Japón/Corea del Sur, 2005. 115m. C.
D.: Kiyoshi Kurosawa P.: Atsuyuki Shimoda G.: Kiyoshi Kurosawa I.: Miki Nakatani, Etsushi Toyokawa, Hidetoshi Nishijima, Yumi Adachi F.: 1.85:1
"Imagine que está sentado en una habitación ordinaria. De repente se nos dice que hay un cadáver detrás de la puerta. En un instante, la atmósfera de la habitación en la que está sentado está totalmente alterada: la luz, la atmósfera ha cambiado, a pesar de que son físicamente iguales. Esto se debe a que hemos cambiado ... Este es el efecto que quiero conseguir ". Estas son las célebres palabras que el director danés Carl Theodor Dreyer le dijo a su director de fotografía a la hora de concebir la atmósfera del clásico de 1932, Vampyr. Unas palabras que podrían pertenecer al director de Kairo en su acercamiento al cine de terror protagonizado por momias: la escena en la que la protagonista, Reiko, una escritora retirada a una casa aislada en el campo para acabar un encargo, está trabajando con su ordenador, a plena luz del día, en una habitación iluminada, nos resulta profundamente perturbadora al atisbar, a sus espaldas, la figura inerte de la momia que está guardando en su casa.
El cine de fantasmas de Kurosawa destaca por su marcada fisicidad. Para el diretor de Cure, el fantasma es una presencia real, tangible, no una entidad espiritual que podamos traspasar con nuestra mano. Es por ello que nunca juega al despiste con el espectador, creando una serie de golpes de efecto, de sustos con los que impactar a sus personajes, súbitamente acorralados por la irrupción de lo sobrenatural. Kurosawa muestra a sus espectros en planos fijos, siguiéndolos con suaves movimientos de cámara, subrayando su presencia dentro del espacio: una fisicidad que resalta su hostilidad: él o ella está ahí, forma parte del escenario. Kurosawa lleva la figura de la momia a su terreno, transformando Loft en una genuina kaidan eiga (cine de fantasmas japonés) tanto en su fondo (la venganza más allá de la tumba de un espíritu que no puede descansar hasta vengar su asesinato) como en su forma (el ritmo lento, las apariciones casi subliminales de los fantasmas, inmóviles al fondo del plano, confundiéndose con las sombras).
Loft se convierte en una película de fantasmas introspectivos desde el momento en el que las apariciones parecen tener su núcleo en el interior de las mentes de los protagonistas. La primera vez que vemos a la protagonista, ésta está maquillándose. No la vemos a ella directamente, sino su reflejo en el espejo: es decir, el reflejo de su belleza. Empieza a sentir unos fuertes dolores en el estómago que culminan cuando acaba vomitando una sustancia negra y viscosa. Más tarde, la aparición de la momia milenaria perfectamente conservada gracias a la cantidad de lodo hallado en su estómago le pone al corriente de una leyenda que dice que, en la antigüedad, las mujeres consumían lodo para mantenerse bellas. De esta manera, la aparición de la momia estaría marcada por la inseguridad de Reiko a un nivel personal como profesional (ganadora de un premio literario, Reiko sufre un bloqueo a la hora de enfrentar su nuevo trabajo).
Por su parte, para Yoshioka, encargado de la conservación y preparación de la momia para su presentación en el museo, el cuerpo inerte que no puede dejar de mirar despierta en su conciencia el sentimiento de culpa que destapa un pasado lleno de esqueletos en el armario. El desarrollo de la relación en paralelo de cada uno de estos personajes con la figura de la momia y sus consecuencias ofrece los mejores momentos de Loft: la primera noche que Reiko pasa con la momia en su casa, toda una set piece que certifica la habilidad de Kurosawa a la hora de construir atmósferas tan perturbadoras como llenas de tensión; la escena en la que Yoshioka escucha de un amigo como éste pasó una noche en vela al ser visitado por una aparición: Kurosawa encuadra al hombre relatando el suceso en plano fijo mientras la banda de sonido se llena de voces, gritos y extraños ruidosa a un volumen casi imperceptible, como un turbador ruido de fondo.
