USA, 1990. 107m. C.
D.: Tony Scott P.: Jerry Bruckheimer & Don Simpson G.: Robert Towne, basado en una idea de Robert Towne & Tom Cruise I.: Tom Cruise, Nicole kidman, Robert Duvall, Randy Quaid F.: 2.20:1
Aunque los planos que acompañan los títulos de crédito de Días de trueno podrían estar sacados de cualquier retransmisión deportiva televisiva (imágenes del público en las gradas, el asfalto, los mecánicos preparando los coches, los pilotos colocándose su casco), la película dirigida por Tony Scott y ambientada en las carreras de competición de NASCAR huye de cualquier intención documental. Así pues, el espectador que busque informarse acerca de cómo funciona de puertas a dentro un equipo profesional saldrá decepcionado. Con Días de trueno, su quinta película, el director de Marea roja confirma que él, para bien y para mal, es un autor: no importa que tenga entre manos una película de vampiros, de pilotos de las fuerzas especiales aéreas o de policías desubicados: Tony Scott lo rueda todo igual, insobornable a su mirada esteticista.
Pero que nadie piense a raíz de esas imágenes iniciales que Días de trueno es una película tramposa, o que busque engañar al espectador, porque, al poco de empezar la película, Scott deja bien claro cual va a ser su punto de vista del tema: todos están esperando a que llegue el nuevo piloto que el mánager Tim Dale ha encontrado y para quien el mecánico Harry Hogge piensa construir un nuevo coche. Con ellos, también espera el corredor estrella del momento, Rowdy Burns. Todos están impacientes, porque el chico nuevo llega tarde y nadie, excepto Tim, le conoce todavía. Cuando empiezan a pensar que no va a presentarse, empieza a sonar el tema principal compuesto por Hans Zimmer y Scott enfoca una parte de la pista llena de humo. Una silueta se dibuja: de entre el humo, como una aparición, surge el piloto, Cole Trickle, montado en su moto. Una presentación de contornos casi míticos, con el cual el personaje de Tom Cruise, ayudado por el porte del propio actor, se nos asemeja más a un héroe de acción, o, incluso, un súper-héroe, que a un piloto de carreras.
Efectivamente, el escenario en el que se desarrollan los hechos que se cuentan en Días de trueno es meramente circunstancial: un mero telón de fondo. Días de trueno es una película de acción ambientada en el circuito NASCAR. El acercamiento de Tony Scott a las escenas de competición carece de toda lógica o coherencia, al igual que suele suceder en las secuencias de acción. De igual manera que en un tiroteo no importa tanto quien dispara a quien (pues tenemos claro desde un principio quien va a salir vencedor del envite) sino el mero hecho de disparar, la imagen por sí misma; en las escenas de carreras de Días de trueno poco importa en qué posición va el protagonista o a quien ha adelantado. Como si hubiera sido soltado en el centro de una autopista en hora punta, el espectador se ve arrollado por el frenético arco iris formado por las coloristas carrocerías pasando a toda velocidad. Una ametralladora de planos que, en su confusión, consigue reflejar el ruido y la furia que marca las carreras.
Por el resto, Días de trueno es una contínua contradicción. Para Tony Scott la forma metálica de los coches tiene el mismo valor dramático que sus actores humanos. El director de Revenge rueda las escenas desarrolladas fuera de las pistas con la misma superficialidad esteticista que éstas: una vez más, no importa tanto lo que se muestra, sino el calculado encuadre con el que se ofrece. Días de trueno bascula entre el remake inconfeso de Top Gun. Ídolos del aire (especialmente, en lo concerniente a la relación entre Cole y la doctora Claire Lewicki) y el retrato infantilizado de cierta camaradería-rivalidad viril (las carreras por las calles de la ciudad y por la playa entre Cole y Rowdy); el acercamiento místico al mundo del motor (Harry hablando con sus propios coches) y la competición interna de orden económico/egocéntrico de los equipos (la rivalidad entre Cole y su sustituto Russ Wheeler) quedándose en un vacuo terreno de nadie, mientras a su director parece que lo único que le importa es que cada plano luzca ese tono rojizo que se ha convertido en su marca de fábrica.
