Canadá, 1981. 103m. C.
D.: David Cronenberg P.: Claude Héroux G.: David Cronenberg I.: Jennifer O'Neill, Stephen Lack, Patrick McGoohan, Michael Ironside F.: 1.85:1
Scanners supone la culminación de la aceptación del cine de David Cronenberg por parte del público. Si sus anteriores películas habían sido bien recibidas por los aficionados al cine de terror de su país natal (a la vez que eran sistemáticamente vapuleadas por la crítica), con la película que nos ocupa consiguió cruzar la frontera y convertirla en todo un éxito en el circuito norteamericano. Lo cual no supone una casualidad, pues Scanners es, sin lugar a dudas, su película más comercial hasta el momento (y si me apuran, de toda su carrera, pues aunque posteriormente Cronenberg realizará productos teóricamente más comerciales, estos acabarán encallando en terrenos más personales).
A pesar de que Scanners participa inicialmente de las mismas constantes que las películas anteriores, el director de Videodrome acaba llevándola por un camino completamente diferente. Cronenberg utiliza el tema de los poderes paranormales y si para la creación de las extrañas y repugnantes criaturas asesinas de Cromosoma tres se sirvió del monstruo del Id creado en Planeta prohibido, en esta ocasión, el argumento de Scanners recuerda al de una modesta película de ciencia-ficción dirigida por Byron Haskin en 1968, El poder. Cronenberg vuelve a utilizar el formato del thriller, pero, esta vez, dando prioridad a los elementos más espectaculares del mismo, descartando las atmósferas oscuras y deprimentes de Rabia y Cromosoma tres. El resultado es el film más pirotécnico de su director, repleto de persecuciones automovilísticas, tiroteos y explosiones. Por este camino, Scanners puede presumir de un ritmo más trepidante que el de sus hermanas mayores, pero perdiendo por el camino la densidad conceptual de estas.
Esto no quiere decir que Scanners sea completamente desechable. En un momento del film, el doctor Ruth explica a su alumno que los poderes telepáticos del que hacen gala los scanners no consiste sólo en leer las mentes ajenas, sino en la habilidad para conectar dos cuerpos físicos separados por el espacio. Con esta definición, Cronenberg lleva los poderes telepáticos al terreno de la Nueva Carne, con los scanners destrozando los cuerpos de sus rivales utilizando el poder de sus mentes. Es este acercamiento eminentemente cárnico el que propicia algunas de las escenas más míticas del film: la famosa cabeza que estalla durante una conferencia o el extraordinario enfrentamiento final entre Cameron Vale y Darryl Revok (algún día habría que hacer un serio estudio sobre el notable talento de Cronenberg para crear nombres tan sonoros como adecuados; sin ir más lejos, sólo atendiendo a cada uno de ellos, sabríamos quien es el bueno y quien el malo de la película), el cual, entre los sangrientos y estupendos efectos de maquillaje del especialista Dick Smith y el poderoso tema creado por Howard Shore, llega a alcanzar una tensión casi épica.
Por otro lado, el heterodoxo acercamiento de Cronenberg al subgénero da lugar a una serie de combinaciones de carácter simbiótico que va de lo sugerente (Vale conectando su mente al sistema informático de un ordenador, escenificado por Cronenberg con una serie de extraños planos de las "tripas" de la computadora) a lo perturbador (Kim, la compañera de Vale, siendo explorada por un scanner nonato desde el interior del vientre de su madre). La adicción de los scanners por el ephemerol, una droga que se administra por vena y que les ayuda a controlar sus poderes, ofrece un oscuro dibujo de un grupo social que tiene que vivir apartado de la sociedad dominante, en grupos clandestinos que les asemejan definitivamente a yonkis con superpoderes (de hecho, al principio del film, Vale es presentado como un vagabundo que roba la comida de la cafetería de un centro comercial).
Uno de los personajes más fascinantes de Scanners es Benjamin Pierce (interpretado por Robert A. Silverman, una cara habitual en la filmografía del director de eXistenZ), un scanner que utiliza el arte, concretamente las estatuas que crea en su apartado estudio, para controlar sus poderes. En una ocasión, David Cronenberg dijo que tenía que mostrar determinadas cosas en sus films, porque él veía cosas que la gente no podía ni imaginar. Esta declaración convierte a Benjamin Pierce en un alter ego del director canadiense, lo que demuestra la capacidad de Cronenberg para incluir elementos personales incluso en sus films más convencionales.
A pesar de que Scanners participa inicialmente de las mismas constantes que las películas anteriores, el director de Videodrome acaba llevándola por un camino completamente diferente. Cronenberg utiliza el tema de los poderes paranormales y si para la creación de las extrañas y repugnantes criaturas asesinas de Cromosoma tres se sirvió del monstruo del Id creado en Planeta prohibido, en esta ocasión, el argumento de Scanners recuerda al de una modesta película de ciencia-ficción dirigida por Byron Haskin en 1968, El poder. Cronenberg vuelve a utilizar el formato del thriller, pero, esta vez, dando prioridad a los elementos más espectaculares del mismo, descartando las atmósferas oscuras y deprimentes de Rabia y Cromosoma tres. El resultado es el film más pirotécnico de su director, repleto de persecuciones automovilísticas, tiroteos y explosiones. Por este camino, Scanners puede presumir de un ritmo más trepidante que el de sus hermanas mayores, pero perdiendo por el camino la densidad conceptual de estas.
