USA, 1970. 95m. C.
D.: Ted Post P.: Arthur P. Jacobs G.: Paul Dehn, basado en una idea de Paul Dehn & Mort Abrahams, basada en los personajes creados por Pierre Boulle I.: James Franciscus, Kim Hunter, Maurice Evans, Linda Harrison
Con la utilización de las escenas finales de El planeta de los simios como trasfondo de los títulos de crédito de esta primera secuela, los creadores de Regreso al planeta de los simios refuerzan el carácter serial de la continuación, retomando la acción allí donde se dejara a la vez que se recupera el icónico plano final que cerraba el film original, como si lo enarbolaran como una bandera, como una seña de identidad. Pero tras aparecer el último crédito, la siguiente imagen desconcierta al espectador: en plano general observamos un nuevo cohete que se ha estrellado contra la árida superficie del planeta. De la nave, surge un astronauta cuya vestimenta y fisonomía, barba incluida, se parece mucho a Taylor, el protagonista del título precedente. La primera impresión que tiene el espectador es que está a punto de ver una variación no excesivamente trabajada de El planeta de los simios, limitándose a sustituir a un protagonista por otro.
Por tanto, con Regreso al planeta de los simios ¿nos encontramos ante una secuela propiamente dicha o un remake encubierto? En realidad, una mezcla de ambas opciones puesto que si bien por un lado se utiliza las ideas expuestas por el título anterior para desarrollarlas (por ejemplo, aquí los personajes se internan en la Zona Prohibida, la cual sólo era mencionada en el film precedente), por otro, gran parte de la acción sitúa a John Brent ante los mismos peligros a los que se enfrentara anteriormente Taylor (es herido por un disparo -en este caso, en el brazo-; es encerrado en una jaula para ser liberado por sus cómplices simios; la huída a lomos de un caballo junto a Nova).
En lo que sí se distancia el Regreso al planeta de los simios con respecto a la anterior película es por apostar por la vertiente más evasiva del género. El equilibrio que El planeta de los simios alcanzaba entre la reflexión y la acción -potenciando lo primero- aquí se decanta decididamente por la aventura hasta el punto de que la película penetra en terrenos fantásticos con los sucesos extraños que se suceden en la Zona Prohibida (muros de fuego, rayos de energía, montañas que aparecen y desaparecen de la nada). Los escasos apuntes críticos que encontramos se concentran en el breve retrato de los enfrentamientos políticos en la sociedad simiesca: las arengas populistas con las que el belicoso general Ursus enardece a sus seguidores no se diferencian mucho de las que se utilizan en nuestro tiempo e, incluso, los planes imperialistas del sanguinario orangután puede verse como una referencia a la guerra de Vietnam (especialmente en la escena en la cual el ejército es detenido por una manifestación de científicos en contra de la guerra; anotar el escasamente sutil plano que muestra a los caballos pasando por encima -literalmente- de las pancartas con mensajes pacifistas).
Pero, como indicaba líneas arriba, Regreso al planeta de los simios prefiere ahondar en su parte más comercial y espectacular, pasando por lo apocalíptico (el descubrimiento de las ruinas subterráneas de una estación de metro neoyorquina) para aterrizar en territorio pulp con esa pseudo-secta compuesta por humanos que han sobrevivido al cataclismo refugiándose en las catacumbas y que han desarrollado poderes telepáticos. Son estos detalles los que hacen del film que nos ocupa un título inferior al título original pero simpático en sus delirios camp. Además de permitirle repetir el mensaje pesimista que cerraba el El planeta de los simios por la vía de lo psicotrónico: el converir a una bomba nuclear en la nueva deidad de la humanidad confirma los genes autodestructivos que inevitablemente llevarán a la raza humana a su perdición.
Por tanto, con Regreso al planeta de los simios ¿nos encontramos ante una secuela propiamente dicha o un remake encubierto? En realidad, una mezcla de ambas opciones puesto que si bien por un lado se utiliza las ideas expuestas por el título anterior para desarrollarlas (por ejemplo, aquí los personajes se internan en la Zona Prohibida, la cual sólo era mencionada en el film precedente), por otro, gran parte de la acción sitúa a John Brent ante los mismos peligros a los que se enfrentara anteriormente Taylor (es herido por un disparo -en este caso, en el brazo-; es encerrado en una jaula para ser liberado por sus cómplices simios; la huída a lomos de un caballo junto a Nova).
En lo que sí se distancia el Regreso al planeta de los simios con respecto a la anterior película es por apostar por la vertiente más evasiva del género. El equilibrio que El planeta de los simios alcanzaba entre la reflexión y la acción -potenciando lo primero- aquí se decanta decididamente por la aventura hasta el punto de que la película penetra en terrenos fantásticos con los sucesos extraños que se suceden en la Zona Prohibida (muros de fuego, rayos de energía, montañas que aparecen y desaparecen de la nada). Los escasos apuntes críticos que encontramos se concentran en el breve retrato de los enfrentamientos políticos en la sociedad simiesca: las arengas populistas con las que el belicoso general Ursus enardece a sus seguidores no se diferencian mucho de las que se utilizan en nuestro tiempo e, incluso, los planes imperialistas del sanguinario orangután puede verse como una referencia a la guerra de Vietnam (especialmente en la escena en la cual el ejército es detenido por una manifestación de científicos en contra de la guerra; anotar el escasamente sutil plano que muestra a los caballos pasando por encima -literalmente- de las pancartas con mensajes pacifistas).
Pero, como indicaba líneas arriba, Regreso al planeta de los simios prefiere ahondar en su parte más comercial y espectacular, pasando por lo apocalíptico (el descubrimiento de las ruinas subterráneas de una estación de metro neoyorquina) para aterrizar en territorio pulp con esa pseudo-secta compuesta por humanos que han sobrevivido al cataclismo refugiándose en las catacumbas y que han desarrollado poderes telepáticos. Son estos detalles los que hacen del film que nos ocupa un título inferior al título original pero simpático en sus delirios camp. Además de permitirle repetir el mensaje pesimista que cerraba el El planeta de los simios por la vía de lo psicotrónico: el converir a una bomba nuclear en la nueva deidad de la humanidad confirma los genes autodestructivos que inevitablemente llevarán a la raza humana a su perdición.
2 comentarios:
La que menos me gustó de las 5. Podían haber metido el final al final de la anterior o al principio de la siguiente y hubiera bastado.
Desde luego, un film muy inferior al original pero a mí me hace gracia como de una película tan seria como era "El planeta de los simios" puede surgir una secuela tan delirante y pulp como esta.
Por cierto, aprovecho para indicar que ha sido gracias a la generosidad del señor Kenta, todo un experto en la franquicia, que podré realizar este repaso a la saga original al haberme dejado su colección de DVDs y que seguro que estará rezando para que no tarde tanto en devolvérsela como el blu-ray de "Troya".
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