USA/Alemania, 2000. 98m. C.
D.: McG P.: Drew Barrymore, Leonard Goldberg & Nancy Juvonen G.: Ryan Rowe, Ed Solomon & John August, basado en la serie de televisión creada por Ivan Goff & Ben Roberts I.: Cameron Diaz, Drew Barrymore, Lucy Liu, Bill Murray
Los ángeles de Charlie comienza con un virtuoso (y virtual) plano secuencia que nos traslada desde el logotipo de la Columbia Pictures al interior de un avión de lujo en pleno vuelo. El arrojo de este movimiento de cámara sirve de presentación del apabullante despliegue formal del que hace gala el film, además de colocar la base de un universo irreal en el que todo vale. Uno de los pasajeros del avión se queja cuando en la pantalla de televisión aparece el título de una ficticia película que adapta una añeja serie de los años 60. Este comentario puede ser leído tanto como una autocrítica de los creadores del film como un aviso de cara al espectador: Los ángeles de Charlie no es un intento de sumarse a la moda impuesta por el éxito de El fugitivo de Andrew Davis y Mission: Impossible de Brian DePalma, sino que decide recorrer un camino diferente construído por ella misma.
Los propios créditos de la película, que aparecen a continuación, nos presentan a las tres protagonistas de la serie original filtrándolas a través de una nueva sensibilidad audiovisual: teniendo como fondo el tema musical original remezclado por Apollo Four Forty, las pantallas partidas y la cámara lenta lo acercan tanto a una versión next-gen del opening (incluso se recrean escenas sacadas del programa catódico) como a la estética de videoclip, medio del que surge el debutante director conocido como McG.
La introducción de los ángeles de Charlie en sí mismas consideradas resulta, en este sentido, toda una declaración de principios por parte del director: lo sensual (las gotas que caen sobre el cuerpo semidesnudo de una dormida Dylan), lo artificioso (la escena que Alex ensaya junto a su novio, un actor de películas de acción, en la caravana de éste, aparcada en frente de una enorme pared pintada como un decorado del Monument Valley) y lo irreal (Natalie sueña que es la protagonista de una coreografía en una discoteca de moda) se combinan a la hora de construir un mundo propio de autoconvencimiento pop. Esto es importante a la hora de definir a Los ángeles de Charlie no como un film de acción o de espías, sino como un ejemplo de cine fantástico, situado en un entorno que reconocemos pero que, desde luego, no es el nuestro.
Es así como el director de la estimable Terminator Salvation construye la estructura del film como si éste se compusiera de una serie de escenas independientes, unidas por un fino hilo conductor en forma de enrevesado (y absurdo) plan para matar al misterioso Charlie, privilegiando las partes (a modo de cortometrajes autosuficientes) antes que el todo, cuyo punto cohesionador supone su espíritu hedonista, liviano y jovial y cuyo objetivo principal es el desafío formalista de cara a mantener al espectador en constante subidón.
Los ángeles de Charlie salta entre géneros (del cine de artes marciales antigravitatorio al musical discotequero) y entre tonos (el antológico momento en el que, en el mismo plano, Eic Knox pasa de ser un torpe y tímido nerd a lo Bill Gates a convertirse en un villano techno-cool que se diría el hermano gemelo del Tom Rowlands de The Chemical Brothers), con paradas en el cine de terror (el expresionista Hombre Delgado encarnado por el marciano Crispin Glover, cuyo leitmotiv musical es el brutal "Smack my Bitch Up" de The Prodigy), el surrealismo (la persecución con coches de Fórmula 1 por la ciudad) o el gag de corte slapstick (Bosley intentando huir de la celda en el que le han encerrado).
Pero sería equivocado el considerar Los ángeles de Charlie un producto enteramente vacío. En uno de los momentos más divertidos de la película, Natalie intenta mantener una conversación por teléfono con un chico que acaba de conocer y que le gusta mucho mientras pelea con un grupo de esbirros de Nox, los mismos que le habían atacado en la primera cita que tuvo con ese chico. No es el único personaje con problemas sentimentales: Dylan se acuesta sin saberlo con el malo quien estará a punto de matarla y a Alex le duele el mantener su identidad secreta de súper-espía oculta a su pareja. Cuando nos enteramos de que las motivaciones de Nox son vengar la muerte de su padre, Los ángeles de Charlie se transforma en el retrato de un grupo de personas solitarias con deficiencias afectivas encerradas en una luminosa, brillante y deslumbrante pompa de jabón.
