Canada, 1975. 87m. C.
D.: David Cronenberg P.: Ivan Reitman G.: David Cronenberg I.: Paul Hampton, Joe Silver, Lynn Lowry, Allan Kolman F.: 1.85:1
Las primeras imágenes de Vinieron de dentro de corresponden a una serie de diapositivas en las que se muestran las instalaciones del edificio de apartamentos Starline, escenario absoluto de la película. Acompañando estas imágenes, una voz de marcado tono publicitario nos informa de las ventajas de esta urbanización auto-suficiente situada en una isla sólo comunicada con la civilización a través de un puente. Tras los créditos, un matrimonio visita el edificio con intención de mudarse. Paralelamente a estas escenas, asistimos a una violenta lucha entre un hombre mayor y una joven vestida de uniforme escolar. Con este comienzo, David Cronenberg nos da varias pistas sobre el desarrollo de su opera prima: las primeras escenas nos familiarizan con el escenario de la acción, pero, además, ya subrayan el carácter aséptico, casi profiláctico de la comunidad: un lugar de impoluta limpieza, en el que predominan las formas rectangulares, en el que se transmite una atmósfera de seguridad y orden. Pero como nos demuestra el forcejeo entre el hombre y la chica, una agresiva fuerza se incuba en el interior de tanta tranquilidad. La pelea tiene un tono inequívocamente sexual, hasta el punto de dar la impresión de ser una violación. Al culminar con la muerte de la chica y el suicidio del asesino, Cronenbreg ya ha desvelado el procedimiento de la enfermedad que asolará a la comunidad: unos parásitos que provocan una gran euforia sexual a quienen están infectados, llevando a los enfermos a un estado de demencia finalmente mortal.
Hay quienes han visto en Vinieron de dentro de un film moralista. Desde luego, esta visión del film es el resultado de empatizar con los protagonistas humanos. En realidad, Cronenberg se pone de parte de los parásitos. Los habitantes de la torre Starline son seres aburridos y apagados, instalados en una comodidad burguesa, habiendo perdido cualquier sentimiento de afecto o pasión entre ellos, como si hubiesen perdido sus instintos más elementales para su supervivencia, condenados a vegetar en su propia apatía existencial: la escena en la cual el dr. St. Luc descubre el origen de la epidemia es revelador: mientras le comunican la noticia por teléfono, su atractiva enfermera se cambia de ropa delante de él, sin que éste muestra la más mínima atención ante la desnudez de ésta. Pero el apocalipsis creado por estos parásitos no sólo despertará el deseo sexual de los vecinos del bloque, sino el propio instinto de supervivencia: el protagonista tendrá que despertar de su letargo para huir de la amenaza venérea. El hecho de que se conviertan en despiadados criminales o que ese deseo desorbitado les lleve a la muerte es, simplemente, parte de las funciones de los parásitos, los cuales, como los virus, tienen como objetivo eliminar, terminar con el cuerpo que habitan, aunque ello conlleve su propia extinción.
Pero esta enfermedad no será maligna para todos: el personaje de Tudor inaugura la galería de héroes de la Nueva Carne cronenbergiana: al igual que, por ejemplo, Rose en Rabia, la Lona Carver de Cromosoma 3, Max Renn en Videodrome o el protagonista de La mosca, Tudor no verá la epidemia como una amenaza, sino como un paso para la evolución del ser humano, los cimientos de la Nueva Carne: Tudor llegará a tratar a los parásitos como si fueran hijos suyos, remitiendo de nuevo a Cromosoma 3 y la relación de Nola con sus "hijos". Por otro lado, la escena en la cual la enfermera Forsythe relata un sueño que ha tenido, concluyendo con una teoria por la cual, según ella, todo aquello que nos rodea, todas nuestras acciones tienen un principio y final puramente erótico, una razón de ser sexual, parece una declaración de principos parecida a la que Brundle-Mosca desarrollará con su discurdo de la política de los insectos.
