viernes, 17 de septiembre de 2010

Crash

(Crash)
Canadá/UK, 1996. 100m. C.
D.: David Cronenberg P.: David Cronenberg G.: David Cronenberg, basado en la novela de J.G. Ballard I.: James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Deborah Kara Unger F.: 1.78:1

CineTerra
Los créditos: sobre un monocromático fondo azulado aparecen los créditos, con forma métalica, de líneas abolladas y color plateado. Se dirigen hacia la cámara lentamente, uno detrás de otro, siendo iluminados por lo que parecen unos lejanos focos que cruzan el plano.

Tres primeras secuencias: uno, el plano se abre de fundido. Un travelling recorre un hangar, deleitándose al pasar por las lisas superficies de las avionetas. Catherine Ballard se encuentra en medio de las avionetas, desafiando con su gélida carnalidad al frio metal que la rodea. Se saca uno de sus pechos y lo coloca sobre la superficie en la que se apoya mientras es acariciada y besada por su anónimo amante. Dos, James Ballard penetra a su ayudante de fotografía en el cuarto de las cámaras, rodeados de cables y utensilios tecnológicos cuando es interrumpido por un miembro del equipo de rodaje. Tres, el matrimonio Ballard se cuentan mutuamente sus aventuras, situados en la terraza de su hogar. Él le pregunta si llegó al argasmo. Ella dice que no. Catherine le pregunta si su operadora llegó al orgasmo. Ballard dice que les interrumpieron. "Que pena", dice ella. Se levanta la falda y extiende los brazos por la barandilla. Ballar se acerca y la penetra. "Quizás la próxima vez" La cámara se asoma por encima de la barandilla. Las autopistas llenas de coches, como glóbulos de acero recorriendo las atestadas venas de un cuerpo inerte, llena el plano.

Un mundo: en sus primeros minutos, Crash condensa el enigmático universo en el que se mueven los personajes. Un mundo cuya frialdad ha eliminado la capacidad afectiva de sus habitantes, quienes buscan a través de las relaciones sexuales con los demás el placer que devuelva la vida a unos cuerpos apagados. En sus relaciones extramatrimoniales, los Ballard se asemejan a vampiros que salen a buscar el ardor sexual, la vitalidad en suma, a través de sus contactos carnales para, después, en su hogar, transmitírselo uno al otro en un intento, frustrado, de llenar el vacío existencial en el que se ven sumidos.

Two Semi-Metallic Human Beings
Al poco de conocerse, Vaughan le dice a James que su proyecto consiste en la unión hombre máquina. Ante estas palabras, el espectador no puede por menos que recordar la imagen de Max Renn en Videodrome siendo penetrado con una cinta de video-casette por la herida vaginal que se le ha abierto en el pecho o su mano, atravesada por cables y fundida con su pistola, convertida en una bioarma. Más adelante, Vaughan le dirá que su proyecto es más radical, y que lo que le dijo no era más que para tantearle con un concepto más asimilable. Como si Cronenberg estuviera dirigiéndose directamente al espectador, comunicándole que aquí vamos a dar un paso hacia delante en los conceptos presentados anteriormente, en Crash la Nueva Carne ya no es un ente extraño, sino que nos rodea, convive con nosotros.

El travelling que recorre la pierna de James tras el accidente que ha sufrido, apuntalada por hierros que se introducen en la carne nos demuestra que la fusión hombre máquina ya se ha producido. Una fusión que tiene en Gabrielle, cuyo cuerpo está reconstruido en su mayoría con piezas protésicas su turbadora obra maestra, siendo con su presencia la particular musa neocárnica de Vaughan. Cuando los protagonistas hacen el amor en el interior de los coches, rozando con su desnuda piel la tapicería, empañando los cristales con el vaho que surge de sus exhalaciones, marcando el metal con el sudor de sus cuerpos, supone la mayor celebración de la Nueva Carne en un ménage à trois que une a dos cuerpos y una máquina.

