USA/Alemania, 2005. 96m. C.
D.: David Cronenberg P.: Chris Bender & J.C. Spink G.: Josh Olson, basado en el cómic de John Wagner & Vince Locke I.: Viggo Mortensen, Maria Bello, Ed Harris, William Hurt F.: 1.85:1
1. Tanto Una historia violenta, el cómic escrito por John Wagner y dibujado por Vince Locke, como Una historia de violencia, la adaptación escrita por Josh Olson y dirigida por David Cronenberg, comienzan de la misma manera: mostrando a los dos delicuentes que darán, de manera impremeditada, un vuelco en la vida de los protagonistas, en plena faena criminal. Pero con una diferencia en el tono que sirve para marcar las diferencias entre ambos títulos: mientras que en las páginas, la pareja de asesinos consiguen un coche disparando de manera salvaje y sádica a sus ocupantes, en los fotogramas les vemos salir de manera cansada del motel en el que descansaban. El plano secuencia que les sigue subraya la lentitud de los movimientos de unas criaturas sanguinarias aplastadas por el calor y el hastío. Cuando uno de ellos entra en la oficina del establecimiento y camina de manera despreocupada alrededor de los cadáveres ensangrentados que han dejado, Cronenberg establece el mensaje de su film: la naturalidad con la que la violencia, lo monstruoso, se instala en nuestra realidad cotidiana.
Al final de la secuencia inicial, uno de los criminales descubre que hay un testigo de la masacre que han perpetrado: una niña pequeña a quien el miedo paraliza, impidiéndole llorar. De manera fría, saca su pistola, apunta a la pequeña figura y dispara. El eco del disparo se sigue escuchando en el siguiente plano, en el que otra niña, la hija del protagonista, se despierta gritando de una pesadilla, despertando a toda la familia Stall. Cuando su padre, Tom Stall, se le acerca para tranquilizarla, ésta dice que ha visto a unos monstruos. La secuencia termina con una estampa de toda la familia (incluídos la madre y el hijo adolescente) alrededor de la niña. Por un lado, esta escena sirve de unión de las acciones de la pareja de asesinos con la familia Stall, unión que disparará la desintegración del núcleo familiar. Por otro, refleja el mensaje anteriormente mencionado: al igual que el aburrimiento de los criminales escondía una escena macabra, la idílica imagen de los Stall se asienta sobre la existencia de una vida marcada por la violencia.
Una historia de violencia es lo más cerca que el director de Crash ha estado de David Lynch hasta el punto de que su primera colaboración con Viggo Mortensen se nos descubre como una variación de Terciopelo azul. Al igual que en esta, un encuentro accidental (el descubrimiento de una oreja en el film de Lynch, el asalto a una cafetería en el de Cronenberg) sirve para desenmascarar un universo oscuro y salvaje escondido entre los pliegues de la cotidianidad. Pero si Terciopelo azul consistía en un descenso hacia esa misma oscuridad, la cual se iba apoderando, poco a poco, de la personalidad de Jeffrey, en Una historia de violencia se nos muestra como esa oscuridad se expande por la asentada vida de Tom, descubriendo, como un reflejo invertido, su lado alternativo.
Durante la primera parte del film, Cronenberg se dedica a retratar la vida del protagonista en un pequeño pueblo en el que todos se conocen y la gente se cuida entre ellos. Pero pequeños detalles nos muestran que no todo es igual de idílico: el hijo adolescente tiene problemas con un matón del instituto que no para de meterse con él. En un primer enfrentamiento, el joven conseguirá salir ileso al no caer en las provocaciones y evitar la pelea, aunque tenga que humillarse a sí mismo en el proceso. La esposa lleva a su marido a la casa de sus padres donde le tiene preparado una pequeña sorpresa de corte fetichista: vestida como una animadora intenta animar una vida sexual anclada en la monotonía. En todo momento, ella se mostrará dominante, como si Tom fuera un adolescente inexperto.
