domingo, 14 de noviembre de 2010

Harry Potter y la piedra filosofal

(Harry Potter and the Sorcerer's Stone)
USA/UK, 2001. 152m. C.
D.: Chris Columbus P.: David Heyman G.: Steve Kloves, basado en la novela de J.K. Rowling I.: Daniel Radcliffe, Rupert Grint, Emma Watson, Richard Harris F.: 2.35:1

Podemos condensar el secreto del éxito de la saga literaria de Harry Potter en tres puntos clave: la asimilación y reducción de toda una serie de iconos y arquetipos dentro de la historia de la literatura fantástica (empezando por el héroe anónimo destinado a convertirse en una leyenda); la utilización de la magia como elemento sobrenatural contrapuesto a la gris realidad cotidiana; y, especialmente, el presentar estos ingredientes dentro del contexto de una saga épica en la que el peligro y la oscuridad comparten espacio con el humor y el romanticismo, mientras sus jóvenes protagonistas crecen y maduran libro a libro, al igual que sus lectores. En cierto modo, cada volumen supone el particular ticket que Rowling ofrece a su público para poder entrar en su Hogwarts interior.

La escena que abre Harry Potter y la piedra filosofal nos sitúa en una anodina calle residencial de una ciudad cualquiera. A cada lado de la solitaria calle, se levantan hileras de casas clónicas. Una espesa niebla lo invade todo. De la oscuridad surge una figura alta y de caminar lento ataviada con una túnica y una larga y canosa barba. La aparición de un gato que se convierte en una mujer definitivamente rompe la atmósfera de realidad imperante, ante el poder de lo mágico. Durante su primera media hora, la película toma la apariencia de una puesta al día del clásico de Terry Gilliam Los héroes del tiempo, describiéndonos la aburrida y triste vida que lleva Harry Potter, quien convive con sus tíos y su repelente primo, quienes no le soportan y se esfuerzan en hacer de su vida un infierno. Todas estas escenas están visualizadas con un tono estridente, casi paródico (especialmente en el dibujo de los familiares de Potter) que contrasta con la naturalidad con la que la magia irrumpe en la vida del protagonista (la visita al zoo y el incidente con la serpiente o la avalancha de cartas traídas por un ejército de búhos), confirmándonos que, en este caso, ese supuesto mundo real (en el que la magia no existe) es lo anormal y Harry no es parte de él.

De esta manera, ese mundo fabulesco irá introduciéndose poco a poco en la vida de Harry, empezando por los acontecimientos citados que vive con su familia y pasando por el descubrimiento de una segunda realidad paralela que convive con la nuestra (el mercado en el que compra los utensílios que necesita) para, finalmente, con su llegada a Hogwarts, entrar en el mismo corazón de la magia, regido por sus propias leyes (las escaleras que se mueven solas) y en el que lo imposible es la monotonía. Es esta parte de la película en la que más partido saca de los efectos visuales a la hora de construir ese mundo fantástico, demostrando que las técnicas modernas digitales no están reñidas con el ancestral sentido de la maravilla.

Pero Harry Potter y la piedra filosofal no supone tanto la adaptación del libro original, ni siquiera la visualización del universo descrito en él, como su traslación fidedigna. De esta manera, el "Harry Potter" fílmico acaba resultando una ligera traición de su homólogo literario al tomar como objetivo principal lo real (el público al que va dirigido, aficionados a la obra de Rowling) en detrimento de lo fabuloso (la historia fantástica que cuenta). Cada escena del dilatado metraje de Harry Potter y la piedra filosofal prácticamente cubre cada capítulo del libro, dando lugar a una estructura episódica (las clases, el partido de quidditch, el enfrentamiento con el trol, la incursión en la zona prohibida utilizando la capa invisible) que se cobra su precio tanto en el (irregular) ritmo como en la (inexistente) intensidad dramática.

La utilización de un epílogo harto convencional con el que se cierra la película confirma su condición de mastodóntico episodio piloto con el que presentar unos personajes y unos escenarios en los que desarrollar un conflicto destinado a resolverse en un futuro relativamente cercano. Sin carecer de momentos afortunados (la partida de ajedrez liderada por Ron, la imagen de un oscuro ser bebiendo la sangre de un unicornio muerto, el plano que muestra a Harry ensimismado ante la imagen que le devuelve el Espejo de los Deseos, viviendo por un instante futil la vida que le hubiera gustado tener), Harry Potter y la piedra filosofal da la contínua impresión de que, antes de que salgan los créditos finales, sus creadores ya están pensando en la siguiente entrega.


4 comentarios:

el cautivo dijo...

Pues sí, parece bastante claro que los creadores de Harry Potter eran conscientes de estar empezando una franquicia, pero eso no lo pongo yo como algo negativo. Es más, no son pocas las películas que encuentro como un fallo no haber tenido una mirada más ambiciosa a largo plazo (Spiderman o Alatriste, por ejemplo)

Columbus es el director de toda la saga que más partido va a sacarle a la, pese a quien le pese, exhuberante imaginería de Rowling y toda la presentación de Howgarts son de elevada imaginación.
Eso sí, no se puede escapar de la simpleza de su base. Se nota que el director hace una película exclusivamente para el público infantil, y es difícil levantar el vuelo con personajes tan guiñolescos como la familia de Harry, o momento ridículamente infantiloides como la victoria por puntos de Griffindor

José M. García dijo...

El problema no es tanto que sea el inicio de una franquicia, como esa estructura episódica que hace pensar que nos encontramos antes que con una película con una serie, en la que cada entrega es una temporada y cada secuencia, un capítulo.

La extrema fidelidad me temo que le pasa excesiva factura. Algo que no parece que vaya a cambiar, más teniendo en cuenta que la última entrega que se estrena en breve vendrá dividida en dos partes y ya sólo la primera dura 146m. ¡Uff!

Txema SG dijo...

Yo creo que el hecho de ser tan fiel ayuda. La película está muy bien adaptada, y chris columbus (uno de los mejores directores para el publico juvenil) hizo un gran trabajo.

COmo siempre en estas producciones, me sorprende el elenco de actorazos que se consiguen a golpe de talonario.

José M. García dijo...

Sin duda, los actores secundarios ingleses le dan un toque de solidez interpretativa al conjunto.

En cuanto a al fidelidad, el problema está en querer meter todo lo de la novela sin preocuparse por el ritmo o la cohesión del conjunto, atendiendo únicamente a lo que los fans esperan.

Para esto no hace falta hacer una película, ya tienen el libro.