USA, 1995. 116m. C.
D.: Tony Scott P.: Jerry Bruckheimer & Don Simpson G.: Michael Schiffer, basado en una idea de Michael Schiffer & Richard P. Henrick I.: Denzel Washington, Gene Hackman, George Dzundza, Viggo Mortensen F.: 2.35:1
Los primeros minutos de Marea roja introducen una novedad en el cine de Tony Scott: por primera vez en la filmografía del director de Fanático se plantéa un contexto político que tendrá su consiguiente efecto en el desarrollo dramático del film. Desde un portaaviones, un locutor de la CNN nos informa del inestable ambiente político en el que transcurren los hechos, un conflicto de consecuencias nucleares reminiscente de la crisis de los misiles cubanos acaecida en 1962. El escenario, con los aviones despegando ruidosamente, subraya el ambiente marcial del momento. La siguiente secuencia nos presenta a uno de los protagonistas, el comandante Ron Hunter, disfrutando de la fiesta de cumpleaños de su hija de cinco años hasta que las alarmante noticias transmitidas por la televisión captan su atención. La consecución de estas dos secuencias no sólo sirven para confirmar la gravedad de un inminente ataque nuclear, sino que el contraste entre un escenario militar (el portaaviones) y uno familiar (la casa del protagonista) nos transmite la manera en como ese peligro penetra poco a poco en los hogares americanos: un peligro surgido de un conflicto militar pero que tendrá sus horrorosas consecuencias en la población civil.
La utilización de una pantalla (la del televisor) para informar tanto al espectador como al protagonista no es casual. En el momento en el que los tripulantes del submarino Alabama son encerrados en su interior y sumergidos en las profundidades marinas, el mundo exterior pierde su forma, su fisicidad, resumido a una serie de datos, de números o de señales en la pantalla de un radar. Esta abstracción convierte a Marea roja en una película bélica en clave teórica: nunca vemos al enemigo, este no existe como cuerpo, como ser humano, quedando reducido a un punto en unas coordenadas. La acción de la película consiste en la adaptación a la pantalla grande (y a lo grande) de un juego de mesa a lo "Hundir la flota", con el capitán mandando lanzar sus misiles a unas coordenadas que, para ellos, no se corresponde con una realidad: sólo son datos.
El surgimiento de un conflicto humano, en base a la subjetividad de los protagonistas enfrentados, el mencionado comandante Hunter y el capitán Frank Ramsey, en medio de un mar de cifras es lo que hace estallar el drama. Marea roja parece querer ilustrar la variante que aporta el ser humano (prisionero de sus dudas y de su conciencia) dentro de un conflicto tecnológico. Y para ello, se acoge a la estructura de la buddy movie heredada del cine de acción (y que ya había practicado el propio Tony Scott en su interesante El último boy scout) llevándola a un terreno ideológico, con Denzel Washington interpretando al oficial joven y progresista (la discusión sobre el personaje de cómic Silver Surfer le otorga, además, un toque contracultural) y Gene Hackman a un capitán al borde del retiro y profundamente conservador.
Centrar el contexto político en un posible ataque nuclear por parte de Rusia remite a Marea roja al cine bélico americano de los años 50, marcado por la Guerra Fría. Esta referencia aporta a la película de un cierto hálito clásico que redunda positivamente en el trabajo de Tony Scott quien, por supuesto, mantiene su estilo esteticista y fragmentado pero que en esta ocasión, posiblemente debido a un trasfondo dramático más cuidado de lo habitual, sí consigue trascender la vacuidad habitual de sus, siempre, cuidadas imágenes consiguiendo dotar al film de una atmósfera tensa (los primerísimos primeros lanos que captan las gotas de sudor que recorren los congestionados rostros de los protagonistas) y de un ritmo trepidante (con los veloces travellings que siguen los movimientos de los actores, rodeados de maquinaria).
Gran parte de la responsabilidad de la eficacia visual (e, incluso, narrativa) de Marea roja hay que buscarla en el excelente trabajo de un equipo técnico eficazmente dirigido por Scott. El compositor Hans Zimmer consigue conjugar en su partitura tanto la descripción de un ambiente claustrofóbico y tecnológico (con una música basada en atmosféricos y minimalistas sonidos electrónicos) con la exaltación del espíritu nacional que mueve a todos los tripulantes (con un tema principal ya mítico). La fotografía de Dariusz Wolski, basada en una serie de contrastes a base de brillantes colores (principalmente, entre rojos y verdes) que describen efectivamente las dudas y conflictos internos de los personajes que enfoca, dándonos a veces da la impresión de estar viendo un giallo. Y, finalmente, la labor del montador Chris Lebenzon a la hora de dar ritmo y dinamismo a los lentos enfrentamientos entre los submarinos, con resultados espectaculares.
Gracias a todo lo dicho, Marea roja contiene alguno de los mas sugestivos momentos del cine de Tony Scott (el submarino, tras ser alcanzado por un torpedo, hundiéndose en las profundidades, acompañado con una serie de sonidos productos de la presión en el casco, y que lo asemeja al lamento de una bestia herida) convirtiéndose en uno de sus productos de evasión más eficaces, consiguiendo sublimar un guión que cae en el esquema reiterativo del gato y el ratón, y una puesta en escena que, en ocasiones, abusa de determinadas formas visuales (esos travelling contrapicados que siguen los pasos de los protagonistas por las pasarelas enrejadas).