Al igual que la enfermedad no era un enemigo destructor, sino un agente de cambio, en Crash los accidentes automovilísticos no suponen un hecho destructivo, sino la manera de recuperar, de dejar libre, toda esa pulsión sexual que ha quedado absorbida entre los engranajes metalicos de la carrocería. De esta manera, Crash no trata de unos personajes enfermos que se excitan viendo, provocando y/o sufriendo accidentes de tráficos, sino de unos seres que intentan recuperar un sentimiento, un afecto, que les devuelva su humanidad y que les ha sido arrebatada por un mundo mecanizado. En una de sus primeras salidas juntos, Vaughan copula con una prostituta en el asiento trasero mientras James conduce. Cronenberg realiza varios travellings con el mismo movimiento, desde el volante hasta la parte de atrás, de manera repetitiva, remarcando el intento de James, quien aprieta y frota con fuerza el volante, de canalizar algo de la energía sexual que están liberando sus ocupantes.

Profhecy Is Dirty And Ragged
La obra literaria de James G. Ballard se caracteriza por dibujar una serie de paisajes desolados en los que colocar a sus personajes, unos seres que intentan adaptarse a su situación, tratando de conservar las reglas sociales que, en realidad, les ha llevado a su estado actual, perdiendo por el camino su propia identidad, lo que les hace humanos. Un paisaje desolado no solamente físico (como los escenarios apocalípticos de las primerizas El mundo sumergido y La sequía) sino también anímico, con unas comunidades en estado casi comatoso, cuyos habitantes permanecen sedados por un estado del bienestar que ha eliminado toda necesidad de supervivencia evolutiva. En este terreno narcoléptico, el accidente, la catástrofe, no es un fin, sino un medio para despertar (el accidente aéreo de Compañía de sueños ilimitada o la mansión incendiada de Noches de cacaína).

A pesar de su realista ambientación urbana, las imágenes de Crash tienen algo de ciencia-ficción apocalíptica, de obra visionaria que nos muestra un mundo en decadencia que se esconde en los pliegues del nuestro. La escena en la que Vaughan, James y Catherine se topan con un accidente múltiple en medio de la carretera desequilibra el tono realista del film: la dantesca colocación de los coches siniestrados, convertidos en ruinas de una civilización abandonada; los supervivientes del accidente, con su carne mellada por el cristal y el metal, convertidos en una nueva raza de seres biomecánicos; el humo que llena la escena, con los protagonistas moviéndose como sombras, figuras indeterminadas recorriendo un inhospito yermo. Más adelante, cuando los tres lleven el coche a un taller de autolavado, el agua y el jabón que martillea los cristales dibujan la escena de un mundo que se está derruyendo mientras James observa como Vaughan hace el amor violentamente con su mujer, marcándola, dejando su huella en la piel.

En el final, James y Catherine son dejados copulando en un descampado, en un plano que, al abrirse, se corta antes de mostrar cualquier atisbo de civilización, convertidos en los Adán y Eva de su propio paraíso construído con autopistas asfaltadas en interminables direcciones, conscientes ahora que su búsqueda ya no es a través de otros seres humanos, sino con el metal, la carne, la sangre, el semen. "Quizás la próxima vez".


8 comentarios:

José M. García dijo...

Los títulos que dividen cada una de las partes de la crítica están sacados de los títulos de las pistas de la banda sonora de "Crash", de Howard Shore.

Lord_Pengallan dijo...

Puff. Veo que esta peli la tengo muy olvidada.

José M. García dijo...

¿Y eso? ¿Acaso no concuerda lo escrito en el texto con sus recuerdos? (¡uy! Qué Philip K. Dick ha quedado esto, ¿no?)

Porque mira que "Crash" es una película difícil de olvidar, para bien y para mal.

Lord_Pengallan dijo...

Hombre, lo de la cicatriz lo recuerdo :P Y no creo que lo olvide nunca.

Pero no es un tema de que el texto no concuerde con mis recuerdos. Es que apenas me suena algo. Mis vagos recuerdos de la peli estan el post no se preocupe.

