martes, 25 de octubre de 2011

Hellraiser. Los que traen el infierno

(Hellraiser)
UK, 1987. 94m. C.
D.: Clive Barker P.: Christopher Figg G.: Clive Barker I.: Andrew Robinson, Clare Higgins, Ashley Laurence, Sean Chapman

El evangelio sangriento según Clive Barker
Cuando Stephen King dijo que Clive Barker era el futuro de la literatura de terror estaba acertando a la vez que errando con su celebrada afirmación. Acertó, sin duda, a la hora de destacar el nombre del escritor inglés como una de las voces más interesantes del horror moderno, pero se equivocó en el tiempo: el autor de Cabal no era el futuro del terror, sino el presente. Especialmente porque la obra literaria de Barker surgía directamente del entorno que le vió nacer: la Nueva Carne cronenbergiana, que suponía la respuesta conceptual a la explosión gore que vivió el cine de terror de los 80 gracias al desarrollo de los efectos especiales de maquillaje, servía de molde para realizar un repaso renovador a los conceptos clásicos de la literatura de género. Barker se sumergía sin temor en los oscuros y purulentos misterios de la carne, diseccionando el cuerpo que daba forma al horror para mirar directamente como lo hórrido se representaba a través de retorcidos universos en los que el placer y el dolor, lo obsceno y lo excitante, se daban la mano en la búsqueda de la belleza medusea de lo escalofriante.

Todo un panorama abisal encerrado en una serie de relatos que, recopilados, formaban Books of Blood, la biblia neocárnica del terror según Clive Barker, y que en nuestro país fueron publicados originalmente en dos colecciones, Libros sangrientos I, II y III y Sangre 1 y 2. Pero lejos de limitarse a ser una mera exhibición de atrocidades coyuntural, la fascinación de Barker por la futilidad de la existencia y por la degradación de lo físico nos muestra a un joven escritor obsesionado por traspasar las barreras morales, sexuales y físicas de lo establecido, de lo políticamente correcto, para redescubrir la utilidad del género de terror como medio subversivo para destapar la impoluta sábana de seda con la que se intenta cubrir los aspectos más desagradables de nuestra realidad, aunque el resultado sea un cadáver descuartizado pasto de los gusanos. De hecho, el cine se ancargaría de demostrar la densidad del mundo literario de Barker ante la imposibilidad de traducirlo en imágenes manteniendo sus complejidades, como quedó evidente en adaptaciones tan poco afortunadas como Underworld (no confundir con la saga de licántropos y vampiros protagonizada por Kate Beckinsale) o la profundamente psicotrónica Rawhead Rex.

The Hellbound Heart
Hellraiser. Los que traen el infierno supone tanto un intento de Barker de ver plasmado su mundo creativo de manera fiel en la gran pantalla tras los descalabros de los títulos anteriormente mendionados como un medio para expandir ese mismo mundo a otros medios artísticos (recordemos que Barker, aparte de escritor, también es pintor y dibujante). Así, la carta de presentación de Pinhead sigue el mismo camino que los textos del director de Razas de noche, filtrando el legado del género a través de la mirada personal del director y guionista. La estructura de Hellraiser. Los que traen el infierno se compone de diferentes motivos genéricos: el caserón encantado (esa mansión apartada de la civilización que parece alimentarse de la sangre de sus ocupantes), el slasher (la gélida Julia convirtiéndose en una asesina en serie para proveer cuerpos a su amante para que éste recupere los músculos y la piel), la monster movie (los cenobitas, sadomasoquistas criaturas interdimensionales cuya carne lacerada se fusiona con sus ropajes de cuero) e, incluso, el cine erótico más morboso (el triángulo entre el marido, la mujer y un ser esquelético que se oculta en una de las habitaciones).

Pero el acercamiento de Clive Barker a estos elementos no es tan narrativo como escenográfico. La primera imagen tras los títulos de crédito nos muestra la Configuración de los Lamentos, la caja-puzzle que sirve de llave para abrir las puertas del reino del dolor y el placer. La mano de Frank deja el dinero encima de la mesa, mostrando unas uñas negras, llenas de suciedad. La siguiente escena le coloca en medio de la más absoluta oscuridad, rodeado de velas, manipulando la caja. Esa mezcla entre sordidez y obsesión define mejor al personaje que cualquier línea de guión. Igualmente, poco después el infierno estallará en esa misma habitación: el suelo cubierto de trozos de carne y de entrañas; las cadenas tintineantes; el chirriar del tronco central girando, adornando por calaveras y huesos; una mano enguantada recompone un rostro humano, dividido en trozos. Lo cotidiano desaparece en favor de lo abismal y el cuerpo humano se convierte en un puzzle cuyas piezas se pueden desordenar.

