USA, 1991. 105m. C.
D.: Tony Scott P.: Michael Levy & Joel Silver G.: Shane Black, basado en una idea de Shane Black & Greg Hicks I.: Bruce Willis, Damon Wayans, Chelsea Field, Noble Willingham F.: 2.20:1
Si le echamos un vistazo a la historia que nos cuenta El último Boy Scout no nos encontraremos con nada especial ni, mucho menos, original. Más bien al contrario, la película de Tony Scott se acoge al clásico esquema de la buddy movie, tan socorrido por el cine de acción de la década de los 80: los personajes de Willis y Wayans, el detective privado Joe Hallenbeck y el ex-jugador profesional Jimmy Dix, no sólo no se soportan cuando se conocen, sino que, incluso, llegan a las manos para, finalmente, tener que unir sus fuerzas para vengar, precisamente, a la novia del segundo, asesinada mientras el primero intentaba protejerla. Este punto de partida tiene un desarrollo a la altura de las circunstancias: peleas, explosiones, persecuciones automovilísticas y chistes. Atendiendo a lo expuesto, ¿qué hace de El último Boy Scout una película, como mínimo, interesante? Para encontrar la respuesta sólo tenemos que fijarnos en el título, los personajes principales y al año de producción.
La primera vez que vemos a Joe, éste está durmiendo en su coche. Sucio y sin afeitar, esta más cerca de ser un vagabundo que un héroe de acción. Se nos presenta como un perdedor nato, incapaz de mantener su negocio de investigación ni mucho menos una familia que le odia. Joe Hallenbeck es el boy scout del título, último vestigio de una raza de súper-héroes que dominaron el género en la década anterior y que hoy está terriblemente cansado, incapaz de adaptarse a unos nuevos tiempos en los que sus ideales no significan nada. Unos tiempos representados por Jimmy Dix: al contrario que Joe, Jimmy es presentado en una lujosa habitación mientras observa a la atractiva chica con la que se ha acostado la noche anterior. Cuando sale al exterior, descubrimos que nos encontramos en una mansión llena de jugadores profesionales y mujeres desnudas. Las carísimas ropas que lleva, así como su estrafalario vestuatio (casi un sosias del extravagante ex-jugador de la NBA Dennis Rodman quien también acabaría haciendo películas de acción), contrasta con la desastrada pinta de Joe, como si el pasado y el presente se unieran en el mismo plano.
Pero este tono vagamente crepuscular no viene acompañado de la mirada elegíaca y nostálgica del cine de, por ejemplo, Sam Peckinpah. El mundo en el que se desarrollan los acontecimientos que cuenta El último Boy Scout resulta corrupto hasta la médula, contaminándolo todo, desde el deporte (los negocios sucios con las apuestas deportivas de los grandes mánagers de los equipos) hasta la política (senadores corruptos, que se dejan sobornar y disfrutan con humillantes ejercicios sexuales sadomasoquistas), pasando por el propio hogar del protagonista (descubre que su mujer le ha estado engañando con su mejor amigo). El propio Jimmy es un producto de este entorno degradado (sus problemas con el juego y las drogas fue lo que acabó con su carrera; además, contínuamente engaña a su novia acostándose "con todo lo que tiene pulso", como él mismo confiesa), de ahí que sea incapaz de salvarla, teniendo que asistir a su asesinato sin que él pueda hacer nada. Unos tiempos duros que necesitan, por tanto, a tipos duros. Esto es, héroes de la vieja escuela.
Rodeado de criminales con sofisticados trajes, Joe surge como una figura mítica que sabe más no por viejo, sino por la cantidad de golpes que ha recibido su maltratado cuerpo. Versión postmoderna del detective hard boiled de la pulp fiction más popular, con su sempiterno cigarrillo en la boca, su aspecto de "cama sin hacer", su rostro magullado y su humor chulesco y directo (el inmortal "Si me tocas, te mato"). Cuando, al final del film, Joe le dice a Jimmy que al estar en los 90, ahora se ven obligados a decir una frase ingeniosa antes de disparar a los malos, El último Boy Scout deja claro cual es su mensaje: los mitos del cine de acción de los 80 le dan la alternativa, enseñándoles el oficio, a los integrantes de la nueva década (no es casualidad, en este sentido, la elección de Bruce Willis para un papel que recuerda a su John McClane de Jungla de cristal).
Hasta aquí hemos visto que El último Boy Scout tiene cosas interesantes que decir, no conformándose con ser un mero espectáculo de acción. Entonces, ¿qué es lo que no funciona en el film? ¿Qué es lo que hace que sus presupuestos teóricos se queden, precisamente, en eso, en la teoría? Pues lo único de lo que no hemos hablado hasta ahora: la labor de su director, Tony Scott. Como realizador de algunas de las películas señeras de los 80 (especialmente, Top Gun. Ídolos del aire, pero también la secuela de Superdetective en Hollywood) y representante del ala más comercial de la industria hollywoodiense, posiblemente el hermano de Ridley Scott era el más indicado para transmitir dicho mensaje. Desgraciadamente, si algo nos ha quedado claro hasta ahora en lo que respecta a la filmografía del director de Marea roja es que éste carece de una mirada personal acerca del material que maneja (lo que sí tiene, ojo, es un estilo reconocible) lo que repercute en una falta de implicación con ese material. En El último Boy Scout hace lo que se espera de él (los estilizados encuadres en scope; las fugas de luz; los tonos cálidos; el montaje fragmentado y los planos cortos) anulando el alcance irónico y referencial del guión. Tony Scott convierte El último Boy Scout en una película de acción intercambiable con cualquier otra de su larga carrera, demostrando que él, a la hora de acercarse a su oficio, no tiene tantas inquietudes como sus personajes.
