USA/Alemania, 2005. 106m. C.
D.: Tim Story P.: Avi Arad, Bernd Eichinger & Ralph Winter G.: Mark Frost & Michael France, basado en el cómic de Stan Lee & Jack Kirby I.: Ioan Gruffud, Jessica Alba, Chris Evans, Michael Chiklins F.: 2.35:1
La tendencia del reciente cine de súper-héroes a la hora de densificar sus argumentos y bañar de trascendencia cada plano tiene como directa consecuencia que una película que acomete tan costoso y rentable sub-género de una manera tan desprejuiciada y distanciada como lo hace Los 4 Fantásticos despierte inicialmente nuestra simpatía. La principal virtud del film consiste en su apuesta directa por la diversión como único objetivo a alcanzar, rechazando de pleno cualquier propósito de gravedad. En las antípodas de las ínfulas sociológicas, psicológicas o filosóficas de productos como El caballero oscuro, Hulk o X-Men 2 (todos ellos notables, por otro lado), Los 4 Fantásticos no busca ser más que lo que parece: la historia de una serie de personajes quienes descubren que, tras participar en un accidentado experimento espacial, han adquirido increíbles poderes y el proceso de asimilación hasta convertirse oficialmente en un grupo súper-heróico dispuesto a salvar a la humanidad de cualquier peligro que la amenace.
Un acercamiento liviano que parece inspirado en los originales cómic-books que el guionista Stan Lee y el dibujante Jack Kirby dedicaron a los cuatro seres fabulosos creados por ellos mismos en 1961. Si un lector actual se acercara a esos números sin duda se llevaría una notable sorpresa: en contraste con las interminables sagas, los intrincados crossovers y las historias que se alargan número a número sin que parezca que pase nada, en Los 4 Fantásticos se comprimía la intensidad y emoción de toda una saga en sólo 20 páginas, a través de una narración directa, sin descanso y muy atenta a las capacidades narrativas de cada viñeta. Al contrario que hoy en día, lo que se intentaba era dar más (aventuras) por menos (dinero y espacio).
Pero a tenor del resultado, está claro que el equipo de Los 4 Fantásticos ha realizado una lectura harto superficial de esos comics, heredando la forma (directa y algo ingenua) pero obviando el espíritu. Porque la escasez de páginas no era impedimento para que Lee y (sobre todo) Kirby desplegaran su inagotable imaginación, creando mundos fabulosos, personajes complejos en su sencillez y aventuras más grandes que la vida. En cada núnero de Los 4 Fantásticos el léctor podía encontrarse con la definición de aventura: el sentido de la maravilla. Nada de esto podemos encontrar en los fotogramas de la película dirigida por Tim Story, la cual acaba resumiendose en un conjunto de escenas de vocación espectacular y momentos humorísticos vaciados de cualquier elemento dramático.
Al poco de empezar la película, una escena deja claras las intenciones del film: Johnny Storm y su enfermera deciden pasar un momento de diversión realizando ski (ella) y snowboard (él) extremo en las montañas nevadas cercanas al hospital donde el grupo descansa después de su accidente. Los planos aéreos y la canción utilizada nos hace olvidar que estamos viendo una película: más bien parecemos espectadores de un programa televisivo de un canal de deportes. Los 4 Fantásticos se esfuerza en actualizar el cómic original en sus aspectos más superficiales (el escote del traje de Sue Storm; la escena en la que Johnny Storm hace gala de sus habilidades en un espectáculo de motocross): la utilización de gags tan evidentes como Reed Richards alargando el brazo para coger un rollo de papel higiénico o las alusiones a las posibilidades eróticas de las capacidades elásticas de la anatomía de Reed demuestran hasta qué punto los creadores han elegido el camimo más fácil hacia el éxito (uno tiene la impresión de que toda la película es una excusa para poder utilizar este tipo de chistes).
A pesar de su lujosa presencia y su generoso presupuesto, Los 4 Fantásticos, en comparación con sus hermanas, adquiere la apariencia de una serie B, una producción autoconscientemente menor, por culpa tanto de la falta de personalidad de su director (cuya principal consecuencia en la monotonía y escasez de emoción de secuencias teóricamente espectaculares como el choque múltiple en el puente o el apático combate final) como de un equipo de efectos especiales no del todo infalible (especialmente a la hora de mostrar las extremidades elásticas de Reed y, sobre todo, la apariencia de la Cosa que, por una vez, pedía a gritos la utilización de las técnicas digitales). Precisamente el diseño y ejecución de Ben Grimm nos sirve para resumir el resultado final de tan endeble film: un apariencia que mirada de lejos puede dar el pego, pero a poco que nos fijemos observamos como la supuesta piedra se arruga por todos los lados.
