UK/Canadá, USA, 2007. 100m. C.
D.: David Cronenberg P.: Robert Lantos G.: Steven Knight I.: Viggo Mortensen, Naomi Watts, Vincent Cassel, Armin Mueller-Stahl F.: 1.85:1
La importancia de Promesas del Este dentro de la extensa filmografía de David Cronenberg radica en la confirmación de una serie de puntos que el director canadiense había estado desarrollando a lo largo de su filmografía, pudiendo considerar a este film como un punto y a parte como el que fue en su momento, y salvando las necesarias distancias en cuanto al escenario y el tiempo en el que se produce, el desarrollado en Inseparables.
Por una parte, Promesas del Este supone la consolidación del estatus autoral, pero, por una vez, también popular, del director de La mosca dentro de la industria cinematográfica de carácter comercial que ya mostró en su anterior Una historia de violencia, las cuales no sólo han tenido una mayor repercusión económica que la suma de todas las películas estrenadas por Cronenberg en los 90 (más Spider, que pasó como una exhalación por las carteleras) sino que fueron recibidas casi unánimemente por la crítica como ejemplos de un clasicismo narrativo casi extinto (los aplausos recibidos por Una historia de violencia en su presentación en Cannes, muy lejos de la división de opiniones, algunas especialmente airadas como relataba J.G Ballard en su autobiografía Milagros de vida, que cosechó Crash en el mismo marco; las nominaciones al Oscar tanto de Una historia de violencia como de Promesas del Este).
Un acalorado recibimiento no por, en parte, interesado menos justificado, pues Promesas del Este evidencia en cada uno de sus planos el férreo pulso narrativo alcanzado por un director iniciado en los márgenes del cine fantástico de serie B, haciendo gala de un estilo balbuceante y algo torpe, y que ha ido despojando de todo accesorio a su puesta en escena para dejarla, digamos, en los huesos: Promesas del Este, en su limpieza y economía narrativa, nos está contando más, mucho más, de lo que parece. Utilizando como marco los oscuros y violentos negocios llevados a cabo por la mafia rusa afincada en Londres, desarrolla sendas e imposibles historias de amor que nunca llegan a evidenciar su presencia, ocultas como lo tienen que estar en el interior de la historia, pero confirmadas por la retahíla de detalles, de gestos, de palabras sueltas desplegados por Cronenberg (ese plano que nos muestra como el morro del coche conducido por Nikolai se acerca a la moto aparcada de Anna, como si la fuera a dar un beso; la escena en el sórdido prostíbulo regentado por el padre de Kirill). De esta manera, Cronenberg resalta el ambiente hostil en el que se mueven los personajes, un mundo subterráneo pero a la vista de todos, en el que las apariencias son tangenciales para conservar la vida.
Pero también Promesas del Este consigue hacer confluir modélicamente las dos vertientes teóricas del cine de su autor: los conflictos de identidad y la importancia del cuerpo, de lo físico, han marcado, de manera sangrienta, su filmografía. El comienzo de la película resulta ejemplar a la hora de presentar al espectador la particular mirada con la que Cronenberg va a mostrar un universo tan habitual en las pantallas como es el de la mafia: tres escenarios cotidianos (una peluquería, una farmacia, un paritorio) son manchados, contaminados, por la existencia de una realidad negra, violenta, oculta (la navaja utilizada para afeitar a los clientes sirve para cercenar una garganta; el aséptico y blanquecino ambiente de la farmacia es manchado por la sangre de una joven que se está muriendo; la muerte de esa joven en una sala utilizada para traer nuevas vidas). Como decíamos, las apariencias son claves en ese ambiente delictivo en el que el orgullo es más importante que el asesinato y en el que la frontera entre los buenos y los malos es difusa. Posiblemente, todo el sentido del film se resume en el plano que nos muestra a la madre y al tío de la protagonista traduciendo el diario de la joven muerta: la voz en off de la muerta, relatando una vida de esclava, llena de violaciones, drogas y prostitución, consigue empañar el ambiente familiar y acogedor del comedor, tornándolo sucio, desagradable y asfixiante.
