jueves, 4 de noviembre de 2010

Reflejos

(Mirrors)
USA/Rumanía/Alemania, 2008. 112m. C.
D.: Alexander Aja P.: Grégory Levasseur, Alexandra Milchaun & Marc Sternberg G.: Alexandre Aja & Grégory Levasseur I.: Kiefer Sutherland, Paula Patton, Cameron Boyle, Erika Gluck F.: 2.35:1

En los últimos años, el cine fantástico francés ha recibido un fuerte impulso por parte de una serie de jóvenes directores que se han acercado al género a través de la vertiente más cruda y dura del terror. Películas como Calvaire, de Fabrice Du Welz (quien posteriormente dirigió la tremenda Vinyan); Martyrs, de Pascal Laugier, o À l'intérieur, de Alexandre Bustillo y Julien Maury, demuestra el buen estado de forma, al menos, desde una perspectiva cuantitativa (la calidad de tales propuestas es otra cosa), del gore francés. Pero entre todo este grupo de nombres, destaca el de Alexander Aja, joven bárbaro que debutó con la salvaje Alta tensión, demostrando una mirada certera y sin complejos hacia la violencia más descarnada. Su salto al cine norteamericano confirmó dicho talento con la excelente Las colinas tienen ojos que conseguía radicalizar y actualizar el original setentero de Wes Craven. Reflejos supone un paso más hacia la integración de Aja en la industria americana, poniéndose al frente de una producción más estandarizada encabezada, además, por una estrella como Kiefer Sutherland (especialmente, por su papel en la serie de TV 24).

Reflejos parece querer poner en imágenes la célebre sentencia de Friedrich Nietzsche: "cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada". En este caso, el abismo está representado por la figura de los espejos, los cuales, con su reflejo invertido de nuestra realidad, evidencian la distorsión con la que la moldean. En Reflejos los espejos funcionan tanto como catalizadores de nuestros miedos internos como una puerta hacia una realidad paralela a la nuestra. La utilización como motor del terror de un elemento de aplastante cotidianidad (nuestra vida corriente está marcada por la presencia de nuestro reflejo) le sirve a Alexandre Aja para intentar demostrar que, además de un director físico, también tienen talento para internarse en el horror psicológico, construyendo su película más atmosférica.

Los mencionados espejos diabólicos que suponen el foco del Mal están situados en el interior de un inmenso y antaño lujoso centro comercial, ennegrecido y arrasado por un incendio que acabó con cientos de vidas. Este escenario convierte a Reflejos en una variante de El resplandor, con su protagonista, Ben Carson, recorriendo los oscuros y abandonados pasillos del edificio en el que trabaja como vigilante. El pasado traumático de Ben no sólo sirve como lazo de unión con el protagonista del film de Kubrick basado en la novela de Stephen King, sino que aporta una mirada ambigua al comportamiento de Ben, como si las entidades sobrenaturales que le acosan fueran manifestaciones de su mente desquiciada (en un momento del film, su mujer le advierte que las pastillas que está tomando pueden provocarle alucinaciones).

Si bien durante la escena de la primera noche que Ben pasa vigilando el edificio demuestra la habilidad de Aja para sacarle partido al escalofriante escenario (los primeros planos de las cabezas de los maniquíes, estáticos y mudos testigos de las acciones del protagonista), a medida que transcurre el metraje el director francés pierde el interés por los vericuetos mentales de Ben y se concentra en construir un thriller sobrenatural, con su protagonista inmerso en una búsqueda contrarreloj con la que lograr parar las fuerzas del Mal que le amenazan a él y a su familia. A partir de este punto, Reflejos se esfuerza en hacer físicas las amenazantes fuerzas sobrenaturales con la intención de desplegar un espectáculo de efectos especiales digitales que anulan cualquier atisbo de sugerencia en un cóctel genérico con posesiones diabólicas, mad doctors y American Gothic cuyo principal objetivo es concentrar el horror en una explicación lógica: un problema "real" que pueda solucionarse.

A lo largo de la película se incluyen una serie de escenas de choque que suponen la firma de Aja, como si quisiera preservar su posición de auteur del horror visceral, sangriento y cárnico o, quizás, como mero guiño a unos fans desconcertados por este paso en falso. Escenas como el prólogo, con un atemorizado guardia de seguridad cercenándose la garganta; el vídeo que muestra las declaraciones de una persona cuyo rostro está totalmente desfigurado por obra de las llamas; o, sobre todo, la angustiosa y descarnada agresión a una joven que está tomando un baño certifican el talento de Aja como cronista de la corruptibilidad del cuerpo a través de la violencia, pero su intermitente impacto sirve también para evidenciar la convencionalidad del resto del film.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la mejor pelicula de genero que he visto en años

José M. García dijo...

Me alegro que la haya podido disfrutar más que un servidor. Y, a pesar de que el balance final me parece bastante irregular, para mí Aja sigue siendo un talento a tener en cuenta. Tengo muchas ganas de ver su remake de "Piraña".

Un saludo.

fer1980 dijo...

Mira esta si la he visto, es que Bauer tira mucho, je, je, no se, no me gusto demasiado, en ningún momento me inquieto ni me mantuvo pegado a la pantalla.

José M. García dijo...

Seguro que Bauer hubiera solucionado todo con métodos más expeditivos y en un solo día.