USA, 1997. 113m. C.
D.: Kevin Smith P.: Scott Mosier G.: Kevin Smith I.: Ben Affleck, Jason Lee, Joey Lauren Adams, Dwight Ewell
La revelación de Kevin Smith con la simpática, aunque sobrevalorada, Clerks le convirtió en una de las cabezas visibles de una nueva generación de creadores cinematográficos que tomaban el relevo de sus maestros siguiendo sus pasos, pero transitando por caminos diferentes. Si Steven Spielberg o George Lucas, los motores del cine comercial norteamericano de los ochenta, reconstruían el cine que consumían en su infancia, multiplicándolo con la ayuda de los avances tecnológicos, Kevin Smith también utiliza la filmografía de los creadores de Indiana Jones como base, pero no para crear un producto mimético, sino como discurso teórico. En suma, Smith es un fan que, al convertirse en profesional, no ha dejado de serlo, sino que ha convertido a su público en compañeros de reunión con los que charlar amistosamente acerca de sus objetos de deseo.
Es quizás por esa razón que, el intentar llevar más lejos su filmografía, alejándola de ese grupo de fieles para acercarse a un público más generalista, se ha saldado en una serie de películas que se han quedado en tierra de nadie, defraudando a sus seguidores y no interesando a una nueva audiencia. Podría pensarse que es fruto de la mala suerte, pero a la vista de una medianía del calibre de Persiguiendo a Amy, podemos llegar a una conclusión más pragmática: la popularidad adquirida por Kevin Smith a raíz de sus primeros títulos no viene tanto dada por su talento como realizador, sino por la conexión con un target concreto, aquel que se siente identificado con los personajes que protagonizan títulos como el mencionado Clerks, Mallrats o la película que nos ocupa.
En este sentido, Persiguiendo a Amy se nos presenta como una película bisagra que parte del terreno ya reconocible de las anteriores películas para penetrar, poco a poco, en un espacio nuevo. La presencia del dibujante Mike Allred, creador del superhéroe Madman, para ilustrar los títulos de crédito y la utilización de la Comic-Con como el escenario en el que presentar a los protagonistas suponen un guiño evidente a sus seguidores, a quienes regala una hilarante lectura racista de La guerra de las galaxias. Poco después, Smith vuelve a utilizar la referencialidad en una secuencia en la que se parodia la célebre escena de Tiburón en la que los improvisados pescadores a bordo del Orca comparan las cicatrices, tanto físicas como emocionales, que su pasión por los tiburones les ha causado. En este caso, será todo un catálogo de rocambolescas anécdotas sexuales el núcleo de la comparación.
Posiblemente, esta escena sea la que mejor defina el "estilo" de Kevin Smith. En realidad, lo que nos cuenta Persiguiendo a Amy -Holden, guionista y dibujante de un popular cómic de superhéroes, se enamora de Alyssa, quien también tiene su propia serie, descubriendo demasiado tarde que ésta es lesbiana, a pesar de lo cual no cejará en el empeño de conquistarla- tiene poco de novedoso. Nos encontramos en un terreno claramente influenciado por las formas del cine "indie" norteamericano -con sus pedazos de vida cotidiana a lo Jarmusch, sus diálogos y monólogos que desarrollan una filosofía de la calle- y los contenidos de la obra de Woody Allen -como analista de las relaciones sentimentales contemporáneas-. Sobre esta base tan definida, la única aportación personal por parte del director de Dogma consiste en trufar de referencias sexuales, detalles procaces y humor escatológico los numerosos diálogos, a modo de sello de identidad generacional.
No es la primera vez que Smith echa mano de los conflictos amorosos como motor argumental. En Mallrats, sus dos jóvenes protagonistas se embarcaban en la misión de reconciliarse con sus respectivas novias, pero mientras que allí la utilización de la figura del centro comercial como escenario que definía a los personajes y las múltiples referencias suponía una prolongación, corregida y aumentada, de la pequeña tienda de Clerks, en Persiguiendo a Amy, Smith se interna por caminos más dramáticos e intimistas, haciendo que en un universo basado en la ironía grosera se abra paso el amor, tanto como corazón de las relaciones de pareja como motor de la amistad.