Una vez que Tom ha demostrado que su especialidad no es preparar un café excelente, sino matar personas, Cronenberg nos muestra cómo ha contaminado a todo su entorno: en el nuevo cara a cara, el joven Stall mandará a su agresor al hospital. El siguente encuentro sexual entre Tom y su mujer estará marcado por la agresividad con el que éste la trata, dominándola en las escaleras del hogar. Pero pronto, la mujer demuestra que esa agresividad, lejos de repugnarle o intimidarle, le excita. El plano posterior que nos muestra su espalda desnuda llena de heridas producidas por los escalones nos indica que el lado oscuro empieza a contagiarles a todos. Ante esto, la única salida de Tom será terminar definitivamente con ese lado oscuro que le atormenta y que está a punto de arruinar un mundo que con gran esfuerzo ha construído: combatir al fuego con el furgo. La imagen de Tom limpiándose la sangre que tiñe su torso es su intento para dejar ir, de una vez, un pasado lleno de sangre y fuego.
2. Una historia de violencia se nos presenta claramente como la película más aparentemente comercial de su director. La vida de Tom Stall y sus intentos para conservar el status quo en un pequeño pueblo parece introducir un mensaje conservador en un universo fílmico que, hasta este momento, se había preocupado más por mostrar la corrupción de la carne y el vértigo que sentían unos personajes arrastrados por una nueva realidad que no comprendían pero de la que ya no podían dejar de ser parte. Los insertos que nos muestran las brutales consecuencias del despertar de Tom (el criminal con la mandíbula destrozada; el gangster con la nariz aplastada) rompen la equilibrada limpieza de las imágenes, convirtiendo a la propia película en el reflejo cinematográfico del cambio que sufre el protagonista. Detrás de las convencionales imágenes, se agazapa un film violento, sádico y escalofriante. Es por eso que, a pesar de un final vagamente optimista y tranquilizador, Una historia de violencia nos deja un sentimiento de aflicción, de sobrecogimiento, al descubrir nuestra convivencia diaria con el Mal.
Al final de la secuencia inicial, uno de los criminales descubre que hay un testigo de la masacre que han perpetrado: una niña pequeña a quien el miedo paraliza, impidiéndole llorar. De manera fría, saca su pistola, apunta a la pequeña figura y dispara. El eco del disparo se sigue escuchando en el siguiente plano, en el que otra niña, la hija del protagonista, se despierta gritando de una pesadilla, despertando a toda la familia Stall. Cuando su padre, Tom Stall, se le acerca para tranquilizarla, ésta dice que ha visto a unos monstruos. La secuencia termina con una estampa de toda la familia (incluídos la madre y el hijo adolescente) alrededor de la niña. Por un lado, esta escena sirve de unión de las acciones de la pareja de asesinos con la familia Stall, unión que disparará la desintegración del núcleo familiar. Por otro, refleja el mensaje anteriormente mencionado: al igual que el aburrimiento de los criminales escondía una escena macabra, la idílica imagen de los Stall se asienta sobre la existencia de una vida marcada por la violencia.
Una historia de violencia es lo más cerca que el director de Crash ha estado de David Lynch hasta el punto de que su primera colaboración con Viggo Mortensen se nos descubre como una variación de Terciopelo azul. Al igual que en esta, un encuentro accidental (el descubrimiento de una oreja en el film de Lynch, el asalto a una cafetería en el de Cronenberg) sirve para desenmascarar un universo oscuro y salvaje escondido entre los pliegues de la cotidianidad. Pero si Terciopelo azul consistía en un descenso hacia esa misma oscuridad, la cual se iba apoderando, poco a poco, de la personalidad de Jeffrey, en Una historia de violencia se nos muestra como esa oscuridad se expande por la asentada vida de Tom, descubriendo, como un reflejo invertido, su lado alternativo.
Durante la primera parte del film, Cronenberg se dedica a retratar la vida del protagonista en un pequeño pueblo en el que todos se conocen y la gente se cuida entre ellos. Pero pequeños detalles nos muestran que no todo es igual de idílico: el hijo adolescente tiene problemas con un matón del instituto que no para de meterse con él. En un primer enfrentamiento, el joven conseguirá salir ileso al no caer en las provocaciones y evitar la pelea, aunque tenga que humillarse a sí mismo en el proceso. La esposa lleva a su marido a la casa de sus padres donde le tiene preparado una pequeña sorpresa de corte fetichista: vestida como una animadora intenta animar una vida sexual anclada en la monotonía. En todo momento, ella se mostrará dominante, como si Tom fuera un adolescente inexperto.