Durante la mayor parte de su metraje, Hellraiser. Los que traen el infierno posiblemente era una de las muestras más penetrantes del género en su momento, al aprovechar los estilemas más gráficos de éste (esto es, los efectos especiales y el gore) y desechando los más superficiales o blandos (el protagonismo de personajes adolescentes), para darles un enfoque adulto, consiguiendo una atmósfera mórbida y asfixiante que surge tanto de los ambientes (esa casa inundada por la oscuridad y lo repelente; esa iconografía católica de corte kitch y esa cocina infestada de cucarachas y gusanos) como de las acciones de los personajes (las ratas clavadas a la pared; Frank destripando a una rata mientras delante de él Julia se acuesta con Larry, hermano del primero y esposo de la segunda). La intensa degradación física de la que hace gala Hellraiser. Los que traen el infierno, su incomodidad corpórea -esa camisa blanca puesta encima del torso en carne viva de Frank; el suero que se llena de sangre hasta reventar- resulta la pútrida manifestación de los esquinados laberintos amorales que rigen los caminos de los protagonistas.

Más oscuro de lo que pensáis
Volviendo al comienzo de estas líneas, decía que Clive Barker no era tanto el futuro del género como su presente. No me refería sólo a la coyunturalidad de su obra, sino que su futuro como creador discurriría por caminos diferentes a los de sus inicios, alejándose del palpitante corazón lleno de oscuridad, entrañas y criaturas abominables, como si el reflejo del Mal le hubiera aterrorizado. Pero no tenemos que alejarnos tanto, porque la propia Hellraiser. Los que traen el infierno evidenciaba las consecuencias al internarse en las profundidades de lo hórrido.

En los últimos minutos del clímax final, en el momento en el que la presencia adulta desaparece y quedan abandonados los jóvenes Kirsty y su novio, la película pierde la seriedad que había acumulado hasta el momento, como si se viera contagiada por el protagonismo de sus adolescentes personajes, traduciéndose en un tour de force lleno de persecuciones, chistes y pirotecnia. Un espectáculo de ruido y de furia que, no por casualidad, está ausente de la novela corta en la que se inspira el film, The Hellbound Heart. De esta forma, se refrenda la importancia de Hellraiser. Los que traen el infierno: no sólo sirve de inquietante y turbador resumen cinematográfico del descarnado universo literario de Clive Barker, sino que también auguraba, esta vez sí, su futuro.

4 comentarios:

Stranno dijo...

Hace tiempo que quiero verla y nunca saco tiempo

Supongo que hoy en día este igual de desfasada y sea tan cómica como Halloween o Pesadilla en Elm Street pero la meta de ver las grandes vacas sagradas del terror, por muy mal que hayan envejecido, está ahí

José M. García dijo...

Bueno, partimos del hecho de que para mí esas vacas sagradas ni han quedado desfasadas ni mucho menos hoy en día parezcan cómicas. Películas como "La noche de Halloween", "Pesadilla en Elm Street" o incluso "Viernes 13", a los que podríamos añadir otros títulos importantes como "La matanza de Texas", "La noche de los muertos vivientes" o "El exorcista", siguen conservando toda su fuerza.

Y especialmente en el caso de "Hellraiser. Los que traen el infierno", que ya en su día hacía gala de una atmósfera más adulta, oscura y morbosa que sus compañeras de generación. Hoy sigue siendo una experiencia sumamente inquietante.

Octavio B. (señor punch) dijo...

Stranno, no tengas dudas: ni cómica ni desfasada (bueno, no la revisé pero la recuerdo bien, fue una de mis pelis de cabecera en los últimos ochenta) porque su fondo carece de inocencia y se alía, como muy bien dice Int en este post (que se sale, muy bueno), con esa turbia mirada a la existencia que fue/es La Nueva Carne.
Por cierto Int, si te va todo esto de la nueva carne, y presuponiendo que la obra de Burns ya la conoces de sobra, me permito recomendarte un cómic que deja a Cronenberg a la altura de los niños buenos en el patio del colegio (es una exageración):http://gentedigital.es/comunidad/comics/tag/dave-cooper/

Volviendo a Hellraiser, has visto muy bien ese aspecto, un final que trivializa por la vía del teen terror una cinta que no es nada adolescente hasta ese fin de fiesta; en su día no lo había visto así, quizá porque no es lo mismo verla hoy que haberla visto con 19 o 21, edad (por mucho que les duela a los afectos a tal añada) aún próxima a la adolescencia :D

José M. García dijo...

La primera vez que vi "Hellraiser" tenía unos 11 ó 12 años, aprovechando un pase de madrugada en la primera cadena que mi padre amablemente me grabó en VHS y me impactó mucho, porque notaba que estaba ante un film más oscuro y adulto que otros que ya había visto como "Pesadilla en Elm Street", "Viernes 13" o incluso "El exorcista". Aunque también, ya por entonces, noté que el final no pegaba del todo con el metraje anterior.

Gracias por la recomendación. Intentaré hacerme con él. Y sí, conozco algo la obra de Burns, de hecho, "Agujero negro" es uno de mis comics de cabecera.