Un acercamiento liviano que parece inspirado en los originales cómic-books que el guionista Stan Lee y el dibujante Jack Kirby dedicaron a los cuatro seres fabulosos creados por ellos mismos en 1961. Si un lector actual se acercara a esos números sin duda se llevaría una notable sorpresa: en contraste con las interminables sagas, los intrincados crossovers y las historias que se alargan número a número sin que parezca que pase nada, en Los 4 Fantásticos se comprimía la intensidad y emoción de toda una saga en sólo 20 páginas, a través de una narración directa, sin descanso y muy atenta a las capacidades narrativas de cada viñeta. Al contrario que hoy en día, lo que se intentaba era dar más (aventuras) por menos (dinero y espacio).
Pero a tenor del resultado, está claro que el equipo de Los 4 Fantásticos ha realizado una lectura harto superficial de esos comics, heredando la forma (directa y algo ingenua) pero obviando el espíritu. Porque la escasez de páginas no era impedimento para que Lee y (sobre todo) Kirby desplegaran su inagotable imaginación, creando mundos fabulosos, personajes complejos en su sencillez y aventuras más grandes que la vida. En cada núnero de Los 4 Fantásticos el léctor podía encontrarse con la definición de aventura: el sentido de la maravilla. Nada de esto podemos encontrar en los fotogramas de la película dirigida por Tim Story, la cual acaba resumiendose en un conjunto de escenas de vocación espectacular y momentos humorísticos vaciados de cualquier elemento dramático.
Al poco de empezar la película, una escena deja claras las intenciones del film: Johnny Storm y su enfermera deciden pasar un momento de diversión realizando ski (ella) y snowboard (él) extremo en las montañas nevadas cercanas al hospital donde el grupo descansa después de su accidente. Los planos aéreos y la canción utilizada nos hace olvidar que estamos viendo una película: más bien parecemos espectadores de un programa televisivo de un canal de deportes. Los 4 Fantásticos se esfuerza en actualizar el cómic original en sus aspectos más superficiales (el escote del traje de Sue Storm; la escena en la que Johnny Storm hace gala de sus habilidades en un espectáculo de motocross): la utilización de gags tan evidentes como Reed Richards alargando el brazo para coger un rollo de papel higiénico o las alusiones a las posibilidades eróticas de las capacidades elásticas de la anatomía de Reed demuestran hasta qué punto los creadores han elegido el camimo más fácil hacia el éxito (uno tiene la impresión de que toda la película es una excusa para poder utilizar este tipo de chistes).
A pesar de su lujosa presencia y su generoso presupuesto, Los 4 Fantásticos, en comparación con sus hermanas, adquiere la apariencia de una serie B, una producción autoconscientemente menor, por culpa tanto de la falta de personalidad de su director (cuya principal consecuencia en la monotonía y escasez de emoción de secuencias teóricamente espectaculares como el choque múltiple en el puente o el apático combate final) como de un equipo de efectos especiales no del todo infalible (especialmente a la hora de mostrar las extremidades elásticas de Reed y, sobre todo, la apariencia de la Cosa que, por una vez, pedía a gritos la utilización de las técnicas digitales). Precisamente el diseño y ejecución de Ben Grimm nos sirve para resumir el resultado final de tan endeble film: un apariencia que mirada de lejos puede dar el pego, pero a poco que nos fijemos observamos como la supuesta piedra se arruga por todos los lados.
8 comentarios:
El problema es, creo yo, que se ha dado barra libre a la adaptación al cine de todos los comics posibles. Ahora se dispone de la tecnología necesaria para que la producción quede resuelta de forma solvente. Pero, ah, las historias ha quedado en manos de un equipo de productores, directores y guionistas que no conocen lo que están manejando. Buscan, simplemente, un producto comercial con el que amasar la mayor cantidad de dinero. Lo que no tendría que ser malo de por sí, si diera lugar a un producto digno.
Pero por otro lado me pregunto qué necesidad tenemos los aficionados de ver las historias y personajes que nos gustan leer en los comics, adaptadas al cine. Me pregunto qué aporta eso, en qué lo engrandece, qué satisfacción sacamos, cuando en casi todas las ocasiones la decepción es mayúscula y acabamos volviendo a nuestros viejos ejemplares en papel.
Está claro que Hollywood ha encontrado la gallina de los huevos de oro en el cine basado en súper-héroes de comics (a ver cuanto dura), un cine que, además, le viene muy bien a la hora de poner en marcha su aparato de FX digitales.
Yo creo que, a priori, todo material es bueno para ser adaptado. Nos hace ilusión ver esos personajes inmóviles en el papel moviéndose y el cine es un medio diferente al cine, con su propio ritmo e intensidad y el trasvase es interesante. Pero, claro, todo depende del punto de vista. Está claro que Spider-Man, Hulk o Batman no son, por definición, personajes con más posibilidades que Los 4 Fantásticos, Daredevil o La liga de los hombres extraordinarios. Sólo que para unos tenemos a Raimi, Lee y Nolan/Burton y en las otras, Story, Steven Johnson y Norrington. Como siempre en el cine, al final todo se reduce a una cuestión de mirada, de personalidad.