Una vez que Tom ha demostrado que su especialidad no es preparar un café excelente, sino matar personas, Cronenberg nos muestra cómo ha contaminado a todo su entorno: en el nuevo cara a cara, el joven Stall mandará a su agresor al hospital. El siguente encuentro sexual entre Tom y su mujer estará marcado por la agresividad con el que éste la trata, dominándola en las escaleras del hogar. Pero pronto, la mujer demuestra que esa agresividad, lejos de repugnarle o intimidarle, le excita. El plano posterior que nos muestra su espalda desnuda llena de heridas producidas por los escalones nos indica que el lado oscuro empieza a contagiarles a todos. Ante esto, la única salida de Tom será terminar definitivamente con ese lado oscuro que le atormenta y que está a punto de arruinar un mundo que con gran esfuerzo ha construído: combatir al fuego con el furgo. La imagen de Tom limpiándose la sangre que tiñe su torso es su intento para dejar ir, de una vez, un pasado lleno de sangre y fuego.
2. Una historia de violencia se nos presenta claramente como la película más aparentemente comercial de su director. La vida de Tom Stall y sus intentos para conservar el status quo en un pequeño pueblo parece introducir un mensaje conservador en un universo fílmico que, hasta este momento, se había preocupado más por mostrar la corrupción de la carne y el vértigo que sentían unos personajes arrastrados por una nueva realidad que no comprendían pero de la que ya no podían dejar de ser parte. Los insertos que nos muestran las brutales consecuencias del despertar de Tom (el criminal con la mandíbula destrozada; el gangster con la nariz aplastada) rompen la equilibrada limpieza de las imágenes, convirtiendo a la propia película en el reflejo cinematográfico del cambio que sufre el protagonista. Detrás de las convencionales imágenes, se agazapa un film violento, sádico y escalofriante. Es por eso que, a pesar de un final vagamente optimista y tranquilizador, Una historia de violencia nos deja un sentimiento de aflicción, de sobrecogimiento, al descubrir nuestra convivencia diaria con el Mal.
5 comentarios:
Excelente reseña, que grande es Cronenberg, para mí una de las mejores películas de la década... Absolutamente una obra maestra.
Tanti Saluti!!!
Una película gnial, además tuve la suerte de ir al cine sin tener la más mínima idea sobre lo que trataba, fui porque estaba basada en un cómic. y Flipé.
Que grande Ed Harris!
Giancarlo Verástegui:
¡"El blog de Int" se hace internacional! Le doy la bienvenida oficialmente y gracias por sus palabras.
Queda una película para que finalice el repaso a Cronenberg así que estoy de acuerdo con su cumplido al director canadiense, aunque si bien considero "Una historia de violencia" excelente yo no la incluiría en ninguna lista de lo mejor de la década ni siquiera es lo mejor de su autor.
Yota:
El cómic original está muy bien y, además, es bastante diferente. El punto de partida es el mismo pero en las páginas se nos cuenta mediante flashback el pasado de Tom Stall en Filadelfia y, en general, es más ganguiñolesco que la película.
Todas las interpretaciones son destacables y recuerdo que en su momento hubo un poco de polémica por la nominación a William Hurt, no porque no lo hiciera bien, sino por los pocos minutos que está en pantalla. Aunque hay que reconocer que clava el acento.
Un saludo a ambos.
Una película muy destacable y en la superficie más bien poco "Cronenberguiana", aunque su análisis ha terminado encontrando la conexión con el espíritu de su director. Esos son los mejores momentos del film, cuando el entorno de Tom Stall se va empapando, aunque éste no quiera, de la verdadera identidad de su padre o marido.
Por contra, considero que el final en plan venganza total es demasiado abrupto y precipitado. Tom se porta en definitiva como Un Charles Bronson cualquiera y vuelve a su vida. Para mí un debe para que la película termine siendo perfecta
Admito haber tenido algún problema con este film por considerarlo, como bien dice, poco "cronenbergiana". Está claro, que es lo más comercial del director, quizás por eso sirve para demostrar tan bien su talento.
A mí si me gusta ese final en el que Tom se transforma casi en un terminator por lo bien que contrasta con su apariencia afable. Lo que es el final final ya no me gusta tanto por el mensaje algo conservador que tiene. Aunque el plano con el que cierra la peli tiene mucha fuerza.
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