Como se puede comprobar, ya en sus inicios (Vinieron de dentro de es la primera película comercial del director canadiense quien anteriormente se había fogueado con la realización de dos mediometrajes de corte experimental: Stereo y Crimes of the Future), Cronenberg ya desarrollaba ideas y elementos que conformarán su filmografía posterior. Lástima que este concepto tan interesante sobre el papel tenga una plasmación visual tan tosca como torpe. El propio Cronenberg ha confesado que se acercó al cine más como un medio artístico en el cual desarrollar sus obsesiones que como un medio narrativo, lo cual explica su despreocupación por los personajes en particular y, en fin, el guión en general. Con todas sus irregularidades, no faltan buenos momentos a lo largo del metraje (la escena de la bañera con el encuentro entre Barbara Steele y uno de los parásitos o el final en la piscina) y, desde luego, no carece de interés un film que parte como una versión venérea de La noche de los muertos vivientes para acabar realizando una metáfora profética acerca del SIDA.
Hay quienes han visto en Vinieron de dentro de un film moralista. Desde luego, esta visión del film es el resultado de empatizar con los protagonistas humanos. En realidad, Cronenberg se pone de parte de los parásitos. Los habitantes de la torre Starline son seres aburridos y apagados, instalados en una comodidad burguesa, habiendo perdido cualquier sentimiento de afecto o pasión entre ellos, como si hubiesen perdido sus instintos más elementales para su supervivencia, condenados a vegetar en su propia apatía existencial: la escena en la cual el dr. St. Luc descubre el origen de la epidemia es revelador: mientras le comunican la noticia por teléfono, su atractiva enfermera se cambia de ropa delante de él, sin que éste muestra la más mínima atención ante la desnudez de ésta. Pero el apocalipsis creado por estos parásitos no sólo despertará el deseo sexual de los vecinos del bloque, sino el propio instinto de supervivencia: el protagonista tendrá que despertar de su letargo para huir de la amenaza venérea. El hecho de que se conviertan en despiadados criminales o que ese deseo desorbitado les lleve a la muerte es, simplemente, parte de las funciones de los parásitos, los cuales, como los virus, tienen como objetivo eliminar, terminar con el cuerpo que habitan, aunque ello conlleve su propia extinción.
Pero esta enfermedad no será maligna para todos: el personaje de Tudor inaugura la galería de héroes de la Nueva Carne cronenbergiana: al igual que, por ejemplo, Rose en Rabia, la Lona Carver de Cromosoma 3, Max Renn en Videodrome o el protagonista de La mosca, Tudor no verá la epidemia como una amenaza, sino como un paso para la evolución del ser humano, los cimientos de la Nueva Carne: Tudor llegará a tratar a los parásitos como si fueran hijos suyos, remitiendo de nuevo a Cromosoma 3 y la relación de Nola con sus "hijos". Por otro lado, la escena en la cual la enfermera Forsythe relata un sueño que ha tenido, concluyendo con una teoria por la cual, según ella, todo aquello que nos rodea, todas nuestras acciones tienen un principio y final puramente erótico, una razón de ser sexual, parece una declaración de principos parecida a la que Brundle-Mosca desarrollará con su discurdo de la política de los insectos.
Como se puede comprobar, ya en sus inicios (Vinieron de dentro de es la primera película comercial del director canadiense quien anteriormente se había fogueado con la realización de dos mediometrajes de corte experimental: Stereo y Crimes of the Future), Cronenberg ya desarrollaba ideas y elementos que conformarán su filmografía posterior. Lástima que este concepto tan interesante sobre el papel tenga una plasmación visual tan tosca como torpe. El propio Cronenberg ha confesado que se acercó al cine más como un medio artístico en el cual desarrollar sus obsesiones que como un medio narrativo, lo cual explica su despreocupación por los personajes en particular y, en fin, el guión en general. Con todas sus irregularidades, no faltan buenos momentos a lo largo del metraje (la escena de la bañera con el encuentro entre Barbara Steele y uno de los parásitos o el final en la piscina) y, desde luego, no carece de interés un film que parte como una versión venérea de La noche de los muertos vivientes para acabar realizando una metáfora profética acerca del SIDA.
