viernes, 5 de febrero de 2010

Final Fantasy. La fuerza interior

(Final Fantasy. The Spirit Within) USA/Japón, 2001. 106m. C.
D.: Hironobu Sakaguchi, Moto Sakakibara
I.: Ming-Na, Alec Baldwin, Ving Rhames, Steve Buscemi

1. Primero, hagamos un poco de historia. En 1987, la companía nipona de video-juegos Squaresoft está al borde de la bancarrota, resultado del fracaso comercial de sus lanzamientos. Dispuesto a quemar su último cartucho, Hironobu Sakaguchi crea Final Fantasy, un RPG (juego de rol) para la consola de Nintendo de 8 bits Famicom (NES en el territorio occidental) siguiendo la estela del éxito de Dragon Quest. La odisea de los cuatros guerreros de la luz por salvar la vida del planeta, ensombrecida por un manto de oscuridad, servía de metafora a la decadente situación de una empresa que necesitaba urgentemente la figura de un salvador. Y ese fue Sakaguchi. El que debía ser el canto del cisne de Squaresoft se convirtió en un tremendo éxito y originó una franquicia que creció en popularidad (y complejidad) entrega a entrega, convirtiendo a Squaresoft en toda una leyenda del medio. En 2001, reciente la salida del extraordinario Final Fantasy IX para PlayStation, Sakaguchi decide cumplir su sueño y crear una película de animación 3D de una calidad técnica no vista hasta el momento. El resultado fue Final Fantasy. La fuerza interior cuyo estrepitoso fracaso comercial llevó a Squaresoft al mismo punto en el que estaba antes de la creación de esta famosa saga. Ironías del destino o una retorcida justicia poética, el mismo título que les salvó hace 14 años, les acabó de hundir, teniendo que fusionarse con la compañía Enix, creadora de Dragon Quest, para sobrevivir.

2.
El gélido recibimiento de
Final Fantasy. La fuerza interior tiene su motivo en la indefinición de tono de la que hace gala el film. Esta co-producción entre Estados Unidos y Japón intenta combinar dos miradas bien diferentes, me atrevería a decir antitéticas, de la ciencia ficción. Por un lado, el lado oriental es el que aporta los elementos más místicos y cyberpunk, además de cierto discurso filosófico acerca de la existencia de una fuerza que anida en todos nosotros y que nos comunica directamente con la esencia del planeta (algo ya presente en algunos juegos, especialmente en Final Fantasy VII, con la relación de los protagonistas con la energía Mako que se extraía del planeta). Los sueños de la protagonista, la doctora Aki Ross, y el final apocalíptico son, sin duda, lo mejor de la película.

Desgraciadamente,
Final Fantasy. La fuerza interior se conforma con ser un espectáculo de acción, con un grupo de soldados enfrentándose a los fantasmas alienígenas que les acosan en un desarrollo que recoge lo peor del género de acción USA: personajes estereotipados (la soldado dura por fuera pero de tierno corazón; el joven chistoso; el galán) y maniqueos (el general Hein es presentado como un retorcido villano de una pieza cuyo objetivo parece ser únicamente entorpecer el trabajo de los científicos) y lugares comunes (incluyendo, por supuesto, el sacrificio heróico). Reconociendole alguna buena idea de puesta en escena (el plano en picado que nos muestra como un fantasma surge del suelo, "inundando" el jeep en el que intenta escapar un soldado) y escenas realmente espectaculares (la cámara siguiendo la salida de una nave que, al contacto con un fantasma, empieza a caer hasta estrellarse en el suelo en plano secuencia) el resultado es tan reconocible como banal. Un buen ejemplo de esta contradicción es el diseño de los dos protagonistas: el atractivo diseño de Aki Ross enfrentado al soso diseño del capitán Grey, cuyo modelo parece haber sido Ben Affleck.

3.
Ver ahora
Final Fantasy. La fuerza interior, con la inminente salida en el mercado occidental de Final Fantasy XIII para las plataformas PS3 y Xbox360, otorga al film cierto poder profético. Esta última entrega se ha convertido, incluso antes de su salida, en la más polémica de la franquicia. El intento de Square-Enix por acercarse al jugador occidental ha despojado a Final Fantasy XIII de los elementos más característicos de la saga ( y del género) para acercarla a una experiencia más centrada en la acción que en la exploración. ¿Es, por tanto, Final Fantasy XIII la culminación del proceso de occidentalización comenzado por Final Fantasy. La fuerza interior? ¿Es significativo que salga tanto para una consola nipona (PlayStation 3) y una americana (Xbox360)? ¿Es la primera la representante de Aki Ross, y la segunda de Ben Affleck? Demasiadas preguntas a las que todavía no podemos dar respuesta, pero que dota a un film tan limitado como Final Fantasy. La fuerza interior de un interés muy superior al que tuvo en su momento.



5 comentarios:

Txema SG dijo...

Buenas, acabo de descubrir tu blog y me encanta.

Prometo visitarlo a menudo.

Sobre Final Fantasy, yo pagué por verla en el cine y me resultó bastante entretenida.

José M. García dijo...

Bienvenido Yota (otro que ha venido de Miscomis, de seguir así voy a tener que pagarle comisión a Fer).

Yo también la vi en el cine en su momento y no me convenció mucho, pero por entonces el universo FINAL FANTASY era un misterio para mí. Ahora me resulta más interesante (y me parece bastante superior a ADVENT CHILDREN).

Un saludo!

Lord_Pengallan dijo...

Yo la vi en el cine también y me pareció un coñazo. No conocía FF ni ahora tampoco. Pero escribo este comentario porque tu post me ha recordado a lo que dice la gente sobre Avatar. La mística oriental contra la acción pragmática occidental. Será esta la nueva guerra mundial?

José M. García dijo...

Más que mística oriental, en AVATAR yo diría que se recurre a un discurso ecológico/new age. Lo interesante de FF es cómo siendo una coproducción se nota tan bien qué elemento pertenece a cada país (y, de hecho, casi se puede decir que representan las constantes de cada industria).

Un saludo.

Mask dijo...

Yo no sabía hasta hace poco que esta película había sido un fracaso, ya que para mí es una de mis películas favoritas y la tengo en mi estante de películas. Qué mal :(