Volvemos al comienzo. La escena en la que uno de los mafiosos es asesinado por su peluquero nos muestra la importancia de lo físico en el film: el joven hijo del peluquero, nervioso e inexperto, no corta la garganta con un certero corte, sino que sierra la nuez de su víctima, mientras ésta agoniza lentamente, ahogándose en su propia sangre. En Promesas del Este el cuerpo no es una palabra, un concepto, sino que es una presencia material en el plano, que ocupa un lugar, se mueve y sufre. Un cuerpo que puede ser una autobiografía de la vida de su ocupante (los tatuajes que cubren el torso y las extremidades de Nikolai) o la viva imagen de un ser humillado, privado de todo orgullo o identidad propia (el escalofriante movimiento de cámara que nos muestra el desnudo y ajado físico de la prostituta con la que se acaba de acostar Nikolai, cuya mirada perdida nos evidencia que ella no está ahí: la canción infantil que murmura certifica que su mente se ha anclado en un pasado en el que conoció la felicidad por primera y última vez en su vida).
Es por ello que la más poderosa secuencia del film consiste en la brutal pelea entre dos mercenarios y Nikolai en el interior de unos baños públicos: la escenografía asemeja el lugar a un matadero, y las cazadoras de cuero de color negro contrastan con los cuerpos desnudos de los clientes. Un ambiente denso y cargado, en el cual presenciamos como un cuerpo desnudo, y por tanto vulnerable, es golpeado y cortado mientras este lucha por sobrevivir. Cada corte, cada hueso roto, cada gota de sangre vertida repercute en el propio físico del espectador. La imagen de Nikolai, ensangrentado y exhausto, arrastrándose por el suelo, invirtiendo sus menguadas fuerzas en un único objetivo supone la más modélica representación que se haya visto en mucho tiempo en una pantalla de la capacidad del ser humano, como ser vivo que es, para luchar por su supervivencia.
Por una parte, Promesas del Este supone la consolidación del estatus autoral, pero, por una vez, también popular, del director de La mosca dentro de la industria cinematográfica de carácter comercial que ya mostró en su anterior Una historia de violencia, las cuales no sólo han tenido una mayor repercusión económica que la suma de todas las películas estrenadas por Cronenberg en los 90 (más Spider, que pasó como una exhalación por las carteleras) sino que fueron recibidas casi unánimemente por la crítica como ejemplos de un clasicismo narrativo casi extinto (los aplausos recibidos por Una historia de violencia en su presentación en Cannes, muy lejos de la división de opiniones, algunas especialmente airadas como relataba J.G Ballard en su autobiografía Milagros de vida, que cosechó Crash en el mismo marco; las nominaciones al Oscar tanto de Una historia de violencia como de Promesas del Este).
Un acalorado recibimiento no por, en parte, interesado menos justificado, pues Promesas del Este evidencia en cada uno de sus planos el férreo pulso narrativo alcanzado por un director iniciado en los márgenes del cine fantástico de serie B, haciendo gala de un estilo balbuceante y algo torpe, y que ha ido despojando de todo accesorio a su puesta en escena para dejarla, digamos, en los huesos: Promesas del Este, en su limpieza y economía narrativa, nos está contando más, mucho más, de lo que parece. Utilizando como marco los oscuros y violentos negocios llevados a cabo por la mafia rusa afincada en Londres, desarrolla sendas e imposibles historias de amor que nunca llegan a evidenciar su presencia, ocultas como lo tienen que estar en el interior de la historia, pero confirmadas por la retahíla de detalles, de gestos, de palabras sueltas desplegados por Cronenberg (ese plano que nos muestra como el morro del coche conducido por Nikolai se acerca a la moto aparcada de Anna, como si la fuera a dar un beso; la escena en el sórdido prostíbulo regentado por el padre de Kirill). De esta manera, Cronenberg resalta el ambiente hostil en el que se mueven los personajes, un mundo subterráneo pero a la vista de todos, en el que las apariencias son tangenciales para conservar la vida.
Pero también Promesas del Este consigue hacer confluir modélicamente las dos vertientes teóricas del cine de su autor: los conflictos de identidad y la importancia del cuerpo, de lo físico, han marcado, de manera sangrienta, su filmografía. El comienzo de la película resulta ejemplar a la hora de presentar al espectador la particular mirada con la que Cronenberg va a mostrar un universo tan habitual en las pantallas como es el de la mafia: tres escenarios cotidianos (una peluquería, una farmacia, un paritorio) son manchados, contaminados, por la existencia de una realidad negra, violenta, oculta (la navaja utilizada para afeitar a los clientes sirve para cercenar una garganta; el aséptico y blanquecino ambiente de la farmacia es manchado por la sangre de una joven que se está muriendo; la muerte de esa joven en una sala utilizada para traer nuevas vidas). Como decíamos, las apariencias son claves en ese ambiente delictivo en el que el orgullo es más importante que el asesinato y en el que la frontera entre los buenos y los malos es difusa. Posiblemente, todo el sentido del film se resume en el plano que nos muestra a la madre y al tío de la protagonista traduciendo el diario de la joven muerta: la voz en off de la muerta, relatando una vida de esclava, llena de violaciones, drogas y prostitución, consigue empañar el ambiente familiar y acogedor del comedor, tornándolo sucio, desagradable y asfixiante.
