sábado, 23 de enero de 2010

Le llaman Bodhi

(Point Break) USA, 1991. 120m. C.
D.: Katrhyn Bigelow
I.: Keanu Reeves, Patrick Swayze, Gary Busey, Lori Petty

El cine de Kathryn Bigelow trata acerca de la adicción. Los personajes son integrados, que han encontrado su lugar en el mundo y que, aparentemente, les va bien. Pero, en el fondo, se sienten desdichados porque se dan cuentan de que viven en un entorno que de tan controlado, se ha vuelto aburrido. A través de la adicción, encuentran el vértigo, el impulso que les lleva a romper con su vida y dar el paso a un mundo tan desconocido como excitante. La adicción puede tener múltiples formas: sangre humana (Los viajeros de la noche), armas de fuego (Acero azul) o un cúmulo de recuerdos propios o ajenos (Días extraños). Posiblemente sea en esta última donde la adicción aparece en su forma más directa (incluso más obvia), pero es en Le llaman Bodhi donde ese vértigo, ese descubrimiento, está mejor plasmado.

Johnny Utah (Keanu Reeves) es un novato agente del FBI con ganas de comerse el mundo: es joven, es guapo y está deseando demostrarle a todo el mundo de lo que es capaz. Cuando se encuentra ante la postura rendida de su compañero (Gary Busey), superado por unos atracadores de bancos a los que persigue desde hace tiempo y se ve incapaz de atrapar, le grita que si está enfadado es porque está vivo, y si está vivo puede atrapar a esos atracadores. Pero estos no son más que palabras. Utah no se sentirá realmente vivo hasta que conozca a Bodhi (Patrick Swayze) y comparta su adicción: el surf. El medio más directo con el que fusionarse con el océano, una simbiosis a través de un ritual de movimientos sincronizados.

Kathryn Bigelow diferencia los dos medios a los que pertenecen cada uno de los protagonistas: Bodhi es un gurú entre los surfistas en la playa, en medio del océano, siendo dueño y señor de su entorno, mientras que en la tierra pavimentada de cemento de los entornos urbanos tiene que ir con máscara; por su parte, Utah tendrá que mentir y crearse una identidad para poder infiltrarse en el medio acuático. Las escenas de surfeo son rodadas utilizando numeroso planos en ralentí, con tomas esteticistas y de tono casi publicitario, transmitiendo la sensación de placer, casi de éxtasis, que los protagonistas sienten surcando un territorio en el que se sienten libres, dueños de su vida. En cambio, las escenas de acción tienen un ritmo rápido y atropellado, utilizando la cámara en mano y la velocidad como motor de nerviosismo: destacar la trepidante persecución a pie, convertida en una carrera de obstáculos, con los protagonistas entrando en casas, saltando vallas o, incluso, atravesando puertas de cristal e intreponiendo un perro entre el perseguido y su cazador: un entorno lleno de obstáculos y estrechos callejones que contrasta con la libertad que otorga la inmensidad del mar. El océano es vida, (incluso, vida más a allá de la muerte) mientras que en la tierra todo es agresión (todas las muertes violentas se producen en ese medio).

El enfrentamiento entre los dos protagonistas mientras surcan el cielo en paracaidas resulta lógico: es el único territorio neutral en que el agua y la tierra se pueden encontrar. La resolución de este encuentro convierte al océano en una bonita metáfora de ese líquido amniótico al que todos nos gustaría volver.


3 comentarios:

José M. García dijo...

Una vez más, agredecer al Sr. Fer su amabilidad al prestarme su copia en DVD de este film.

MadJoker dijo...

Que peli mas grande! Refleja a la perfeccion la total entrega de los surferos, en la que todo gira alrededor de las olas y no tienen otra cosa en mente que salir ahi a hacer surf. Una autentica forma de vida, que llevada al extremo les lleva a cambiar de hemisferio para vivir en un verano perenne.
Merece la pena citar tambien el pequeño cameo del cantante de los Red Hot Chilli Peppers, Anthony Kiedis, como uno de los miembros de la pandilla de surferos.
Una peli de culto.

José M. García dijo...

¡Bienvenido!

Pues fíjate que todo el misticismo surfero es lo que menos me interesa de la película, quizás por el tono new age (al que soy alérgico). Aunque las escenas de surfeo son realmente poderosas.

Un saludo.