Los propios créditos de la película, que aparecen a continuación, nos presentan a las tres protagonistas de la serie original filtrándolas a través de una nueva sensibilidad audiovisual: teniendo como fondo el tema musical original remezclado por Apollo Four Forty, las pantallas partidas y la cámara lenta lo acercan tanto a una versión next-gen del opening (incluso se recrean escenas sacadas del programa catódico) como a la estética de videoclip, medio del que surge el debutante director conocido como McG.
La introducción de los ángeles de Charlie en sí mismas consideradas resulta, en este sentido, toda una declaración de principios por parte del director: lo sensual (las gotas que caen sobre el cuerpo semidesnudo de una dormida Dylan), lo artificioso (la escena que Alex ensaya junto a su novio, un actor de películas de acción, en la caravana de éste, aparcada en frente de una enorme pared pintada como un decorado del Monument Valley) y lo irreal (Natalie sueña que es la protagonista de una coreografía en una discoteca de moda) se combinan a la hora de construir un mundo propio de autoconvencimiento pop. Esto es importante a la hora de definir a Los ángeles de Charlie no como un film de acción o de espías, sino como un ejemplo de cine fantástico, situado en un entorno que reconocemos pero que, desde luego, no es el nuestro.
Es así como el director de la estimable Terminator Salvation construye la estructura del film como si éste se compusiera de una serie de escenas independientes, unidas por un fino hilo conductor en forma de enrevesado (y absurdo) plan para matar al misterioso Charlie, privilegiando las partes (a modo de cortometrajes autosuficientes) antes que el todo, cuyo punto cohesionador supone su espíritu hedonista, liviano y jovial y cuyo objetivo principal es el desafío formalista de cara a mantener al espectador en constante subidón.
Los ángeles de Charlie salta entre géneros (del cine de artes marciales antigravitatorio al musical discotequero) y entre tonos (el antológico momento en el que, en el mismo plano, Eic Knox pasa de ser un torpe y tímido nerd a lo Bill Gates a convertirse en un villano techno-cool que se diría el hermano gemelo del Tom Rowlands de The Chemical Brothers), con paradas en el cine de terror (el expresionista Hombre Delgado encarnado por el marciano Crispin Glover, cuyo leitmotiv musical es el brutal "Smack my Bitch Up" de The Prodigy), el surrealismo (la persecución con coches de Fórmula 1 por la ciudad) o el gag de corte slapstick (Bosley intentando huir de la celda en el que le han encerrado).
Pero sería equivocado el considerar Los ángeles de Charlie un producto enteramente vacío. En uno de los momentos más divertidos de la película, Natalie intenta mantener una conversación por teléfono con un chico que acaba de conocer y que le gusta mucho mientras pelea con un grupo de esbirros de Nox, los mismos que le habían atacado en la primera cita que tuvo con ese chico. No es el único personaje con problemas sentimentales: Dylan se acuesta sin saberlo con el malo quien estará a punto de matarla y a Alex le duele el mantener su identidad secreta de súper-espía oculta a su pareja. Cuando nos enteramos de que las motivaciones de Nox son vengar la muerte de su padre, Los ángeles de Charlie se transforma en el retrato de un grupo de personas solitarias con deficiencias afectivas encerradas en una luminosa, brillante y deslumbrante pompa de jabón.
5 comentarios:
Lo que más recuerdo de esta película son esos dos chavales enfainaos jugando al Final Fantasy VIII ¡a dobles!
Y he leído por ahí que esa es la misma casa donde se rodó ET
Estaba esperando tu comentario. Lo más gracioso es que lo que se ve es un combate y los chicos están aporreando los botones como si fuera un beat'em up.
No tenía ni idea de lo de la casa, tampoco sería extraño en el caudal de referencias que compone el film.
En la pared sale un cartel de ET. Luego la escena es vintage total. El chaval con un reloj de estos con minijuegos, el VHS, esas cortinas de los 60, los caramelos esos redondos en cuento, en fin
Pero lo mejor es el diálogo: He visto muuuuchas tetas. Que sí. Que no xDD
Cuanto menos me ha sorprendido la notaza, pero oye para gustos colores. En su día no me gustó por lo artificial de las coreografías y el exceso de cableado para unos golpes imposibles.
Así como la escena de persecucion en un coche de Formula 1, ejem... eso si la banda sonora tenía auténticos trallazos. Y ver a Bill Murray siempre gusta.
Para mí, el exceso de esta película casa perfectamente con el tono fantasioso y ligero del conjunto.
No acabo de entender el desprecio que, en general, se tiene hacia esta película (y no lo digo por ti, Yota, sino por actitudes más agresivas) con un espíritu tan alegre, desenfadado y divertido. y, además, con una factura visual tan deslumbrante. Cada plano es un auténtico tesoro.
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