domingo, 28 de marzo de 2010

Jeepers Creepers


(Jeepers Creepers) USA, 2001. 90m. C.
D.: Victor Salva
I.: Gina Philips, Justin Long, Jonathan Breck, Patricia Belcher

Gran parte de la efectividad de Jeepers Creepers viene dada por sus primeros minutos. El paisaje puede ser conocido, incluso tópico: una carretera desierta bañada, o, mejor dicho, quemada por el inclemente sol; un coche que la recorre en el cual, además, viajan dos adolescentes. Incluso se incluyen algunos detalles previsibles como el programa de un exaltado predicador, única emisora que los protagonistas pueden sintonizar en la radio del coche. Desde luego, no es un marco precisamente esperanzador para el aficionado pero, en seguida, este se da cuenta de que algo es diferente: los dos protagonistas, Trish (Gina Philips) y Darry (Justin Long) son hermanos y su conversación, repleta de bromas y juegos infantiles (junto a insultos no menos infantiles), resulta particularmente creíble. De esta manera, la película adquiere un tono de cotidianidad, de normalidad, que resultará especialmente efectivo ante la irrupción del horror.

Porque
Jeepers Creepers es una película acerca del horror. El horror escondido entre los pliegues de nuestra cotidianidad, invisible a nuestra vista pero que, sin duda, determina nuestras vidas. Puede aparecer en medio de la carretera, en forma de estruendoso y oxidado camión o internarse en las profundidades de la tierra a través de una mugrienta tubería. El director Victor Salva explora ese terror a lo desconocido, a aquello que se oculta en la oscuridad y cuya ubicuidad parece convertirlo en nuestra sombra. Y resulta meritorio el que, sin ceder a explicaciones racionalistas, manteniendo el misterio alrededor de su criatura, consiga hacernos creer que esta está alrededor de nosotros desde el principio de los tiempos, es decir, potenciar su mitología.

Es esta falta de explicaciones lo que convierte al Creeper en la manifestación física de nuestros miedos, en el receptáculo donde volcar todos nuestros temores y obsesiones: en un momento dado, los protagonistas recordarán una oscura y escalofriante leyenda urbana que se hará realidad en los dominios del horror.
Jeepers Creepers carece de cualquier elemento metafísico o irónico: el terror es cercano y familiar, profundamente físico: el sudor provocado por el pánico a lo irracional, el templequeo de las manos tras sentir el triunfo de la muerte sobre la carne, el silencio que se apodera de nuestra boca, pues de ella sólo podría salir un tartamudeo que manifestaría nuestra imposibilidad para describir un terror que se escapa a nuestra comprensión.

Incluso los elementos más claramente sobrenaturales como el personaje de la médium que vaticina el futuro de los protagonistas parece estar ahí para subrayar la imposibilidad de escapar de un final que ya fue decidido en el momento en el que el espanto se cruzó en el camino de los protagonistas. En los minutos finales, Victor Salva parece ceder a los convencionalismos del género con el enfrentamiento del Creeper contra los policías en el interior de una comisaría, pero en realidad está preparando un anticlimax que frustre las expectativas liberadoras de su público: en
Jeepers Creepers la salida del sol no trae consigo ni la calma ni la seguridad sino que nos sumerge en nuestras tinieblas internas donde buscamos explicaciones a unos hechos y a un ser cuya existencia, seguramente, carece de respuestas y cuyo arte, sumergido en las profundidades húmedas y herrumbrosas de una fábrica abandonada, tiene su materia prima en nuestros miedos y en nuestro dolor.


3 comentarios:

Octavio B. (señor punch) dijo...

no se ven las imágenes, o yo no las puedo ver.
Por lo demás, qué buena J.C., pero qué pena el final, demasiado explícito, demasiado explicado.
Con todo, vale por mucho blockbuster de terror, sin duda.

José M. García dijo...

Bienvenido a este humilde blog!

Yo sí veo las imágenes. Si alguien más tiene problemas que lo diga.

Es una lástima la mala fama (en general) que tiene esta película, porque es de las pocas pelis de género de los últimos años que apuesta por un terror directo, sin ironías ni juegos postmodernos. Y, por si fuera poco, acompañada de una muy estimable segunda parte.

Octavio B. (señor punch) dijo...

pues ya las veo, mistrios de la red.
Y bienvenido por 1ª intervención, que suelo ojear a todos los vecinos, te sigo hace tiempo ;)