Debí ver esta peli uno o dos años después de su estreno y ya. Digamos que todo el entramado intelectual y filosófico me quedó muy lejos y, la verdad, después de leer esto, creo que no me enteré de mucho. Me temo que me quedé en la superficie y por eso he podido olvidarla. También ayuda que el cine de Cronenberg no me atrae, nos interesan cosas diferentes. Pero acercándome a él leyéndote, creo que va a ser un director al que el tiempo le va a favorecer mucho. En el siglo XX no estábamos preparados para él.

el cautivo dijo...

Crash creo que es la película "mas Cronenberg", la que mejor refleja lo que el director quiere decir, sobre la modernidad, la tecnología y el cuerpo humano.
Creo que el discurso le queda demasiado intelecualoide y la deshumanización de la que hacen gala sus personajes terminan empapando a la película que queda demasiado fría y sin ningún cariz de pasión.

José M. García dijo...

lord_pengallan:
Bueno, el entramado filosófico, como lo llama, no deja de ser una interpretación personal. Para mucha gente, "Crash" va de una serie de enfermos que se calienta viendo y/o sufriendo accidentes. Y también tienen razón. Es tan posible que usted se quedara en la superficie como que yo esté sobre-analizando. El conocer la literatura de Ballard ayuda, claro está. Por cierto, como anécdota decir que el escritor inglés fue uno de los mayores defensores de la película, con la que quedó encantado y la consideraba incluso más extrema que su magnífico libro.

De todas formas, si estoy consiguiendo que crezca su interés por el cine de Cronenberg me doy por más que satisfecho.

Siempre he dicho que "Videodrome" es la perfecta película del futuro: estaba adelantada a su tiempo en su estreno (a pesar de ser una afilada radiografía de estos) y lo sigue estando hoy.

el cautivo:
A mí siempre me ha parecido "Videodrome" la opera magna de Cronenberg, pero sí que veo a "Crash" como una de las mejor acabadas.

Esa frialdad es premeditada, lógicamente. de hecho, lo que más repugna a muchos espectadores es el no poder identificarse con ningún personajes, el no poder empatizar con unas patologías tan extremas. Pero fíjese que yo sí siento que a medida que pasa el metraje va surgiendo una intensidad dramática que, al final, se impone a la frialdad.

Un saludo.

Lord_Pengallan dijo...

Estoy de acuerdo con cautivo. Eso es lo que me pareció cuando la vi (esta posiblemente fue la primera peli que vi de Cronenberg). No quería decirlo porque hace más de 15 años que la vi, así que mi opinión podía estar deformada por el olvido.

Dicho esto creo que usted, Int, tiene razón. Lo llamemos como lo llamemos, hay toda una filosofía en las pelis de Cronenberg, que además, como siempre, enriquecemos personalmente según nuestro bagaje. Pero eso es lo que hace buenas a las pelis, a los libros, etc.

Yo digo que me quedé en la superficie por la simple razón de que la vi sin conocer a Croneberg, director al que empiezo a conocer gracias a usted. La vi descontextualizada y por eso sólo pillé lo evidente. Son personas enfermas sí, pero son gente que quiere solucionarlo de forma revolucionaria. De eso va la peli y por eso Cronenberg eligió el libro.

José M. García dijo...

Como curiosidad, fue una periodista quien a finales de los 70 le regaló la novela de Ballard a Cronenberg sugiriéndole que ahí tenía material que podría interesarle para hacer una película. El propio Cronenberg confiesa que encontró la novela muy densa y perturbadora y que la dejó a la mitad. Hasta pasados 6 meses no pudo finalizarla.

Mientras estaba rodando "El almuerzo desnudo", Jeremy Thomas le preguntó qué tenía pensado como próximo proyecto y Cronenberg respondió automáticamente que "Crash" (aunque antes hizo "M. Butterfly").

En el libro "David Cronenberg. Los misterios del organismo" se incluye un artículo titulado "La muerte del afecto. Apuntes en la intersección Cronenberg-Ballard" escrito por Rubén Lardín muy interesante.

Cronenberg ha anunciado como futuro proyecto la adaptación de "Cosmópolis" de Don Delillo lo cual es casi un sueño hecho realidad para mí, pues Delillo es mi escritor favorito. Esperemos que salga adelante.