6 comentarios:
No me mola mucho Cronenberg así que no he visto todas sus pelis pero esta es la que más me ha gustado. Hace mucho que la vi (quiero revidearla) pero la recuerdo interesante por simple y directa. Las otras pelis que he visto como Videodrome o Cromosoma 3(cuál es la de la vampira del sobaco?)tienen mejores mimbres pero Cronenberg no comsigue hacer algo a la altura del material, en mi opinión claro. No obstante, menos mal que existe el cine de Cronenberg. Hey! Me acabo de acordar de Almuerzo al desnudo. Ahí lo hizo bastante bien con un material ajeno y muy complejo.
Pues ni una ni otra, la peli que usted comenta es RABIA.
Creo que se puede decir que David Cronenberg es mi director favorito, o, al menos, con quien tengo más afinidad, aunque sus últimas películas han enfriado un tanto nuestra relación.
Las pelis que señala son estupendas, pero destaca VIDEODROME y uno de los problemas de EL ALMUERZO DESNUDO es precisamente lo evidente del material con el que trabaja, pues Burroughs es parte del código genético del director canadiense... pero no anticipemos acontecimientos ;P
No voy a decir que lo sabía, pero sí que no me sorprende que Cronenberg sea tu autor favorito.
De él he visto esta, Videdrome, Cromosoma 3, Rabia y la del almuerzo. Pero me callo :P
Me resulta muy curioso que haya visto pelis de la primera etapa de Cronenberg y otras tan ocultas como EL ALMUERZO DESNUDO (que se estrenó en España ¡16 años después de su producción!) y no las mas reconocidas y habituales como LA MOSCA, SCANNERS o las últimas y muy populares UNA HISTORIA DE VIOLENCIA o PROMESAS DEL ESTE.
Tienes razón, es extraño pero es que mi acercamiento Cronenberg a ha sido tardío. El género de Terror nunca me ha atraído por lo que no vi La Mosca en su momento (lo remediaré pronto). Luego cuando uno va aprendiendo Cine se da cuenta de que hay que ver a Cronenberg y yo siempre empiezo por el principio. Como no me gustó mucho, tras Videodrome pensé que había cumplido por lo que no me he acercado a más.
El caso de Almuerzo es que es una peli que quise ver siempre. Me enteré de ella por un Cimoc en que salía la foto del prota (ahora no recuerdo el nombre del actor) con lo que yo pensaba que era un alienígena en un bar. Hablo de cuando la peli se estrenó en EE.UU. Me pareció una imagen tan poderosa, entonces no sabía quien era Cronenberg, ni Burroughs ni sabía qué era Almuerzo, que siempre quise verla. Al fin conseguí verla en la tele hace un par de años o así. Creo que en Madrid no se llegó a estrenar aunque se anunció o sólo fue un finde. El caso es que no pude ir a verla al cine. Esa es la historia.
Por cierto, "Inseparables" es de él?
Sí, INSEPARABLES es suya y uno de sus títulos más importantes, pues es cuando, después de negarle el pan y la sal durante años, empezó a ser reconocido por la crítica.
Aunque Cronenberg empezó en el cine de terror puro y duro, pronto empezó a crear su propio género cinematográfico personal que trascendía el género.
Yo en su momento también me obsesioné por EL ALMUERZO DESNUDO, en mi caso, por la pasión que siento por el cine de Cronenberg y el tremendo impacto que me causó la novela original de Burroughs. La primera vez que la vi fue en una copia en VHS que me trajeron de Inglaterra, sin subtítulos ni nada.
PD.: el prota es Peter weller (ROBOCOP).
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