viernes, 27 de agosto de 2010

Airbender. El último guerrero

(The Last Airbender)
USA, 2010. 103m. C.
D.: M. Night Shyamalan P.: Scott Aversano & M. Night Shyamalan G.: M. Night Shyamalan I.: Noah Ringer, Dev Patel, Nicola Peltz, Jackson Rathbone F.: 2.35:1

Como si fueran un grupo de buitres que han estado sobrevolando a su preciada presa desde hace tiempo, los críticos de cine (especialmente los norteamericanos) se han lanzado ávidamente a por ella ante la primera señal de tropiezo. El divorcio entre Shyamalan y la crítica se inició con El bosque y se fue incrementando a medida que progresaba la cinematografía del director indio, cuyo mayor pecado ha sido siempre el de esgrimir una insobornable personalidad. Esta era, al mismo tiempo, el mayor aliciente y el mayor temor que sus admiradores teníamos ante esta adaptación de la serie original de Nickelodeon, Avatar: la leyenda de Aang: ¿sería compatible el estilo sereno y tendente al minimalismo del director de Señales con los códigos de conducta de una superproducción hollywoodiense?

En una entrevista con motivo del estreno de El Señor de los Anillos: La comunidad del Anillo, su director, Peter Jackson, se lamentaba de no haber conseguido profundizar mas en el espíritu telúrico de su elefantiásica trilogía, privilegiando el aspecto épico de la misma. Aquí es donde sale triunfante Shyamalan, quien utiliza los elementos propios de las sagas fantásticas de gran aparato surgidas a raiz del éxito de la adaptación del libro de Tolkien (imponentes paisajes, constante predominio de los efectos especiales digitales, la clásica historia del viaje iniciático del Elegido para salvar al mundo) no tanto para explotar el componente grandilocuente de las mismas sino el espíritu místico que anida en su interior. Por tanto, Airbender. El último guerrero acaba entrando con naturalidad dentro de la filmografía de Shyamalan, proclive a ofrecer una mirada a ras del suelo de géneros tan dados al exhibicionismo pirotécnico como las invasiones extraterrestres, los superhéroes o, incluso, el cine de fantasmas.

En este sentido funcionan las excelentes coreografías en las que el protagonista da rienda suelta a sus poderes, construidas mediante elegantes y espectaculares planos secuencia. Lejos del caos y la furia del montaje corto, Shyamalan escenifica el equilibrio mental del personaje, quien despliega sus poderes con total libertad, sin que haya barrera alguna que le pueda detener (es decir, sin cortes). El puntual uso de la cámara lenta así como de vigorosos zooms penetran con inusitada energía en el núcleo de la concentración de los luchadores, haciendo física la acumulación de poder que anida en su interior. Para Shyamalan resulta más importante el crecimiento interior de sus personajes que el marco bélico que les rodea, de ahí su desentimiento absoluto a la hora de mostrar los combates entre ejército: una vez más, lo individual sobre lo colectivo.

Minuto a minuto, secuencia a secuencia, Airbender. El último guerrero evidencia la guerra personal de Shyamalan en la sala de montaje. Un conflicto en el que, esta vez, no ha salido triunfante y cuyas bajas afectan a una narración fragmentada (casi, entrecortada) en la que los hechos se suceden con una excesiva celeridad y un contínuo uso de las elipsis que llega a provocar ciertos momentos de confusión o, incluso, pérdida del hilo narrativo. Pero incluso en esto, Airbender. El último guerrero acaba resultando estimulante, haciendo de la urgencia su máxima estructural, vaciándola de toda escena de transición para centrarse directamente en los momentos importantes, convirtiendola en una atractiva rareza ante tanta producción de metraje descontrolado. En definitiva, un cúmulo de virtudes y defectos que emparentan el film con ese otro hermoso fracaso que es el Dune de David Lynch y que no debería ser óbice para reconocer el gran mérito de Shyamalan: construir el primer blockbuster zen de la historia.


10 comentarios:

Ovi-One dijo...

Yo creo que Dune está a años luz (en planteamiento, puesta en escena, personajes, interpretaciones y MUY ESPECIALMENTE: en diálogos) de esto, dudo mucho que esta cinta vaya a convertirse en una película de culto, sinceramente no tiene con qué.