Volvemos al comienzo. La escena en la que uno de los mafiosos es asesinado por su peluquero nos muestra la importancia de lo físico en el film: el joven hijo del peluquero, nervioso e inexperto, no corta la garganta con un certero corte, sino que sierra la nuez de su víctima, mientras ésta agoniza lentamente, ahogándose en su propia sangre. En Promesas del Este el cuerpo no es una palabra, un concepto, sino que es una presencia material en el plano, que ocupa un lugar, se mueve y sufre. Un cuerpo que puede ser una autobiografía de la vida de su ocupante (los tatuajes que cubren el torso y las extremidades de Nikolai) o la viva imagen de un ser humillado, privado de todo orgullo o identidad propia (el escalofriante movimiento de cámara que nos muestra el desnudo y ajado físico de la prostituta con la que se acaba de acostar Nikolai, cuya mirada perdida nos evidencia que ella no está ahí: la canción infantil que murmura certifica que su mente se ha anclado en un pasado en el que conoció la felicidad por primera y última vez en su vida).
Es por ello que la más poderosa secuencia del film consiste en la brutal pelea entre dos mercenarios y Nikolai en el interior de unos baños públicos: la escenografía asemeja el lugar a un matadero, y las cazadoras de cuero de color negro contrastan con los cuerpos desnudos de los clientes. Un ambiente denso y cargado, en el cual presenciamos como un cuerpo desnudo, y por tanto vulnerable, es golpeado y cortado mientras este lucha por sobrevivir. Cada corte, cada hueso roto, cada gota de sangre vertida repercute en el propio físico del espectador. La imagen de Nikolai, ensangrentado y exhausto, arrastrándose por el suelo, invirtiendo sus menguadas fuerzas en un único objetivo supone la más modélica representación que se haya visto en mucho tiempo en una pantalla de la capacidad del ser humano, como ser vivo que es, para luchar por su supervivencia.
4 comentarios:
Con esta estupenda película cerramos el repaso a la carrera de David Cronenberg. Un repaso en la que son todas las que están, pero no están todas las que son: faltan su dos primeros mediometrajes, "Stereo" y "Crimes of the Future", y el film de acción ambientado en el mundo del motor "Fast Company". Films inéditos en nuestro país y que un servidor no ha podido ver.
¡Lo conseguiste! ¡Para celebrarlo, te hice una galleta...!
... Pero me la comí. :C
Ahora en serio, me siento muy satisfecho de que hayas podido terminar este proyecto. En ocasiones, has tenido que sudar sangre para poder escribir algunas de las reseñas. Has revisado tus propias opiniones al respecto de algunas de las películas y no te has resistido a reflejarlo públicamente en este blog.
Mi mas sincera enhorabuena por la finalización de otro gran proyecto.
Aunque no es el primero que terminas ¿A que casi parece que con este cierras una etapa?
Gracias por los post porque ahora puedo comprender y entender mejor a Cronenberg y apreciar cual su importancia para le cine.
Sigo sin estar en armonía con él, pero me has dejado con la curiosidad de ver "Scanners" y esta última. También debo revidear Videdrome para calibralra mejor. Pronto veré La Mosca así que ya te comentaré.
BizarroJoe: lo más curioso es que, al igual que pasó con el repaso a "Viernes 13", a pesar de que en el paso a paso ha habido momentos de gran sufrimiento, una vez acabado y echando la vista atrás, todo parece haber sido más sencillo y más rápido de lo que ha sido.
lord_pengallan: como ya he dicho en otras ocasiones, si consigo que algún lector se anime a ver alguna película me sentiré más que satisfecho.
Y, desde luego, una vez que vea esas películas, pásese por aquí para comentarlo.
Un saludo a ambos y un agradecimiento en general a todos los fieles seguidores de este en ocasiones descontrolado blog.
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