Y estoy de acuerdo, no saben lo que tienen entre las manos. Es la gran ironía de Hollywood: los productores se frotan las manos ante un material muy popular, con una gran legión de seguidores, pero que no sólo desconocen, sino que, directamente, no les gusta.
De todas formas, no nos quejemos: el cine basado en vídeo-juegos está mucho peor.
Como para no estar de acuerdo (incluso coincidimos en los filmes de superhéroes más "sesudos") con lo que expones, en cuanto al género de las mallas dentro del marco cinematógrafico no somos muy dispares.
Y de verdad, no hables del cine de video-juegos, que es para llorar. Sólo salvaría Silent Hill o El Príncipe de Persia, con que...
Es que el que esperaba prccisamente ese "sentido de la maravilla" de la que rebosaban los cómics de Lee/Kirby, salías del cine con ganas de llorar. Pero reconozco que ese placer malsano del que hablas, Int, sobre poder ver en imagen real a los héroes de las viñetas, me hizo ser bastante condescendiente con el resultado final.
Ahora que siendo serios, la peli hace aguas por 20 sitios distintos (ese Dr. Muerte...). En fin, veremos si un futuro "reboot" arregla esto (porque la segunda parte de esta franquicia si que era para pegarse un tiro).
Una película malilla, no nos engañemos. Pero muy sincera, hecha para toda la familia.
Va directa al grano y a los quince minutos ya tenemos a los 4 Fantásticos. Creo que Ben y Johnny están muy conseguidos.
Y yo la verdad es que con escuchar en el cine "Flames On!" y "It´s Globberin Time" Me sentí satisfecho.
Hola a todos:
Ovidio: no he visto "El príncipe de Persia" (en su momento, jugué al "Las arenas del tiempo" en PC), aunque sí leí que no estaba del todo mal.
El problema del cine basado en vídeo-juegos es el mismo que en el basado en el de súper-héroes: no es lo mismo Christophe Gags ("Silent Hill") que Paul W.S. Anderson ("Resident Evil").
Cierto, tenemos la cruz de Uwe Boll, pero yo un dorector que reta a los críticos a subir al ring y que, además, después cumple, no puede menos que caerme bien.
Javier: más de una vez me he pensado en ponerle un altar a su templanza ante el cine. Conociéndo su admiración por los comics originales, aín no entiendo como no quemó el cine donde la vio la película.
Yota: hombre, honesta sí que es. Y yo también simpatizo con esa economía narrativa, pero son intenciones puestas al servicio de la nada.
La Antorcha Humana es lo único que funciona en FX, per la Cosa, buff.
Dejo constancia que para mí los Cuatro FAntásticos es "mi comic", el que llevo coleccionando 22 años y seguiré toda mi vida, así que no puedo ser imparcial con esta película.
Lo único bueno que se puede decir al respecto es que... las expectativas eran aún peores. Lamentable es el adjetivo que más se ajusta a esta adaptación que recoge quizás un 2% de lo que suponen los cómics de los 4F y el espíritu de maravilla. La primera familia no es una comedia familiar, como superficialmente ha entendido Tim Story, fue por encima de todo un ejercicio pionero en desbocar la imaginación y hacer todo lo impensable. Eso no le queda lejos a los que desarrollaron tal engendro,no. Es que directamente está fuera de su alcance. Si las ideas imaginativas que nos ofrecen es aprovechar la invisibilidad para ver a Jessica Alba en ropa interior, está todo dicho.
Mención especial merece el Doctor Muerte, el mejor villano de la Era Marvel, y candidato a ser el mejor personaje. Con ese material (de verdad que con el origen del Dr. Muerte, practicamente plagiado en BAtman BEgins, la peli se escribía sola) terminan haciendo un disparate de malo: vanidoso, cobarde, estúpido... Todo lo malo que se pueda esperar. VAmos, que los guionistas parecen pagados por Mefisto para torturar, aún más, el espíritu de su madre.
En fin, lo mejor que se puede decir es que la película se olvida tan rápido como se ve, al menos para el público general. Lo que esperábamos años ver a nuestros superhéroes favoritos no la olvidaremos tan facilmente. Por lástima.
Así me gusta, un fan de los comics totalmente indignado. Lo del Dr. Muerte es de traca: cualquiera que desconociera el personaje original pensará: "Pues menudo archivillano de mis narices".
Eso sí, no quiero sonar pesimista pero hoy en día los reboot están de moda y, no nos engañemos, todo es empeorable.
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