La verdad es que no me gustó nada, y se está empleando demasiado el nombre del director para defenderla.

José M. García dijo...

La comparación con DUNE es anecdótica, pero sí que creo que representan el enfrentamiento entre el autor y la gran industria y el resultado sí acaba siendo el mismo: películas atractivas precisamente por sus imperfecciones.

Pues yo creo que más bien lo contrario: la desproporcionada furia con la que se ataca al film sólo puede venir de que se le tenía muchas ganas a Shyamalan y, la verdad, sobran dedos de una mano para contar las críticas positivas.

Un saludo

Stranno dijo...

Con una puesta en escena de este tipo podrían hacer una más que decente película de Naruto. El manejo de los elementos en Avatar es similar a los jutsus elementales en Naruto, aunque por supuesto, como buenos americanos, todo simplificado al extremo y con un toque infantil típico de Nickelodeon

Lord_Pengallan dijo...

Me alegra ver comentarios positivos a Dune. Son tan infecuentes. Una injustiica.

José M. García dijo...

ÁNGEL:
No he visto NARUTO, así que no sabría decirte. Lo que no se está reconociendo lo suficiente es la fidelidad de la película de Shyamalan con la serie que adapta.

LORD_PENGALLAN:
Como bien dijo Ovidio, hoy DUNE es una peli de culto, cada vez más reconocida. Está claro que es un film fallido, pero muy interesante. A mí no es lo que más em gusta de Lynch, pero me facina.

¿Es evidente que Lynch es otro de mis directores favoritos?

Lord_Pengallan dijo...

Jajaja.

Pues no tan evidente, pero no tan extraño. Lynch tiene lo que le falta a la mayoría de las pelis de Terror.

José M. García dijo...

Ha dado en el clavo. De hecho, desde hace unos cuantos años defiendo la teoría de que el terror ha huído del cine de género (ahora sería más bien cine de sustos) y se ha refugiado en la obra de directores más inclasificables como Lynch, Haneke o Von Trier.

Lord_Pengallan dijo...

Jajaja. Parece que hay algo de sintonía entre nosotros aunque nuestros gustos sean distintos.

Estoy de acuerdo, aunque mi opinión no es muy autorizada ya que no conozco mucho el Terror de género. A lo mejor es porque no lo hacen Lynch y los demás. La verdad es que son ellos los que me lo han hecho pasar mal en el cine de sustos.

olahf dijo...

señor shyamalan si hace usted una película de artes marciales mezclada con poderes sobre naturales, cúrrese las coreografías al menos por favor, en las escenas de luchas cuerpo a cuerpo estaría bien que alguien al menos se lleve una torta, no pueden pegarse 20 contra 20 y no rozarse por dios! en los golpes ya que no se van a dar... al menos ponle sonidos chulos, esos sonidos que ponen en las pelis de artes marciales que suena como si se pegan con toallas o con periódicos enroscados, déjenos conocer a algún personaje, porque lo que es el mapa de la tierra esa nos lo conocemos casi entero pero a ellos poco poco, e insisto en una batalla por muy de baile que sea, que estén al menos enfadados unos con los otros y por último si van a atacarse con poderes sobre naturales supuestamente temibles, dejanos ver porque son temibles, asa a uno con el fuego o corta a uno con el hielo o empareda a uno con las piedras o hincha y haz explotar a uno con el aire, pero joder! solo vemos un ataque real a una persona y ese ataque de fuego!!!!!! lejos de quemarle le da una especie de torta que le deja dormido! fin de mi indignación y de mi comentario.

José M. García dijo...

Al final te animaste a poner algo. Está bien porque supongo que sirve de ejemplo de toda esa gante que ha salido del cine tan indignada como tú.

No estoy de acuerdo con lo que dices. En primer lugar, hay algo que a la gente no le ha quedado del todo claro, y es que esta es una peli infantil por lo tanto considero lógico que se eliminen las partes mas posiblemente oscuras y violentas.

Por otro lado, es cierto que Shyamalan se desentiende del aspecto más físico de la acción, pero creo que es deliverado, pue sprefiere centrarse en el poder de concentración del prota durante las peleas, quedando estas como un ruido de fondo del que se abstrae.