Pero que nadie piense a raíz de esas imágenes iniciales que Días de trueno es una película tramposa, o que busque engañar al espectador, porque, al poco de empezar la película, Scott deja bien claro cual va a ser su punto de vista del tema: todos están esperando a que llegue el nuevo piloto que el mánager Tim Dale ha encontrado y para quien el mecánico Harry Hogge piensa construir un nuevo coche. Con ellos, también espera el corredor estrella del momento, Rowdy Burns. Todos están impacientes, porque el chico nuevo llega tarde y nadie, excepto Tim, le conoce todavía. Cuando empiezan a pensar que no va a presentarse, empieza a sonar el tema principal compuesto por Hans Zimmer y Scott enfoca una parte de la pista llena de humo. Una silueta se dibuja: de entre el humo, como una aparición, surge el piloto, Cole Trickle, montado en su moto. Una presentación de contornos casi míticos, con el cual el personaje de Tom Cruise, ayudado por el porte del propio actor, se nos asemeja más a un héroe de acción, o, incluso, un súper-héroe, que a un piloto de carreras.
Efectivamente, el escenario en el que se desarrollan los hechos que se cuentan en Días de trueno es meramente circunstancial: un mero telón de fondo. Días de trueno es una película de acción ambientada en el circuito NASCAR. El acercamiento de Tony Scott a las escenas de competición carece de toda lógica o coherencia, al igual que suele suceder en las secuencias de acción. De igual manera que en un tiroteo no importa tanto quien dispara a quien (pues tenemos claro desde un principio quien va a salir vencedor del envite) sino el mero hecho de disparar, la imagen por sí misma; en las escenas de carreras de Días de trueno poco importa en qué posición va el protagonista o a quien ha adelantado. Como si hubiera sido soltado en el centro de una autopista en hora punta, el espectador se ve arrollado por el frenético arco iris formado por las coloristas carrocerías pasando a toda velocidad. Una ametralladora de planos que, en su confusión, consigue reflejar el ruido y la furia que marca las carreras.
Por el resto, Días de trueno es una contínua contradicción. Para Tony Scott la forma metálica de los coches tiene el mismo valor dramático que sus actores humanos. El director de Revenge rueda las escenas desarrolladas fuera de las pistas con la misma superficialidad esteticista que éstas: una vez más, no importa tanto lo que se muestra, sino el calculado encuadre con el que se ofrece. Días de trueno bascula entre el remake inconfeso de Top Gun. Ídolos del aire (especialmente, en lo concerniente a la relación entre Cole y la doctora Claire Lewicki) y el retrato infantilizado de cierta camaradería-rivalidad viril (las carreras por las calles de la ciudad y por la playa entre Cole y Rowdy); el acercamiento místico al mundo del motor (Harry hablando con sus propios coches) y la competición interna de orden económico/egocéntrico de los equipos (la rivalidad entre Cole y su sustituto Russ Wheeler) quedándose en un vacuo terreno de nadie, mientras a su director parece que lo único que le importa es que cada plano luzca ese tono rojizo que se ha convertido en su marca de fábrica.
4 comentarios:
buena critica, si señor
Gracias por el comentario. Me alegro que "Días de trueno" no se haya quedado vaciada de comentarios.
Super pelicula!!
Recién adquirida en Blu-ray y tengo que decir que no me esperaba que fuera tan buena!! Me ha marcado desde el principio a final. No te despegas de la pantalla es pura diversión y una BSO que le va al dedo unido a un magnífico reparto. Larga vida al sonido de ésos motores V8 !! Desde mi punto de vista obra maestra en éste genero. Olé por el equipo de dirección y producción, será difícil ver algo que se le asemeje. Ojalá hagan como con Top Gun y le dediquen una segunda parte, a Tom Cruise parece que aún le queda guerra que dar aún con el paso de éstos años. Saludos.
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