La utilización de una pantalla (la del televisor) para informar tanto al espectador como al protagonista no es casual. En el momento en el que los tripulantes del submarino Alabama son encerrados en su interior y sumergidos en las profundidades marinas, el mundo exterior pierde su forma, su fisicidad, resumido a una serie de datos, de números o de señales en la pantalla de un radar. Esta abstracción convierte a Marea roja en una película bélica en clave teórica: nunca vemos al enemigo, este no existe como cuerpo, como ser humano, quedando reducido a un punto en unas coordenadas. La acción de la película consiste en la adaptación a la pantalla grande (y a lo grande) de un juego de mesa a lo "Hundir la flota", con el capitán mandando lanzar sus misiles a unas coordenadas que, para ellos, no se corresponde con una realidad: sólo son datos.
El surgimiento de un conflicto humano, en base a la subjetividad de los protagonistas enfrentados, el mencionado comandante Hunter y el capitán Frank Ramsey, en medio de un mar de cifras es lo que hace estallar el drama. Marea roja parece querer ilustrar la variante que aporta el ser humano (prisionero de sus dudas y de su conciencia) dentro de un conflicto tecnológico. Y para ello, se acoge a la estructura de la buddy movie heredada del cine de acción (y que ya había practicado el propio Tony Scott en su interesante El último boy scout) llevándola a un terreno ideológico, con Denzel Washington interpretando al oficial joven y progresista (la discusión sobre el personaje de cómic Silver Surfer le otorga, además, un toque contracultural) y Gene Hackman a un capitán al borde del retiro y profundamente conservador.
Centrar el contexto político en un posible ataque nuclear por parte de Rusia remite a Marea roja al cine bélico americano de los años 50, marcado por la Guerra Fría. Esta referencia aporta a la película de un cierto hálito clásico que redunda positivamente en el trabajo de Tony Scott quien, por supuesto, mantiene su estilo esteticista y fragmentado pero que en esta ocasión, posiblemente debido a un trasfondo dramático más cuidado de lo habitual, sí consigue trascender la vacuidad habitual de sus, siempre, cuidadas imágenes consiguiendo dotar al film de una atmósfera tensa (los primerísimos primeros lanos que captan las gotas de sudor que recorren los congestionados rostros de los protagonistas) y de un ritmo trepidante (con los veloces travellings que siguen los movimientos de los actores, rodeados de maquinaria).
Gran parte de la responsabilidad de la eficacia visual (e, incluso, narrativa) de Marea roja hay que buscarla en el excelente trabajo de un equipo técnico eficazmente dirigido por Scott. El compositor Hans Zimmer consigue conjugar en su partitura tanto la descripción de un ambiente claustrofóbico y tecnológico (con una música basada en atmosféricos y minimalistas sonidos electrónicos) con la exaltación del espíritu nacional que mueve a todos los tripulantes (con un tema principal ya mítico). La fotografía de Dariusz Wolski, basada en una serie de contrastes a base de brillantes colores (principalmente, entre rojos y verdes) que describen efectivamente las dudas y conflictos internos de los personajes que enfoca, dándonos a veces da la impresión de estar viendo un giallo. Y, finalmente, la labor del montador Chris Lebenzon a la hora de dar ritmo y dinamismo a los lentos enfrentamientos entre los submarinos, con resultados espectaculares.
Gracias a todo lo dicho, Marea roja contiene alguno de los mas sugestivos momentos del cine de Tony Scott (el submarino, tras ser alcanzado por un torpedo, hundiéndose en las profundidades, acompañado con una serie de sonidos productos de la presión en el casco, y que lo asemeja al lamento de una bestia herida) convirtiéndose en uno de sus productos de evasión más eficaces, consiguiendo sublimar un guión que cae en el esquema reiterativo del gato y el ratón, y una puesta en escena que, en ocasiones, abusa de determinadas formas visuales (esos travelling contrapicados que siguen los pasos de los protagonistas por las pasarelas enrejadas).
4 comentarios:
Marea Roja tiene un problema de serie: los dos personajes protagonistas son tan rígidos y esquemáticos que nunca da a lugar a posicionarte en contra del chico progresista, racional, de buen corazon y negro de buena familia. Es imposible que con ese retraro Denzel Washington no lleve razón en lo que defiende, como así es. Así que toda la duda en la que se cimenta la película no funciona como debiera.
Por otra parte sí creo que es la película donde mejor casa el estilo Scott que al menos yo haya visto, quizás debido al caracter claustofóbico del ambiente, que impide planos abiertos y da sentido a esos primeros planos cimentados en un buen montaje.
Cierto, la película es tendenciosa a la hora de posicionarse, pero, aun así, sí consigue transmitir la angustia de si se está tomando la decisión correcta.
Lo que sí tengo claro es que sin la banda sonora de ans Zimmer, el impacto de la película sería muy menor.
Precisamente quería hacer referencia al score de Zimmer que aquí hace uno de sus mejores trabajos en mi humilde parecer.
La verdad es que ésta película me encanta al igual que otras pelis de submarinos como Octubre Rojo o K-19, la que menos me gustó fue esa en la que salía Bon Jovi y que no recuerdo ni el nombre XD
A mí también me parece uno de lso mejores trabajos de Zimmer, con un tema principal tan antológico que el propio compositor no ha dudado en reutilizarlo posteriormente (de hecho, la génesis de ese tema está en una composición anterior, la de "Llamaradas".
La peli de Bon Jovi es "U-571".
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