
D.: Tetsuya Nomura & Takeshi Nozue
I.: Takahiro Sakurai, Ayumi Ito, Shotaro Morikubo, Maaya Sakamoto

¿Por qué de tantas entregas, trece hasta el momento, tiene la séptima el honor de contar con una adaptación cinematográfica tan lujosa como la que nos ocupa? La respuesta es clara: además de ser el primer título para la consola de Sony PlayStation (y de contar por primera vez con gráficos en 3D, además de una narración cinematográfica), Final Fantasy VII supuso la consolidación del JRPG (juegos de rol japoneses) en el mercado occidental. Muchos fueron los que, por primera vez, se adentraron en este tipo de juegos a través de este título. Pero además, el juego hacía gala de un guión confuso y complicado (que no complejo: la confusión provenía no tanto de lo que se contaba, sino de la intrincada y laberíntica manera de hacerlo) que ha dado como resultado que los fans hayan llenado Internet de cientos de teorías e hipótesis. Tras el fracaso de taquilla de Final Fantasy. La fuerza interior, resulta lógico que el siguente paso cinematográfico de Square-Enix fuera responder a las peticiones de sus seguidores y darles lo que querían: ver a Cloud y a Sephirot enfrentándose de nuevo.
Y es que Final Fantasy VII: Advent Children no ha de verse (ni juzgarse) por lo que aparentemente es, una propuesta cinematográfica, sino por lo que realmente es: un aparotoso fan-service. Un regalo para los cientos de seguidores del juego original quienes aplaudirán y sonreirán antes el catálogo de guiños y referencias que, en suma, es el film. Final Fantasy VII: Advent Children comienza con las mismas imágenes que clausuraban el juego para, a continuación, presentar un atropellado resumen de la historia original cuyo objetivo no es servir de guía de los neófitos, sino de recuerdo para los seguidores. El camino de la referencialidad es el único posible para disfrutar de la película y es en este terreno donde encontramos sus mayores logros: el peso de la pérdida de Aerith ha llevado a Cloud a una vida solitaria, marcada por la culpa, una idea bien planteada y que es uno de los pocos elementos dramáticos que funcionan; el reencuentro de Tifa con sus antiguos compañeros de batalla tiene el poder nostálgico de recuperar esa camaradería con la que vivimos una aventura épica; el enfrentamiento con la invocación Bahamut nos recuerda la emoción de los enfrentamientos más vibrantes del juego. En este sentido también funciona la banda sonora de Nobuo Uematsu, quien recupera los temas más míticos de su partitura original (y que están muy por encima de los anódinos nuevos temas). El resto no es más que un espectáculo cuya meta es dejar anonadado al espectador con las posibilidades de las más avanzadas técnicas de la animación tridimensional: cada escena, cada plano, supone un más difícil todavía, un agotador catálogo de acción non-stop. Es posible que nos preguntemos si para este resultado hacía falta hacer este viaje, pero la respuesta nos la da la propia Tifa cuando le dice a Cloud que son víctimas de los recuerdos. Una excusa que le permite a Square-Enix seguir explotando el filón de Final Fantasy VII (Dirge of Cerberus, para PlayStation 2, Crisis Core para PSP, Before Crisis para teléfonos móviles, el OVA Last Order y lo que tenga que venir).
