumbar de sus pasos en la tierra y por la polvareda que levantan al caminar).
Es por esto que Troya vuela alto cuando se centra en lo individual (el combate entre Héctor y Aquiles) y desciende cuando se ve obligada a elevarse sobre lo colectivo (la descripción del desarrollo del caballo de Troya así como el consiguiente asedio a la ciudad). En suma, cuando consigue lucir que su origen reside en la epopeya, olvidándose de sus miles de soldados clónicos creados para morir y recordándonos a los espectadores que los auténticos protagonistas de lo épico son individuos con rostro y con un pasado que defender y un futuro por el que luchar.
9 comentarios:
Resulta no sólo necesario, sino de absoluta justicia, dedicar esta reseña al señor Kenta quien, con su amabilidad característica, me prestó su blu-ray hace un año y me ha seguido hablando a pesar de tenérselo secuestrado durante todo este tiempo.
Una reseña, vamos a decir, correcta.
No quería meterte presión para verla, jeje.
Una película que no pasará a la historia del cine pero que cumple su función y entretiene.
Me pillé ya la de Inception. Está por 16€. Me pareció barata para ser estreno. En DVD vale 13€.
Me hubiera gustado comprarme la del maletín pero vi que los extras que vienen en el bluray son los mismos. Aunque molaría tener la peonza...
Perdón por el offtopic.
Un saludo
Lo gracioso es que le tenía mucho miedo a Troya por su duración y, al final, me resultó muy entretenida.
A mí también me ha sorprendido lo económica que ha salido Origen. Los 16€ son muy tentadores pero yo creo que me voy a pillar el maletín, así me hace juego con el de Blade Runner.
Saludos.
kenta yo he pedido la peonza y el dado juntos a dealextreme! te vienen los dos totem!
Bueno ya sabes que para mi Gladiator si es de romanos, aunque también tiene acción claro, pero su enfoque es el de una pelicula de romanos de toda la vida (por cierto esa peli me parece bastante mejor que Troya, pero eso es otro tema), sobre Troya, la verdad es que me gusto bastante, muy entretenida.
OLafh, pero que me dices? :) Lo mirare tranquilamente cuando llegue a casa que ahora estoy "in the hell of calls".
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Para mi fue una de las decepciones palomiteras de su año junto con Van Helsing, que creo que se estrenó una o dos semanas antes.
A mi parecer la falta de ritmo del filme es preocupante, el scoring inexistente y en este tipo de pelis es muy necesario
Solo salva los muebles Eric Bana, pero claro ya sabemos como acaba.
Perdón por estar desaparecido, estas últimas semanas han sido de locos!
Pues precisamente a mí el ritmo me parece muy logrado ya que, excepto los últimos 40m., el resto de metraje, y estamos hablando de más de tres horas, se me pasó volando.
Yo creo que todo el casting está muy bien elegido. Eric Bana está genial pero para interpretar a un ídolo egoista como es Aquiles que mejor que contratar a una superestrella como Brad Pitt.
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