martes, 12 de julio de 2011

Tetsuo. El hombre de hierro

(Tetsuo)
Japón, 1989. 67m. BN.
D.: Shinya Tsukamoto P.: Shinya Tsukamoto G.: Shinya Tsukamoto I.: Tomorowo Taguchi, Kei Fujiwara, Nobu Kanaoka, Shinya Tsukamoto

Al igual que una mañana cualquiera Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto, un día normal y corriente, el protagonista de Tetsuo. El hombre de hierro, un típico oficinista japonés con su traje, corbata, gafas y cartera bajo el brazo, mientras se afeita delante del espejo descubre una pequeña pieza de metal que parece pegada a la piel de su cara. Cuando intenta quitársela, descubre dolorosamente que está unida -soldada- a la piel, logrando empaparse la mejilla de sangre.

La metamorfosis que nos plantea Shinya Tsukamoto en su primera película como director (y como autor completo en una producción amateur rodada en 16mm. y en la que el director de Tokyo Fist se encarga personalmente de casi todos los apartados del rodaje) no es menos angustiosa que la relatada por Franz Kafka, pero sí más dolorosa y tortuosa, surgiendo ésta como una manifestación de un mundo que ha mutado a nuestro alrededor sin que nos hayamos dado cuenta. Si los últimos minutos del metraje confieren al conjunto un valor como manifiesto que propone la creación de un nuevo mundo que se construya sobre las cenizas del antíguo, el comienzo se presenta como una declaración de principios por parte del redactor de dicho manifiesto.

No por casualidad, el primer personaje que vemos en Tetsuo. El hombre de hierro es el propio Shinya Tsukamoto, quien pasea por un desolador paisaje que se asemeja a los laberínticos intestinos de una fábrica abandonada que ha sucumbido al poder del óxido y la herrumbre. Cuando llega a su casa, una habitación inundada de cables y piezas de hierro llenas de tornillos y tuercas, se realiza una incisión en la pierna para, a continuación, introducir una barra de metal por la herida. Autodenominado como "el fetichista del metal", Tsukamoto ofrece su persona, y su físico, como representante de la necesidad de un nuevo paso evolutivo que el ciudadano de las sociedades post-industriales está obligado a dar para sobrevivir en un entorno que ya no le pertenece.

La tecnología rodéa a los protagonistas, conformando un universo artificial que amenaza su condición de seres biológicos, tanto en el interior de los hogares (la televisión siempre encendida, el ventilador, el teléfono, la maquinilla eléctrica) como en el exterior (los postes de alta tensión que han sustituído a los árboles, los vagones del metro que inutiliza nuestras piernas). En Tetsuo. El hombre de hierro se explotan los instintos más primarios del ser humano: la violencia (la paliza que el fetichista del metal recibe siendo un adolescente), el sexo (los encuentros íntimos entre el protagonista y su novia) y la venganza (tras ser atropellado, el fetichista del metal es abandonado por el protagonista y la compañera de éste, quienes copulan delante de su cuerpo agonizante). Unos instintos que se verán remodelados de cara a construir al nuevo ser: la pelea entre el protagonista, convertido ya en una extraña criatura biomecánica, y su novia; su pene convertido en un monstruoso taladro con el que la penetra; el enfrentamiento por las calles entre los dos antagonistas.

El mensaje de Tsukamoto no sólo se desarrollará a un nivel argumental, sino que la creación de ese Nuevo Mundo se orquesta a través de la composición de un Nuevo Cine que surge de la amalgama de lo familiar (la influencia del manga y el anime, con el fundamental Akira, de Katsuhiro Otomo, como punto de ancla; las películas de monstruos; los vídeo-juegos) y lo extranjero (el granuloso blanco y negro y la atmósfera de pesadilla de Cabeza borradora, de David Lynch; el evangelio de la Nueva Carne promovido por David Cronenberg; el cómic de superhéroes). Un cóctel cinematográfico que Tsukamoto se encarga de bombardear y demoler a través de un ritmo hiperkinético, una puesta en escena agresiva y un montaje avasallador.

El resultado aspira tanto al todo (sus saltos genéricos: de la ciencia-ficción en clave cyberpunk al terror, del erotismo al gore, del cine experimental al film de acción, de lo apocalíptico a lo intimista) como a la nada (su profundo hermetismo, tanto en forma como en fondo) y de los desechos de tan radical ejercicio destructor surge la imagen -poderosa, resplandeciente y terriblemente hermosa- del cine del futuro.

5 comentarios:

Stranno dijo...

La vi hace tiempo -no recuerdo si completa- y no entendí la mitad, es rara de cojones. Supongo que tenga algún sentido argumental pero las escenas se sucedían, a mi manera de ver, de forma muy caótica y rápida

Además no se si era el ripeo pero en algunas tomas se distinguía entre poco y nada, yo creo que por el blanco y negro, la mala calidad de la cámara y el amasijo de telares que había por todos los lados

De lo del pene-taladro sí me acuerdo, menuda fumadaa xDD

José M. García dijo...

Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una producción hecha con muy poco dinero y en 16mm. hinchados a 35. Si a eso le sumamos el trabajo pirotécnico de Tsukamoto es lógico que haya partes algo confusas (pero nunca ininteligibles).

En realidad, la película no es tan rara y sí tiene argumento y lógica, aunque el empecinamiento de Tsukamoto en no dar explicaciones la vuelve muy hermética. "Tetsuo" es de esos títulos que requieren varios visionados para entenderla en su conjunto, sobre todo porque la primera vez (e incluso la siguiente) el espectador está noqueado por el trabajo visual.

Txema SG dijo...

La tengo que ver, tengo por ahí las dos partes en VHS originales de caundo saldaron el formato en la cadena Blockbuster pero por una cosa o por otra nunca me he puesto con ellas, a ver si este verano...

Lord_Pengallan dijo...

Esta la he revideado hace poco. La primrra vez que la videé fue el siglo pasado en un extinto festival de cine fantástico de Madrid. En primera fila. Tremendo. Quedé estupefacto. Nunca había visto algo así.

Tetsuo no esta nada mal. Es muy poderosa visualmente, es tremendamente audaz y lo de menos es el argumento, por llamarlo así, que tampoco es que sea muy original. Es un artefacto deliberadamente anárquico y milenarista cuyo objetivo no es enseñar si no profetizar. Merece mucho la pena.

También diría yo que tiene algo de cine mudo. Sobre todo en las actuaciones y en el maquillaje.

José M. García dijo...

Yota: la primera vez que ví el díptico de "Tetsuo" fue precisamente en las ediciones en VHS que sacó la por entonces recién nacida Manga Vídeo a través del sello Strong Vídeo. Aún recuerdo sus frases publicitarias: ·El Apocalipsis de Neo-Tokyo en carne y hueso" para la primera; y "Apoteosis Final" para la segunda. Para un adolescente que lo poco que conocía del manga por entonces era precisamente el "Akira" de Otomo no podía ser más impresionante.

Lord Pengallan: ví primero la segunda parte, "El cuerpo de martillo", porque me la pasó un amigo dle instituto y no es que nunca había visto nada así, es que no creía que tal cosa pudiera existir. Lo primero que pensé tras terminarla es que era "Akira" en imagen real.

Y sí, las expresiones de los actores hacen gala de una sobreactuación que puede recordad al cine mudo. Supongo que el blanco y negro hace el resto, así como los escasos diálogos del film.