La primera vez que vemos a Joe, éste está durmiendo en su coche. Sucio y sin afeitar, esta más cerca de ser un vagabundo que un héroe de acción. Se nos presenta como un perdedor nato, incapaz de mantener su negocio de investigación ni mucho menos una familia que le odia. Joe Hallenbeck es el boy scout del título, último vestigio de una raza de súper-héroes que dominaron el género en la década anterior y que hoy está terriblemente cansado, incapaz de adaptarse a unos nuevos tiempos en los que sus ideales no significan nada. Unos tiempos representados por Jimmy Dix: al contrario que Joe, Jimmy es presentado en una lujosa habitación mientras observa a la atractiva chica con la que se ha acostado la noche anterior. Cuando sale al exterior, descubrimos que nos encontramos en una mansión llena de jugadores profesionales y mujeres desnudas. Las carísimas ropas que lleva, así como su estrafalario vestuatio (casi un sosias del extravagante ex-jugador de la NBA Dennis Rodman quien también acabaría haciendo películas de acción), contrasta con la desastrada pinta de Joe, como si el pasado y el presente se unieran en el mismo plano.
Pero este tono vagamente crepuscular no viene acompañado de la mirada elegíaca y nostálgica del cine de, por ejemplo, Sam Peckinpah. El mundo en el que se desarrollan los acontecimientos que cuenta El último Boy Scout resulta corrupto hasta la médula, contaminándolo todo, desde el deporte (los negocios sucios con las apuestas deportivas de los grandes mánagers de los equipos) hasta la política (senadores corruptos, que se dejan sobornar y disfrutan con humillantes ejercicios sexuales sadomasoquistas), pasando por el propio hogar del protagonista (descubre que su mujer le ha estado engañando con su mejor amigo). El propio Jimmy es un producto de este entorno degradado (sus problemas con el juego y las drogas fue lo que acabó con su carrera; además, contínuamente engaña a su novia acostándose "con todo lo que tiene pulso", como él mismo confiesa), de ahí que sea incapaz de salvarla, teniendo que asistir a su asesinato sin que él pueda hacer nada. Unos tiempos duros que necesitan, por tanto, a tipos duros. Esto es, héroes de la vieja escuela.
Rodeado de criminales con sofisticados trajes, Joe surge como una figura mítica que sabe más no por viejo, sino por la cantidad de golpes que ha recibido su maltratado cuerpo. Versión postmoderna del detective hard boiled de la pulp fiction más popular, con su sempiterno cigarrillo en la boca, su aspecto de "cama sin hacer", su rostro magullado y su humor chulesco y directo (el inmortal "Si me tocas, te mato"). Cuando, al final del film, Joe le dice a Jimmy que al estar en los 90, ahora se ven obligados a decir una frase ingeniosa antes de disparar a los malos, El último Boy Scout deja claro cual es su mensaje: los mitos del cine de acción de los 80 le dan la alternativa, enseñándoles el oficio, a los integrantes de la nueva década (no es casualidad, en este sentido, la elección de Bruce Willis para un papel que recuerda a su John McClane de Jungla de cristal).
Hasta aquí hemos visto que El último Boy Scout tiene cosas interesantes que decir, no conformándose con ser un mero espectáculo de acción. Entonces, ¿qué es lo que no funciona en el film? ¿Qué es lo que hace que sus presupuestos teóricos se queden, precisamente, en eso, en la teoría? Pues lo único de lo que no hemos hablado hasta ahora: la labor de su director, Tony Scott. Como realizador de algunas de las películas señeras de los 80 (especialmente, Top Gun. Ídolos del aire, pero también la secuela de Superdetective en Hollywood) y representante del ala más comercial de la industria hollywoodiense, posiblemente el hermano de Ridley Scott era el más indicado para transmitir dicho mensaje. Desgraciadamente, si algo nos ha quedado claro hasta ahora en lo que respecta a la filmografía del director de Marea roja es que éste carece de una mirada personal acerca del material que maneja (lo que sí tiene, ojo, es un estilo reconocible) lo que repercute en una falta de implicación con ese material. En El último Boy Scout hace lo que se espera de él (los estilizados encuadres en scope; las fugas de luz; los tonos cálidos; el montaje fragmentado y los planos cortos) anulando el alcance irónico y referencial del guión. Tony Scott convierte El último Boy Scout en una película de acción intercambiable con cualquier otra de su larga carrera, demostrando que él, a la hora de acercarse a su oficio, no tiene tantas inquietudes como sus personajes.
4 comentarios:
Has estado comedido, pensé que le darías mas caña a esta película, yo la recuerdo con cariño pero tendré que volver a verla, con lo que estas sembrado últimamente es con las reseñas, esta también me ha gustado bastante, un punto de vista que yo no pensé ni por asomo, muy interesante
Hombre, la película me ha resultado moderadamente entretenida y con diálogos muy divertidos, lástima que no apure todas sus posibilidades.
Me alegro que las reseñas sean útiles. La próxima es la cuasi-mítica "Amor a quemarropa", veremos que tal.
Puto peliculón, no tengo nada más que decir, xd.
Ante su implacable razonamiento, cuanquier cosa que diga carece de valor.
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