Con Persiguiendo a Amy estamos ante un perfecto ejemplo de película teórica: un film que basa todo su sentido en las ideas sobre las que se asienta, esto es, las intenciones de las que parte el director, pero que nunca se llegan a reflejar en la pantalla. A tenor de esto, Persiguiendo a Amy resulta una propuesta paradójica, pues siendo ya la tercera película de su autor, refleja un estilo casi amateur en su puesta en escena superior al que mostrara en su baratísima ópera prima. Los diferentes planos que forman el film parecen sucederse de una manera absolutamente aleatoria a través de un trabajo de planificación no tanto convencional como inane, vacío de contenido, como si Smith centrara toda su atención en un guión que, por otro lado, utiliza la técnica del deus ex machina como motor narrativo.
Destaquemos, con todo, la única solución de puesta en escena digna de este nombre: al poco de conocer a Alyssa, Holden la ve mientras canta una canción que dedica a alguien especial que está entre el público. Holden está convencido que se está refiriendo a él y sigue la canción bailando al ritmo de la música. Una chica se coloca a su lado y empieza a bailar como él. Smith reúne a los dos en el mismo plano, informándonos que ambos comparten una relación con Alyssa y revelando al público la orientación sexual de Alyssa antes de que Holden lo sospeche siquiera. Sin duda, escaso bagaje para un film considerado el mejor de su realizador.
6 comentarios:
Eso es porque no supiste interpretarla en clave de ciencia ficción, xd.
En serio, a mi me encanta, supongo que soy parte de ese target al que Smith se dirige (aqui si opino igual que tu, Smith va a por un determinado tipo de publico, lo que pasa es que yo si creo que lo hace bien), pero me creo los personajes, me rio y me jode lo que termina pasando. Es una peli que consigue implicarme en lo que sucede por eso me gusta tanto.
Hola, Fer. Admito que hay momentos divertidos (el personaje de Jason Lee, que se encarga de entintar los lápices de Ben Affleck, enfrentándose a unos fans porque le consideran un mero calcador) pero en conjunto la película padece de los males del llamado cine indie que en un intento de reflejar la cotidianidad de la vida diaria acaba sucumbiendo al aburrimiento.
Los personajes a parte de ser meros estereotipos, son directamente increíbles: la solución final que el personaje de Affleck busca a sus problemas me parece una de las ideas más incomprensibles que creo que he visto en mi vida de espectador.
Un saludo.
Cuando se estrenó esta película, a Kevin Smith lo llamaron el Woody Allen de Nueva Jersey.... ejem, no soy fan del gafotas, pero se me antojó exagerado.
Como bien dices, nos quisieron vender lo que no es, esto es una película romanticona tonta en clave de humor.. friki, pero humor.
Reconozco que me encantó al igual que Clerks y Mallrats, pero repito, no es lo que nos vendieron.
Hola, Yota. He de confesar que nunca me ha interesado mucho el cine de Kevin Smith, cuyo éxito (que ha ido menguando con el paso del tiempo) me parece más fruto de la coyuntura que de talento: Smith aprovechó el (falso) boom del (falso) cine indie de los 90, siendo todo un representante del efecto Sundance. Con todo, tengo curiosidad por su último film, "Red State", una película de terror que dejó muy buenas sensaciones en Sitges.
Un saludo.
La engo pendiente de ver, la de Red State, empece y en el minuto quince lo deje, pero por la calidad del ripeo... a ver si me pongo a buscar algo mejor porque me da que en España.... nada de nada
Más si tenemos en cuenta que en USA por ahora sólo ha tenido un estreno muy limitado a 2 salas. La película ha sido objeto de una gran controversia debido a su áspera visión del fanatismo religioso. A lo mejor por aquí la vemos directamente en DVD.
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