Esto no quiere decir que Scanners sea completamente desechable. En un momento del film, el doctor Ruth explica a su alumno que los poderes telepáticos del que hacen gala los scanners no consiste sólo en leer las mentes ajenas, sino en la habilidad para conectar dos cuerpos físicos separados por el espacio. Con esta definición, Cronenberg lleva los poderes telepáticos al terreno de la Nueva Carne, con los scanners destrozando los cuerpos de sus rivales utilizando el poder de sus mentes. Es este acercamiento eminentemente cárnico el que propicia algunas de las escenas más míticas del film: la famosa cabeza que estalla durante una conferencia o el extraordinario enfrentamiento final entre Cameron Vale y Darryl Revok (algún día habría que hacer un serio estudio sobre el notable talento de Cronenberg para crear nombres tan sonoros como adecuados; sin ir más lejos, sólo atendiendo a cada uno de ellos, sabríamos quien es el bueno y quien el malo de la película), el cual, entre los sangrientos y estupendos efectos de maquillaje del especialista Dick Smith y el poderoso tema creado por Howard Shore, llega a alcanzar una tensión casi épica.
Por otro lado, el heterodoxo acercamiento de Cronenberg al subgénero da lugar a una serie de combinaciones de carácter simbiótico que va de lo sugerente (Vale conectando su mente al sistema informático de un ordenador, escenificado por Cronenberg con una serie de extraños planos de las "tripas" de la computadora) a lo perturbador (Kim, la compañera de Vale, siendo explorada por un scanner nonato desde el interior del vientre de su madre). La adicción de los scanners por el ephemerol, una droga que se administra por vena y que les ayuda a controlar sus poderes, ofrece un oscuro dibujo de un grupo social que tiene que vivir apartado de la sociedad dominante, en grupos clandestinos que les asemejan definitivamente a yonkis con superpoderes (de hecho, al principio del film, Vale es presentado como un vagabundo que roba la comida de la cafetería de un centro comercial).
Uno de los personajes más fascinantes de Scanners es Benjamin Pierce (interpretado por Robert A. Silverman, una cara habitual en la filmografía del director de eXistenZ), un scanner que utiliza el arte, concretamente las estatuas que crea en su apartado estudio, para controlar sus poderes. En una ocasión, David Cronenberg dijo que tenía que mostrar determinadas cosas en sus films, porque él veía cosas que la gente no podía ni imaginar. Esta declaración convierte a Benjamin Pierce en un alter ego del director canadiense, lo que demuestra la capacidad de Cronenberg para incluir elementos personales incluso en sus films más convencionales.
7 comentarios:
Supongo que te habrás dado cuenta de que a todas las pelis de Cronenberg de momento las estas poniendo 3 estrellas. Incluso "Rabia" que la reconoces como la "menos sugerente". Menudo pulso y regularidad que tiene Cronenberg ;P
Esta peli la desconozco del todo, así que desconocía ese tufillo dickiano que tiene. Igual me la veo.
Aunque ya lo ha explicado, me sigue resultando chocante que haya visto películas como CROMOSOMA TRES o VINIERON DE DENTRO DE y no SCANNERS y LA MOSCA.
Una de las cosas que más me gustan de Cronenberg es su regularidad. Para mí, un gran director no es quien hace siempre obras maestras, sino quien tiene una obra coherente y cumpliendo unos mínimos de calidad. Y Cronenberg lo cumple.
Por otro lado, estamos en los comienzos y lo bueno está a punto de comenzar.
Eso lo dices porque ni me conoces. Tengo el talento de hacer las cosas de forma rara.
Pues conserve ese talento tan privilegiado.
Se me olvidó comentarlo...
Esta peli la vi en la filmo y me aburrió un poco a pesar de que tiene ideas bastante interesantes. Scanners me parece más un producto comercial ochentero. Qué quiero decir? Que necesitaba más dinamismo y acción y un héroe más duro. En fin, que es peli para otro director.
Hola. Es cierto que para ser un producto de evasión, Scanners tiene un ritmo algo moroso y le falta espectacularidad. Está claro que Cronenberg no se mueve muy bien en el terreno de la acción de gran aparato, pero a mí me resulta un film muy estimulante y sólo por el genial enfrentamiento final entre Vale y Revok ya merece la pena.
Por cierto, a tenor de lo que dices del protagonista, Stephen Lack, quien es un reputado pintor, fue muy criticado por su sosa interpretación, y de hecho abandonó el mundillo con alguna excepción, como su pequeña aparición en Inseparables, interpretando al creador de los instrumentos quirúrgicos para mujeres mutantes diseñado por Bev.
Pues lo de su pj me parece de lo mejor de la peli. Un poco cliché pero las escenas que ocurren en su refugio es de lo mejor de la peli. Una injusticia.
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