sábado, 16 de julio de 2011

Séance

(Kôrei)
Japón, 2000. 95m. C.
D.: Kiyoshi Kurosawa P.: Takehiko Tanaka & Yasuyuki Uemura G.: Tetsuya Onishi & Kiyoshi Kurosawa, basado en la novela de Mark McShane I.: Kôji Yakusho, Jun Fubuki, Tsuyoshi Kusanagi, Hikari Ishida

Séance comienza con una conversación entre dos psicólogos que establece la línea de unión entre la psicología y lo parapsicología, dos extremos que comparten un mismo camino y que, de manera inevitable, los emparenta aún en su separación. La presentacion de Junko Sato incide en esta idea. Kurosawa la coloca en una estancia en la que ella es la única presencia, enfocando el lugar con un plano general. La figura de Junko, apoyada contra la pared y cubierta por las sombras, aparece borrosa e inconcreta, no pudiendo establecer el espectador a primera vista si es una persona u otra cosa, algo desconocido.

Séance establece la dicotomía entre lo real y lo fantástico, pero no como dos fuerzas que se contraponen, sino como un elemento común de cuya fusión surge nuestro mundo. Los empleos de la pareja protagonista, compuesta por Sato y su mujer Juko, representa cada una de esas fuerzas. Sato es un técnico de sonido que se encarga de grabar aquellas sonoridades que le encargan en el estudio en el que trabaja. Por tanto, trabaja directamente sobre la materia de lo real (la utilización de un recipiente lleno de agua para grabar el sonido de las burbujas en el momento en el que el agua empieza a hervir o sentado en un bosque, captando el crujido de las ramas de los árboles al ser golpeadas por el viento). Por su parte, Juko tiene la habilidad de contactar con el espíritu de los muertos, oficiando de médium para sus clientes. Por tanto, la propia convivencia diaria entre los dos supone una comunión entre los dos mundos apuntados al comienzo de estas líneas.

El momento en el que Sato vuelve a casa y, tras ver a su mujer poseída por el espíritu del marido fallecido de una chica, se acuesta tranquilamente en su habitación, demuestra que Séance no es tanto una película sobrenatural como una película con elementos sobrenaturales. Durante el primer tercio, Kurosawa se dedica a mostrar al matrimonio en su convivencia cotidiana -cenando, fregando los platos, haciendo planes para pasar el fin de semana- sin que haga falta ninguna manifestación para enrarecer la atmósfera del hogar de los Sato. De esta manera, lo fantástico se introduce en ese espacio no de manera brusca y terrorífica, sino deslizándose a través de los pliegues de la realidad cotidiana, surgiendo e imponiéndose de manera natural.

Para el director de la magistral Pulse (Kairo) el plano fijo es la puerta de entrada de lo sobrenatural. El estilo lento y calmado de Kurosawa construye un espacio fílmico cuya familiaridad se ve vulnerada por la aparición de lo irreal. Séance no busca el susto ni el sobresalto en el espectador, sino su intranquilidad al contemplar como lo conocido se torna extraño. Para ello, Kurosawa echa mano de la figura de estilo del cine de fantasmas japonés -la figura femenina de largos cabellos-, pero cuyo porte estático supone su carta de intenciones: la mayor amenaza de los espectros del cine de Kurosawa se reduce a su mera presencia, como si consistiera en un desafío a sus testigos, arrebatándoles lo que hasta ese momento les pertenecía.

Es por esto que, tras un paréntesis dentro del terreno de lo escabroso (la pareja se ve involucrada accidentalmente en el secuestro de una niña), cuando en su parte final, los protagonistas se ven acosados por lo sobrenatural, resulta inevitable que lo fantástico se desarrolle bajo la mirada de lo ambiguo. ¿Son las apariciones una venganza ultraterrena por parte de un ser cuya muerte violenta le impide descansar o son manifestaciones espirituales -pero terriblemente físicas- del sentimiento de culpa de los ejecutores? ¿Acaso los fenómenos paranormales no son sino distorsiones de la realidad subjetiva producidas por nuestras derivas emocionales? Preguntas que Séance plantea, dejando las respuestas en un inquietante interrogante.


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