En cambio, a medida que la película avanza y las dos historias se van relacionando, Loft pierde interés, especialmente cuando empieza a dar vueltas alrededor de una única idea, en un intento de sorprender al espectador con una trama llena de misterios, pistas falsas y finales múltiples: Kurosawa abandona la densidad psicológica para ahondar en los trillados terrenos del thriller sobrenatural. Con todo, y a pesar de la decepcionante resolución final, la sensación que conserva el espectador de Loft es que Kiyoshi Kurosawa sigue siendo uno de los mas interesantes talentos del género fantástico actual, capaz de seguir dándonos miedo con un subgénero, el cine de fantasmas nipón, infectado por el virus del lugar común.
El cine de fantasmas de Kurosawa destaca por su marcada fisicidad. Para el diretor de Cure, el fantasma es una presencia real, tangible, no una entidad espiritual que podamos traspasar con nuestra mano. Es por ello que nunca juega al despiste con el espectador, creando una serie de golpes de efecto, de sustos con los que impactar a sus personajes, súbitamente acorralados por la irrupción de lo sobrenatural. Kurosawa muestra a sus espectros en planos fijos, siguiéndolos con suaves movimientos de cámara, subrayando su presencia dentro del espacio: una fisicidad que resalta su hostilidad: él o ella está ahí, forma parte del escenario. Kurosawa lleva la figura de la momia a su terreno, transformando Loft en una genuina kaidan eiga (cine de fantasmas japonés) tanto en su fondo (la venganza más allá de la tumba de un espíritu que no puede descansar hasta vengar su asesinato) como en su forma (el ritmo lento, las apariciones casi subliminales de los fantasmas, inmóviles al fondo del plano, confundiéndose con las sombras).
Loft se convierte en una película de fantasmas introspectivos desde el momento en el que las apariciones parecen tener su núcleo en el interior de las mentes de los protagonistas. La primera vez que vemos a la protagonista, ésta está maquillándose. No la vemos a ella directamente, sino su reflejo en el espejo: es decir, el reflejo de su belleza. Empieza a sentir unos fuertes dolores en el estómago que culminan cuando acaba vomitando una sustancia negra y viscosa. Más tarde, la aparición de la momia milenaria perfectamente conservada gracias a la cantidad de lodo hallado en su estómago le pone al corriente de una leyenda que dice que, en la antigüedad, las mujeres consumían lodo para mantenerse bellas. De esta manera, la aparición de la momia estaría marcada por la inseguridad de Reiko a un nivel personal como profesional (ganadora de un premio literario, Reiko sufre un bloqueo a la hora de enfrentar su nuevo trabajo).
Por su parte, para Yoshioka, encargado de la conservación y preparación de la momia para su presentación en el museo, el cuerpo inerte que no puede dejar de mirar despierta en su conciencia el sentimiento de culpa que destapa un pasado lleno de esqueletos en el armario. El desarrollo de la relación en paralelo de cada uno de estos personajes con la figura de la momia y sus consecuencias ofrece los mejores momentos de Loft: la primera noche que Reiko pasa con la momia en su casa, toda una set piece que certifica la habilidad de Kurosawa a la hora de construir atmósferas tan perturbadoras como llenas de tensión; la escena en la que Yoshioka escucha de un amigo como éste pasó una noche en vela al ser visitado por una aparición: Kurosawa encuadra al hombre relatando el suceso en plano fijo mientras la banda de sonido se llena de voces, gritos y extraños ruidosa a un volumen casi imperceptible, como un turbador ruido de fondo.
En cambio, a medida que la película avanza y las dos historias se van relacionando, Loft pierde interés, especialmente cuando empieza a dar vueltas alrededor de una única idea, en un intento de sorprender al espectador con una trama llena de misterios, pistas falsas y finales múltiples: Kurosawa abandona la densidad psicológica para ahondar en los trillados terrenos del thriller sobrenatural. Con todo, y a pesar de la decepcionante resolución final, la sensación que conserva el espectador de Loft es que Kiyoshi Kurosawa sigue siendo uno de los mas interesantes talentos del género fantástico actual, capaz de seguir dándonos miedo con un subgénero, el cine de fantasmas nipón, infectado por el virus del lugar común.
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